(657) Era, pues, una tropa inexperta, pero además ocurría que, a pesar
de que los panameños odiaban lo que estaba haciendo Gonzalo Pizarro, muchos de
los reclutados, sobre todo los mercaderes, temían perder sus haciendas:
"Mas, a pesar de todo, se pusieron a punto de defensa formando en
escuadrón. Los principales al mando eran el general Pedro de Casaos y Arias de
Acebedo, el cual, después de venir a España, avecindó en Córdoba, donde hoy
viven sus nietos. Eran también capitanes Juan Fernández de Rebolledo y Andrés
de Araiza, más los del virrey, Juan de Guzmán y Juan de Illanes, con otra mucha
gente noble que allí había. Todos pretendían defender la ciudad, tanto por
servir a su Majestad como por haber quedado escarmentados de los abusos y
sinrazones que Hernando Bachicao les había hecho, temiendo, además, que Pedro
de Hinojosa les haría lo mismo. El cual, viendo su resistencia, saltó a tierra
con doscientos hombres. Dejó orden en los navíos de que, si empezase la
batalla, ahorcarían a Vela Núñez y a otros prisioneros. Viendo el gobernador
Pedro de Casaos la determinación de Pedro de Hinojosa, salió a su encuentro,
con ánimo de pelear hasta vencer o morir".
Pero intervinieron a tiempo (qué nervios para Vela Núñez y sus
compañeros) los partidarios del amor evangélico: "Cuando estaban a poco
más de un tiro de arcabuz, salieron de la ciudad todos los clérigos, y, a
grandes voces, clamaron al Cielo y a las gentes pidiendo paz y concordia. Con
ello, detuvieron a los dos escuadrones, y, poniéndose entre unos y otros, les
hablaron de treguas, y lograron que se diesen rehenes por ambas partes.
Hinojosa envió a Don Baltasar de Castilla (inició otra futura rebelión
contra la Corona), hijo del Conde de la Gomera, y los de Panamá enviaron a
Don Pedro de Cabrera, ambos naturales de Sevilla. Hinojosa alegaba que no venía a hacer daño a ninguno, sino a
reparar los agravios, robos y tiranías que habían recibido de Bachicao, y que
el intento de su venida había sido buscar al virrey y hacerle que se fuese a
España, como los oidores lo habían dispuesto, porque andaba alterando la
tierra, y que les rogaban que no les forzasen a luchar con ellos, pues, si
fuesen forzados a pelear, harían lo que pudiesen para no ser vencidos".
Los panameños replicaban, con razón, que ellos no eran quiénes para
entrar en territorio ajeno, pero transigieron con ciertas condiciones:
"Decidieron que Hinojosa pudiese saltar en tierra y estar en la ciudad por
espacio de treinta días, con cincuenta soldados para la seguridad de su
persona, de manera que, durante ese tiempo,
enviase su armada a las Islas de Las Perlas (están frente a Panamá, y
a muy corta distancia) para poderla deparar, debiendo volverse después al
Perú. Ambas partes firmaron estas paces, haciendo pleito homenaje (un
juramento especialmente riguroso) de guardarlas, y se dieron rehenes. Pedro
de Hinojosa se instaló con sus cincuenta soldados en una casa, donde daba de
comer a todos los que iban a ella, y permitía que los suyos jugasen y
conversasen llanamente con los de la ciudad".
(Imagen) JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO, además de militar, fue mercader.
Nació en Sevilla y era hijo de uno de los históricos conquistadores que
fundaron la primera población española del continente americano (Nuestra Señora
de la Antigua), Martín Fernández de Enciso, un enconado rival del gran Vasco
Núñez de Balboa. Juan llegó el año 1538 con su madre, Juana de Rebolledo, a la zona
situada entre Nombre de Dios y la ciudad de Panamá (distan unos 130 kilómetros),
convertida entonces en un avispero de mercaderes, ya que era paso obligado de
pasajeros, conquistadores y mercancías para toda Sudamérica. Y, para
controlarla, Gonzalo Pizarro envió a Pedro de Hinojosa. Por lo que pudiera
pasar, los panameños se organizaron militarmente, y vemos que uno de los
capitanes era JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO, aunque su auténtica especialidad fue
la de poderosísimo mercader (viajaba con sus barcos a España), que no le hizo
ascos a los cargos políticos. Lideraba un grupo de colegas que competían con
otro sector dirigido por ARIAS DE ACEBEDO, quien también aparece como capitán
en el conflicto con Hinojosa. A diferencia de Rebolledo, que hizo entonces un
doble juego, Acebedo mantuvo firme su lealtad al Rey, aunque, por su carácter
brusco, maltratador de indios y de soldados, tuvo que volver definitivamente a
España. La importancia social de JUAN FERNÁNDEZ REBOLLEDO queda patente en la
abundante documentación que protagoniza en el enorme archivo de PARES. Pero no
siempre honrosa. El año 1551 le dieron esta orden: "Real Cédula a Juan
Fernández de Rebolledo, vecino y regidor de Panamá, ordenándole pagar a Ángela
Fabra, condesa de Faro y camarera de la reina de Bohemia, los 124.350 maravedís
en que fue condenado por la Cámara tras el juicio de residencia relativo a su
cargo de Teniente de Gobernador en Panamá". JUAN FERNÁNDEZ DE REBOLLEDO
murió hacia el año 1570, tras una vida saturada de poder económico, político y
social.
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