martes, 17 de marzo de 2020

(Día 1058) El virrey, desquiciado, siguió matando sospechosos. A gran distancia, en La Plata, también el gonzalista Francisco de Almendras hizo una barbaridad.


     (648) No se aplacó con ello la ira del virrey, y mató de nuevo sin pruebas suficientes: "El virrey llegó después, con menos trabajo y temor, a Tomebamba, donde mandó hacer lo mismo de Rodrigo de Ocampo, su maese de campo (a quien hasta allí había tenido como su grande e íntimo amigo), porque de él había tenido la misma sospecha que de los otros dos capitanes muertos, los cuales le habían servido en todos sus trabajos. Sobre estas muertes hubo en el Perú varias y contrarias opiniones, de culpa y de su descargo. Antes de llegar a Quito, tuvo el virrey noticia y sospecha de que Francisco de Olmos y los que con él venían de Puerto Viejo habían sembrado palabras en deservicio del Rey. Llegado a la ciudad de Quito, procuró saber la verdad. Tras consultarlo con el licenciado Álvarez, hizo justicia de muchos de ellos, cortando las cabezas a unos, y ahorcando a otros, acusados de traidores. Algunos de los ejecutados fueron Álvaro de Carvajal, el capitán Ojeda y Gómez Estacio, dejando con vida a Francisco de Olmos, por entender que no era culpable. Estas muertes causaron mucho escándalo en todo el Perú, y dañaron mucho al virrey, porque, como la culpa no fue manifiesta, quedándose solo en sospechas, muchos que pretendían ir a servirle lo dejaron de hacer, por temor a que les ocurriese lo mismo".
     De momento, Inca Garcilaso nos saca de Quito y nos lleva a la villa de La Plata, donde también se vivían intensamente los tormentos de las guerras civiles. Él mismo se asombra del alcance territorial que tenía el conflicto: "Es cosa de admiración que la misma porfía pasase a trescientas leguas de distancia (desde Quito)". Nos recuerda que en La Plata estaba de teniente, en representación de Gonzalo Pizarro, Francisco de Almendras, y nos va a explicar por qué Diego Centeno iba a abandonar el bando de Gonzalo Pizarro, llegando incluso a matar al propio Almendras (que era como un padre para él). Veamos a Almendras excediéndose de manera implacable: "Al saber que un caballero principal de aquella población, llamado Don Gómez de Luna (era primo del padre de Inca Garcilaso), había dicho en su casa que no era posible que algún día dejase de reinar el Emperador (palabras sensatas), lo apresó. Los del cabildo le rogaron que lo soltase, o que, al menos, lo tratase conforme a la calidad de su persona. No dándoles Francisco de Almendras buena respuesta, hubo alguno de ellos que se la dio mala, diciendo que, si él no lo soltaba, lo soltarían ellos. El teniente se ofendió, pero disimuló su enfado. A media noche fue a la cárcel, dio garrote a Don Gómez, lo sacó a la plaza y le hizo cortar la cabeza. Lo cual sintieron mucho los vecinos, pareciéndoles que a todos los alcanzaba tal agravio. Lo sintió especialmente un vecino de aquella ciudad, llamado Diego Centeno, vecino de Ciudad Rodrigo, que fue muy gran amigo suyo. Y, aunque Diego Centeno le siguió a Gonzalo Pizarro en su primer levantamiento, después, al ver que la mala intención de Gonzalo Pizarro se extendía a mucho más que lo que al principio había publicado, se volvió, con su licencia, a su casa y a su hacienda de indios, donde estaba ya cuando acaeció esta muerte de Don Gómez de Luna".

     (Imagen) Sabemos por Inca Garcilaso que DON GÓMEZ DE LUNA era un hombre muy querido en la villa de La Plata, y al que Francisco de Almendras, que estaba al mando en ella como representante de Gonzalo Pizarro (el usurpador), lo ejecutó muy injustamente. A pesar de su relevancia, hay poca documentación sobre él. Solamente le he visto mencionado en una carta de LOPE DE MENDIETA, fechada en febrero de 1547, en la cual le pedía a Gonzalo Pizarro que le reconociera el intercambio de encomiendas de indios que habían establecido de común acuerdo Don Gómez de Luna y él. Ya le dediqué una imagen a Mendieta, pero esta carta nos descubre que ocultó en su expediente de servicios algo que lo infamaba. En él, como vimos, presumía de haber sido siempre fiel a la Corona. Es cierto que, en general, mantuvo esa lealtad, pero, en un momento determinado, traicionó al virrey. De lo cual no queda la menor duda, porque su carta del año 1547 era una insistente petición de la que Gonzalo Pizarro, sin duda su jefe, no hacía caso. Y se quejaba: "Se lo he suplicado a su señoría en mis pasadas cartas, y nunca he visto respuesta de lo que su señoría ha decidido hacer". Está claro que llevaba tiempo bajo el mando de Gonzalo Pizarro, y es muy probable que hubiera luchado contra el virrey cuando, ocho meses antes, fue asesinado. Mendieta se libró de responsabilidades después de que Gonzalo fuera derrotado y ejecutado, e incluso se le nombró caballero de la Orden de Santiago. Participó en esa batalla de Jaquijaguana (abril de 1548) bajo las órdenes del gran Pedro de la Gasca. Pero hay constancia de que, ya en octubre de 1547, era enemigo de Gonzalo Pizarro. Quizá acabara harto de su ingratitud. De hecho, Mendieta siempre había sido muy leal a los Pizarro. En la imagen vemos que el Rey lo nombró Regidor de la villa de La Plata en febrero del año 1541, población que había fundado el inigualable Francisco Pizarro, quien fue asesinado cuatro meses más tarde de esta concesión.



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