(378) Lo que Cieza contó como rumores,
Enríquez lo da por cierto: “Así como se enfrentaron los dos bandos, el
lugarteniente Rodrigo Orgóñez, viendo que la artillería y la arcabucería hacían
mucho daño, mandó a un capitán que fuera
con cincuenta de a caballo contra el escuadrón de peones y desbaratara a los
arcabuceros. El cual respondió (y no quiero decir su nombre por no
deshonrarlo): ‘Me echáis, señor, a la carnicería’ (Cieza no ocultó su nombre: era Vasco de Guevara)’. Entonces Rodrigo
Orgóñez alzó los ojos al cielo, dijo ‘¡válgame el poderoso Dios!’, y arremetió
en su poderoso caballo rucio hasta el escuadrón enemigo, hirió a un soldado con
la punta de la lanza y recibió un arcabuzazo en la cabeza y otro en el muslo.
Después volvió y se puso delante de su gente dando cara a los contrarios. Los
cuales le estaban esperando como hombres de guerra, como en verdad lo es
Hernando Pizarro, según allí se pudo ver”. A pesar del odio que le tenía,
Enríquez, nobleza obliga, reconoce su
gran valía militar.
Se diría que los golpes embravecieron a
Orgóñez: “Viendo las posiciones enemigas y que con los arcabuces y ballestas
hacían mucho daño desde lejos, el capitán Rodrigo Orgóñez, desatinado por las
heridas y enojado por la respuesta del mal capitán (de hecho, la hoja de servicios de Guevara fue impresionante), dijo
a su gente: ‘¡Santiago y a ellos!’. Y arremetieron con él unos cien, no más,
que como valientes hombres lo hicieron. Y recuerdo que, entre las personas
dignas de notar, murieron en el primer encuentro el capitán Pedro de Lerma (se equivoca Enríquez: ya vimos que huyó
malherido y lo mataron después), el valiente caballero portugués Nicolás de
Lemos, otro caballero de Jerez que se llamaba Diego de Vera Catalán, el capitán
Salinas, que pertenecía a la guardia personal del Gobernador Pizarro, otro
caballero que se llamaba Hernando de Alvarado, y Gregorio Enríquez de Herrera.
Como arremetieron pocos y mal ordenados, fueron desbaratados, aunque mataron a
unos veinte de los contrarios (Cieza, más
creíble, nos ha dicho que fueron diez). Y vinieron siguiendo Hernando
Pizarro y los suyos la victoria hasta la ciudad del Cuzco, que estaba cosa de
una legua desde donde se dio la batalla, y allí mataron a unos doscientos, y a
todos los demás les dieron cuchilladas por las caras”.
Don Alonso Enríquez de Guzmán, quien, como
sabemos, se había quedado medio descalabrado en el Cuzco a cargo de la ciudad,
no pudo ver la batalla en directo, pero la llegada de Almagro lo decía todo:
“D. Diego de Almagro, cuando vio rota a su gente, se acogió a la ciudad en un
caballo que tenía preparado, y me halló a mí en la plaza, que fui el primero
que lo supe. Y díjele: ‘¿Cómo viene Vuestra Señoría así?’. Él me respondió:
‘Vengo desbaratado’. Y luego vino un trompeta y dijo llorando: ‘Yo vi matar al
capitán Rodrigo Orgóñez’. Entonces le dije al Gobernador Almagro: ‘Súbase Su
Señoría a la fortaleza y no os deis hasta que venga algún capitán’. Así lo hizo
con varios clérigos y frailes, y después se entregó a Felipe Gutiérrez y
Gonzalo Pizarro. Lo pusieron en un cuarto con cadenas y mucha guardia”.
(Imagen) Puesto que Don Alonso Enríquez de
Guzmán nos ha mostrado como cobarde un comportamiento de VASCO DE GUEVARA (al
que hemos visto con frecuencia), habrá que pensar que, a juzgar por su
espléndida hoja de servicios (cuyo expediente tiene cientos de folios), en este
caso no quiso atacar porque era un suicidio. Antonio Urroz Manrique, un nieto
suyo por parte de madre, deseoso de conseguir como abogado un buen puesto en la
Audiencia de Lima, presentó en 1611 méritos propios y de sus antepasados
(imagen). De Vasco de Guevara dice lo siguiente (resumo el contenido): Estuvo
primeramente luchando con Almagro contra los indios en Quito, Piura, Trujillo y
Lima, yendo después con él, ya como capitán, a la terrible campaña de Chile. A
la vuelta, batalló contra los indios para levantar el cerco que habían puesto
al Cuzco. Fue a luchar contra el rebelde Manco Inca y fundó la ciudad de
Huamanga, la actual Ayacucho (no comenta su derrota en las Salinas bajo el mando
de Almagro, que Pizarro lo perdonó y que fue quien le encargó esta fundación).
Pizarro, como premio por el éxito, le dio una importante encomienda de indios,
pero se la quitó después Gonzalo Pizarro por luchar contra él en las guerras
civiles, en las cuales siempre estuvo al servicio de Carlos V. Primero, bajo el
mando de Vaca de Castro en la batalla de Chupas, donde derrotaron a Almagro el
Mozo; después, al lado del virrey Blasco Núñez Vela, por lo que Gonzalo Pizarro
quiso matar a Guevara, pero decidió desterrarlo; finalmente, se puso al
servicio de Don Pedro de la Gasca, luchando “en el valle de Jaquijaguana, donde
se halló con sus armas y caballos en el desbarate y castigo de Gonzalo
Pizarro”. Murió en 1553, tras una vida entera esquivando la muerte. Así que,
VASCO DE GUEVARA, de cobarde, nada.
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