lunes, 23 de marzo de 2020

(Día 1063) Alonso de Toro dejó al mando en La Plata a Alonso de Mendoza. Luego fue al Cuzco y mandó ejecutar a dos partidarios de Diego Centeno. Estuvo también a punto de hacerlo con su propio cuñado, fray Agustín de Salazar.


     (653) Pedro Gutierrez de Santa Clara comienza precisamente el tercer tomo de su obra narrando lo que nos acaba de contar Inca Garcilaso: el tira y afloja de los acechos que se hicieron Diego Centro y Alonso de Toro, hasta que este se volvió a la ciudad del Cuzco, desde la villa de La Plata, donde "nombró como teniente de gobernador, en representación de Gonzalo Pizarro, al capitán Alonso de Mendoza, que era un hombre valeroso y muy rico en dinero, quedando con él sesenta hombres de a caballo, por si volviese sobre él Diego Centeno". Enseguida veremos que Alonso de Mendoza (a quien ya le dediqué una imagen), capitán de extraordinaria biografía y fundador de la ciudad de La Paz, va a ser convencido por Diego Centeno para abandonar a Gonzalo Pizarro. Por eso mismo, luchará también al lado del brillante Lope de Mendoza, quien pronto morirá a manos de Francisco de Carvajal.
     Una de las razones por las que volvió Alonso de Toro al Cuzco, fue la de que estaba inquieto porque su cuñado, Tomás Vázquez (a quien ya conocemos), no le enviaba noticias sobre lo que pudiera ocurrir en la ciudad. Llegó al Cuzco con doscientos cuarenta hombres que ya tenía, y otros cincuenta que habían abandonado a Diego Centeno. Entró en el cabildo y empezó a tratar cosas y a preguntar si se había hecho justicia de quienes hubieran turbado la ciudad. Hubo entre los regidores algunos que malsignaron a Luis Álvarez y a Martín de Candía el Mozo, que eran hombres ricos, diciendo que habían hablado muy deslenguadamente contra Gonzalo Pizarro, y que se habrían alzado a favor de Diego Centeno si Tomás Vázquez no lo remediara. Sabido esto, Alonso de Toro los hizo prender, y al otro día los hizo ahorcar por traidores, y riñó bravamente a su cuñado porque  no los había ahorcado".
     Podemos ver también el peso que tenían ciertos tabúes religiosos: "Ocurrió asimismo que Alonso de Toro prendió al dominico fray Agustín de Salazar por haberse quedado doscientos mil ducados de oro. Temiéndole Alonso de Toro preso en su casa, le preguntó que por qué lo había hecho. Le respondió que, viendo que todos los hombres se preocupaban tanto de las guerras hostiles, y no en socorrer a las iglesias de Dios como el Rey lo mandaba, todo lo que había tomado lo había gastado en hacer el monasterio de Santo Domingo, y en obras pías y de caridad, porque el monasterio no tenía ningún dinero. Se le detuvo algunos días en la casa, hasta que se deterninase muy bien lo que se había de hacer, o hasta dar noticia de ello al obispo de la ciudad, fray Juan Solano, que se encontraba entonces en Lima. Pero el fraile huyó, y dicen que Alonso de Toro le facilitó la huida porque había sido excomulgado por apresarle, y porque era su cuñado, pues estaba casado con su hermana, doña Catalina de Salazar. Otros dicen que fue su hermana la que lo soltó, y que se fue a España, sin que hubiera más noticias de él". Sin la menor duda, de no tratarse de un fraile, lo habrían matado. Y hay que precisar otro detalle. Si Santa Clara no se equivoca, el nombre de la mujer de Alonso era Catalina de Salazar, y no Paula Silva, como en algún lugar aparece. Recordemos que el violento Alonso, amancebado con una india, maltrataba a su mujer, lo cual le costó la vida, pues su suegro, Diego González de Vargas, lo acuchilló hasta dejarlo muerto.

     (Imagen) El injustamente marginado cronista Pedro Gutíérrez de Santa Clara es una caja de sorpresas, y aporta datos que casi nadie conoce, confirmando, además, lo que dicen otras fuentes. Vimos que Francisco de Carvajal mencionó a un hermanastro de Gonzalo Pizarro llamado BLAS DE SOTO, de quien ya sabemos que era yerno del honrado oidor Pedro Ortiz de Zárate, y que murió de enfermedad, como le decía en una carta a Gonzalo Pizarro. Pues bien: Santa Clara le dedica unos párrafos elogiosos. Resumo lo que cuenta, ocurrido mientras se producían las escaramuzas entre Alonso de Toro y Diego Centeno: "Blas de Soto, medio hermano de Gonzalo Pizarro, salió de Lima, y fue al Cuzco con cincuenta arcabuceros, con intención de luchar junto a Alonso de Toro contra Diego Centeno. Puesto en marcha, enfermó en el camino de disentería, y así llegó a la ciudad, donde fue muy bien recibido por Alonso de Toro. Una semana después falleció de esta presente vida, siendo de treinta y cinco años de edad. A todos los secuaces del tirano (Gonzalo Pizarro) les pesó mucho su muerte. Fue enterrado en el monasterio de Nuestra Señora de la Merced con mucha solemnidad. Le llevaron los prebendados de la iglesia mayor y los regidores del cabildo, yéndole acompañando Alonso de Toro. Dejó por universal heredero al hijo que tuvo con su mujer, Ana de Salazar, hija del oidor Pedro Ortiz de Zárate. Era Blas de Soto enjuto, y como afeminado y delicado, pero, sin embargo, de grande ánimo y destreza. Se pensaba que habría vencido a Diego Centeno, y, por eso, le habían elegido como capitán general, estando Alonso de Toro conforme. Se hizo también para que Francisco de Carvajal no viniese al Cuzco, porque era odiado. Pero, en la mejor ocasión, se les quebró el poste en el que se habían apoyado". Francisco de Carvajal, en su carta, le ocultó a Gonzalo Pizarro que los vecinos del Cuzco le habían dado el máximo poder a su hermanastro, y, además, con la intención de dejarle a él en segundo plano.



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