jueves, 14 de marzo de 2019

(Día 778) Almagro enfermó gravemente. Sus hombres creían que iba a morir, pero lo superó. Viendo que Hernando Pizarro se iba acercando con su ejército, decidieron irse al Cuzco para hacerle allí frente. Los hombres del ansioso Hernando Pizarro se quejaron de la acelerada marcha que les quería imponer.


     (368) Son muchas las veces que Cieza se apiada de los indios, cuyo mayor martirio era ir de marcha como porteadores a través de sierras escarpadas. Y vuelve a hacerlo: “Hernando Pizarro, con toda su gente, anduvo hasta llegar al valle de Nasca, donde proveyó todo su ejército  de las cosas necesarias, sacando a muchos de los pobres indios para llevar sus cargas. Tomó el camino de la sierra hasta salir en los Lucanes. Tras descansar algunos días, anduvo por despoblados y campos nevados hasta que llegó a la provincia de los indios almaraes.
     Mientras Hernando Pizarro y sus hombres avanzaban rápidamente hacia el objetivo, Almagro sufría los estragos de su enfermedad. Y Cieza toma nota de la trágica situación en que se encontraba entonces, y de la que padecerían después Pizarro y muchos de los hombres de los dos bandos: “Al Adelantado D. Diego de Almagro le fatigaba su mal con tan grandes dolores, que pensó morir. Viendo sus capitanes cuán peligroso le era estar en tierra tan fría, le llevaron al valle de Yungas. E tanto se acongojó un día, que tuvo quitada el habla, estando tan fuera de sentido que ni conocía a quien le miraba ni oía a quien le hablaba, y todos creyeron que allí iba a morir. Mas su fortuna, o, por mejor decir, sus pecados, no permitieron que se librase de morir con otro género de muerte (más cruel), aunque poca ventaja se llevaron los unos y los otros al acabar casi todos de forma parecida”. Así que Almagro superó esta dura crisis. Se retomaron las discusiones sobre lo que convendría hacer. Supieron entonces que Hernando Pizarro ya iba subiendo la sierra, acercándose amenazante a las posiciones de la tropa de Almagro. Viendo al lobo cerca, se acabaron las dudas y se impuso la acción: decidieron dirigirse a la ciudad del Cuzco.
     Por lo que cuenta Cieza, así como en el primer conflicto  se pasaron muchos del bando de Pizarro al de Almagro, ahora el intento de fuga era en sentido contrario, lo que parece un síntoma de que el que ya tenía apariencias de ‘caballo ganador’ era Hernando Pizarro, quien, por otra parte, contaba con un sólido prestigio de veterano militar duro y eficaz. En su acelerada marcha hacia el encuentro con Almagro, había impuesto a sus hombres seguir el camino más costoso porque era el más directo. Y sus prisas provocaron una protesta de los capitanes: “Tanto era su deseo de vengarse de Almagro, que cualquier retraso lo tenía por molestia, y, para que no se dilatase el tiempo, les dijo a sus capitanes que partiesen de inmediato hacia el Cuzco con los soldados que tenían, sin aguardar a los que faltaban. A todos les pareció muy mal el apresuramiento que tenía, y le pidieron a Alonso de Alvarado que hablase con Hernando Pizarro para que no quisiese pasar adelante sin esperar a toda la gente, pues quizá Almagro hubiese mandado desde el Cuzco algunos capitanes que podrían apresarlos en algún paso peligroso. Alvarado fue a hablar con Hernando Pizarro, y tuvieron algunas palabras sobre si sería bueno caminar o aguardar”.

     (Imagen) Nadie le puede negar a Almagro los méritos de su impresionante biografía. Ahora está en vísperas de la catástrofe total, viejo y muy enfermo. Como el lúcido Orgóñez temía, liberando al valioso y peligroso Hernando Pizarro, había reforzado a sus enemigos, quienes, además, contaban ya con mucha más gente en su ejército. Por si fueran pocos los tormentos de Almagro, había enviado a su hijo a Lima, el feudo de los pizarristas, convertido casi en un rehén cuando Hernando Pizarro había dejado de serlo. Con solo 16 años, Almagro el Mozo se va a transformar en un huérfano ansioso de venganza. Encabezará, en la sombra, la conspiración que acabó con la vida de Pizarro, y luego mostrará coraje y valor para luchar contra los pizarristas y el representante del Rey, Cristóbal Vaca de Castro, perdiendo la vida en la guerra civil de Chupas. En medio de la guerra civil, el Gobernador Almagro sufría también la indisciplina y el desamparo de los funcionarios del Rey. En la imagen vemos cómo la ejemplar reina Isabel (mujer de Carlos V), en una orden dirigida a los escribanos que dictó solo dos meses antes de la muerte de Almagro, les dice (resumido): “Don Diego de Almagro, nuestro Gobernador y Capitán General de Nueva Toledo me ha comunicado que tiene necesidad de hacer informaciones y escrituras de algunas cosas que tocan a nuestro servicio, y que teme que vosotros, los escribanos, no querréis dar testimonio de ello, de lo que él habría agravio y daño, e yo tomelo por bien, y, por ende, vos mando que, cuando fuereis requeridos por el dicho Adelantado Don Diego de Almagro para hacer alguna información u otros actos y escrituras, lo efectuéis”.



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