martes, 26 de marzo de 2019

(Día 788) Aunque lo odiaba, Enríquez reconoce la valía militar de Hernando Pizarro. También ensalza a Orgóñez. Tras la derrota, Enríquez le recomendó a Almagro que, para que no lo matasen de de inmediato, se entregara a algún capitán. Y así lo hizo.


     (378) Lo que Cieza contó como rumores, Enríquez lo da por cierto: “Así como se enfrentaron los dos bandos, el lugarteniente Rodrigo Orgóñez, viendo que la artillería y la arcabucería hacían  mucho daño, mandó a un capitán que fuera con cincuenta de a caballo contra el escuadrón de peones y desbaratara a los arcabuceros. El cual respondió (y no quiero decir su nombre por no deshonrarlo): ‘Me echáis, señor, a la carnicería’ (Cieza no ocultó su nombre: era Vasco de Guevara)’. Entonces Rodrigo Orgóñez alzó los ojos al cielo, dijo ‘¡válgame el poderoso Dios!’, y arremetió en su poderoso caballo rucio hasta el escuadrón enemigo, hirió a un soldado con la punta de la lanza y recibió un arcabuzazo en la cabeza y otro en el muslo. Después volvió y se puso delante de su gente dando cara a los contrarios. Los cuales le estaban esperando como hombres de guerra, como en verdad lo es Hernando Pizarro, según allí se pudo ver”. A pesar del odio que le tenía, Enríquez, nobleza obliga,  reconoce su gran valía militar.
     Se diría que los golpes embravecieron a Orgóñez: “Viendo las posiciones enemigas y que con los arcabuces y ballestas hacían mucho daño desde lejos, el capitán Rodrigo Orgóñez, desatinado por las heridas y enojado por la respuesta del mal capitán (de hecho, la hoja de servicios de Guevara fue impresionante), dijo a su gente: ‘¡Santiago y a ellos!’. Y arremetieron con él unos cien, no más, que como valientes hombres lo hicieron. Y recuerdo que, entre las personas dignas de notar, murieron en el primer encuentro el capitán Pedro de Lerma (se equivoca Enríquez: ya vimos que huyó malherido y lo mataron después), el valiente caballero portugués Nicolás de Lemos, otro caballero de Jerez que se llamaba Diego de Vera Catalán, el capitán Salinas, que pertenecía a la guardia personal del Gobernador Pizarro, otro caballero que se llamaba Hernando de Alvarado, y Gregorio Enríquez de Herrera. Como arremetieron pocos y mal ordenados, fueron desbaratados, aunque mataron a unos veinte de los contrarios (Cieza, más creíble, nos ha dicho que fueron diez). Y vinieron siguiendo Hernando Pizarro y los suyos la victoria hasta la ciudad del Cuzco, que estaba cosa de una legua desde donde se dio la batalla, y allí mataron a unos doscientos, y a todos los demás les dieron cuchilladas por las caras”.
     Don Alonso Enríquez de Guzmán, quien, como sabemos, se había quedado medio descalabrado en el Cuzco a cargo de la ciudad, no pudo ver la batalla en directo, pero la llegada de Almagro lo decía todo: “D. Diego de Almagro, cuando vio rota a su gente, se acogió a la ciudad en un caballo que tenía preparado, y me halló a mí en la plaza, que fui el primero que lo supe. Y díjele: ‘¿Cómo viene Vuestra Señoría así?’. Él me respondió: ‘Vengo desbaratado’. Y luego vino un trompeta y dijo llorando: ‘Yo vi matar al capitán Rodrigo Orgóñez’. Entonces le dije al Gobernador Almagro: ‘Súbase Su Señoría a la fortaleza y no os deis hasta que venga algún capitán’. Así lo hizo con varios clérigos y frailes, y después se entregó a Felipe Gutiérrez y Gonzalo Pizarro. Lo pusieron en un cuarto con cadenas y mucha guardia”.

     (Imagen) Puesto que Don Alonso Enríquez de Guzmán nos ha mostrado como cobarde un comportamiento de VASCO DE GUEVARA (al que hemos visto con frecuencia), habrá que pensar que, a juzgar por su espléndida hoja de servicios (cuyo expediente tiene cientos de folios), en este caso no quiso atacar porque era un suicidio. Antonio Urroz Manrique, un nieto suyo por parte de madre, deseoso de conseguir como abogado un buen puesto en la Audiencia de Lima, presentó en 1611 méritos propios y de sus antepasados (imagen). De Vasco de Guevara dice lo siguiente (resumo el contenido): Estuvo primeramente luchando con Almagro contra los indios en Quito, Piura, Trujillo y Lima, yendo después con él, ya como capitán, a la terrible campaña de Chile. A la vuelta, batalló contra los indios para levantar el cerco que habían puesto al Cuzco. Fue a luchar contra el rebelde Manco Inca y fundó la ciudad de Huamanga, la actual Ayacucho (no comenta su derrota en las Salinas bajo el mando de Almagro, que Pizarro lo perdonó y que fue quien le encargó esta fundación). Pizarro, como premio por el éxito, le dio una importante encomienda de indios, pero se la quitó después Gonzalo Pizarro por luchar contra él en las guerras civiles, en las cuales siempre estuvo al servicio de Carlos V. Primero, bajo el mando de Vaca de Castro en la batalla de Chupas, donde derrotaron a Almagro el Mozo; después, al lado del virrey Blasco Núñez Vela, por lo que Gonzalo Pizarro quiso matar a Guevara, pero decidió desterrarlo; finalmente, se puso al servicio de Don Pedro de la Gasca, luchando “en el valle de Jaquijaguana, donde se halló con sus armas y caballos en el desbarate y castigo de Gonzalo Pizarro”. Murió en 1553, tras una vida entera esquivando la muerte. Así que, VASCO DE GUEVARA, de cobarde, nada.



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