(651) Parece bastante claro que Lorenzo de Aldana mostró, con su decisión
de salvar la vida a quince vecinos de Lima, que defendía la causa del virrey.
Y, con ello, se puso él mismo en grave peligro: "Los del bando de Gonzalo
Pizarro quedaron muy descontentos del poco o ningún castigo que Lorenzo de
Aldana hizo en aquellos hombres, y les creció la sospecha de que era del bando
contrario. Le dieron aviso de ello a Gonzalo Pizarro, mas él no hizo nada
contra Lorenzo de Aldana, pues, además de tenerlo como amigo, él estaba en el
lejano Quito, y allí era tan bien querido Aldana, que los vecinos no aprobarían
que le castigara".
Por otra parte, a Gonzalo le había surgido una nueva y grave
preocupación: "Se enteró del levantamiento de Diego Centeno en la zona de
las Charcas, y quiso remediarlo. Dio sus poderes al maese de campo, Francisco
de Carvajal, para que se encargase de aquella empresa. Los capitanes se lo
aconsejaron con mucha instancia, unos por gobernar ellos a solas, y otros por
el temor que tenían a la mala condición de Francisco de Carvajal, aunque todos
decían que, para negocio tan importante, convenían la experiencia y consejo de
tal persona".
El expeditivo Carvajal, que a todos hacía temblar, se puso en marcha con
veinte personas de su confianza. Como era de esperar, no solo se iba a ocupar
del asunto de Centeno, sino que también aprovecharía el largo viaje para ir
'poniendo orden' a su manera por el camino (matando o aterrorizando): "Llegó
a la ciudad de San Miguel. Prendió a seis regidores, les dijo las quejas que
Gonzalo Pizarro tenía contra ellos por haber favorecido al partido del virrey,
y que, por ello, había determinado meter a sangre y fuego la ciudad, pero que,
considerando que aquel daño no lo había hecho la gente plebeya, había decidió castigar a los vecinos principales, y no a todos. A los que escogió, les dijo
que se confesasen, e hizo dar garrote a uno de ellos, porque había ayudado al
virrey para confeccionar un nuevo Sello Real, pues era experto en aquel arte.
Los demás se libraron por la buena diligencia que sus mujeres y sus amigos
hicieron contando con la ayuda de clérigos y frailes. Le rogaron a Carvajal que
los perdonase, y lo concedió, pero condenándolos a destierro de aquella
provincia y privación de sus encomiendas de indios".
Carvajal siguió su amenazante viaje. En Trujillo reclutó gente y se
apropió de todo lo que pudo. Llegado a Lima, consiguió aumentar su tropa con
doscientos hombres, y desde allí se fue hasta Huamanga.
Cuando partió de Lima, surgió un incidente en esta ciudad: "Se
produjo otro motín, con la intención de matar a Lorenzo de Aldana. Y este, que
fue el tercero que hubo, se apaciguó con la muerte de tres o cuatro de los
autores, pero causó la de otros cinco o seis en Huamanga, de los que Francisco
de Carvajal llevaba consigo porque los habían acusado los de Lima. Allí se
enteró también Carvajal de todo lo que había ocurrido entre Diego Centeno y
Alonso de Toro, por lo que, considerando que ya no había por qué temer a
Centeno, decidió volverse a Lima. También lo hizo por no verse con Alonso
de Toro".
(Imagen) Acabamos de ver que PEDRO MARTÍN DE SICILIA estaba de alcalde
en Lima. También se le conocía como 'de Don Benito', pues era originario de esa
población extremeña. Que le llamaran 'de Sicilia', quizá tuviera que ver con las
guerras de Italia, en las que, por su avanzada edad, pudo haber participado.
Poco se sabe de su biografía, pero resulta llamativo el gran contraste entre él
y su hermano ALONSO MARTÍN DE DON BENITO (eran hijos de Francisco Martín de Don
Benito). Fueron una muestra de algo propio de aquellas guerras civiles: a pesar
de ser hermanos, lucharon en frentes contrarios. Y, además, su talante fue muy
diferente. Los dos nacieron en Don Benito (Bajadoz) a finales del siglo XV. Es
muy probable que fueran juntos a las Indias, pero se conocen mejor las andanzas
de Alonso, de quien consta que estuvo en momentos muy señalados de aquella
aventura colosal (la imagen muestra parte de sus méritos). Sus afortunados ojos
vieron por primera vez, con Vasco Núñez de Balboa, el año 1513, las aguas del
Pacífico. Luchó bajo el mando del cruel Pedrarias Dávila y vivió con Francisco
Pizarro la odisea del Perú desde sus inicios. Era hombre conciliador, y trató,
inútilmente, de evitar la guerra ente Pizarro y Almagro. Estuvo presente con
Pizarro en la fundación de la ciudad de Lima (donde murió el año 1558), y, en las
guerras civiles, fue siempre leal a la Corona. Él y su hermano Pedro fueron
alcaldes de Lima, y a los dos se les concedió un escudo de armas familiar. Le
hemos visto a Pedro un ramalazo de crueldad, pero todo indica que era su
carácter habitual, y dejó fama de serlo. Hay otra cosa sorprendente, aunque
pocos lo saben. Es casi seguro que eran hermanastros de Francisco Pizarro por
parte de su madre, Fancisca González. ALONSO MARTÍN DE DON BENITO, por
añadidura, tuvo como pareja a Isabel Yupanqui, hermana de Inés Huaylas
Yupanqui, la amante de Francisco Pizarro (siendo ambas hermanas de Atahualpa).
El rebelde PEDRO MARTÍN DE SICILIA murió el año 1548 luchando al lado de
Gonzalo Pizarro.
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