(374) Da tristeza ver de qué traidora
manera murió Rodrigo Orgóñez, un militar tan experimentado, tan bravo y tan
harto de tener que obedecer las equivocadas órdenes de Almagro (que también a
este le costarán la vida). Fue, sin duda, uno de los más grandes capitanes de
las Indias, pero la suerte le resultó adversa.
Llegamos al final de la tragedia con un
Almagro en patética situación: “El Adelantado D. Diego de Almagro miraba la
batalla desde un pequeño cerro, donde se había puesto para observarla, como ya
tenemos dicho. Cuando vio lo que pasaba y a tantos de sus amigos muertos,
dejando las andas y lleno de gran aflicción, fue cabalgando en una mula, con
tres o cuatro que le acompañaban, hasta la fortaleza del Cuzco, y se metió en
un lugar protegido. Como venían con Hernando Pizarro muchos de los que fueron
desbaratados por Almagro en el puente de Abancay, y tenían por odiosos a sus
enemigos, mataban a muchos de ellos, aunque estaban heridos y se rendían.
Llevando a Ruy Díaz (capitán de Almagro)
a las ancas de un caballo un amigo suyo, que era de los vencedores, salieron de
repente dos o tres e le dieron tales heridas, que quedó muerto a los pies del
caballo (otro ilustre capitán vilmente
masacrado)”.
En
el Cuzco, los presos pizarristas que habían quedado bajo la vigilancia de
Noguerol de Ulloa fueron liberados: “Salieron de su prisión y se vinieron a
encontrar con Hernando Pizarro. Hernando Bachicao había ido a buscar a Pedro de
Lerma, e, hallándole caído, el cobarde sacó la espada y diole muchas heridas, e,
creyendo que estaba muerto, lo dejó, y volvió diciendo a grandes voces que
dejaba muerto a Pedro de Lerma. Era ya tarde, e, tras robar a los vencidos, los
vencedores se fueron a la ciudad. Duraría la batalla poco más de dos horas.
Tuvo lugar el sábado de Lázaro (el
anterior a la semana santa), año de mil quinientos treinta y ocho”.
Sobre Pedro de Lerma conviene hacer una
aclaración, ya que sobrevivió a las heridas que le produjo el ‘bocazas’
Bachicao. Además, se le suele confundir con un hijo suyo que también se llamaba
Pedro de Lerma, lo que ha dado pie a que algunos hayan asegurado que murió
muchos años después. Quien deja las cosas en su punto sobre el destino final
del gran capitán que, siendo pizarrista, se pasó al bando de Almagro, es el
cronista Inca Garcilaso de la Vega. Oigámosle: “Lerma salió muy mal herido de
la batalla. Fue a curarse a casa de un caballero amigo suyo (en el Cuzco), al que yo en mis niñeces
conocí, que se llamaba Pedro de los Ríos, de la muy noble sangre que hay en
esta ciudad de Córdoba (donde Garcilaso
estaba escribiendo su crónica). Un soldado que se llamaba Juan de Samaniego
(era pizarrista) había sido ofendido
por Lerma, por lo que anduvo buscándole después de la batalla para vengarse de
él. Cuando supo dónde estaba, fue allá como hombre victorioso. En la casa no
había nadie, pero la anduvo toda hasta que halló a Pedro de Lerma en una pobre cama, y, sentándose
en ella, le dijo con mucha flema: ‘Vengo a satisfacer mi honra y a mataros por
una bofetada que me disteis’. Pedro de Lerma le dijo: ‘Bien sabéis que fuisteis
vos el causante de esa pendencia, y por vuestras demasías fui forzado a
dárosla. Poca satisfacción será para vuestra honra matar ahora a un hombre que
se está muriendo en su cama”. Le prometió también que, si se curaba, le daría
la oportunidad de vengarse en un duelo. Pero de nada sirvió: “Se levantó
Samaniego, y, echando mano a la daga, le dio muchas puñaladas, hasta que lo vio
muerto”.
(Imagen) PEDRO DE LERMA no solo perdió la
vida en forma miserable por haberse pasado al bando de Almagro, sino también,
en los archivos oficiales, la memoria de sus grandes méritos y hasta su buen
nombre. El texto de la de imagen es el primer folio de un expediente presentado
en 1580 ante el Rey por un hijo suyo, también llamado Pedro de Lerma, solicitando
alguna merced. Empieza hablando de las primeras hazañas de su padre, pero
resulta llamativo que no hace ni la más mínima alusión a su paso al bando de
Almagro ni a la forma en que murió. Sabría que al Rey no le haría ninguna
gracia. Dice que su padre nació en Burgos, y que era hermano “del doctor
Velasco, oidor que fue del Consejo Real de Castilla, y del capitán Salinas”.
Añade un dato que ya vimos: “Sirvió a
Vuestra Alteza en la conquista de Santa Marta (Colombia) tres años, siendo capitán y a su costa, por especial
comisión de García de Lerma, su tío, Gobernador de la dicha provincia (con el que tuvo algunas diferencias)”.
Cuenta que luego fue a Perú con Hernando Pizarro cuando Lima estaba cercada por
los indios, y, al hacerles resistencia, “le quebraron tres dientes de una
pedrada, y, en el tiempo que mi padre retuvo a los indios, se pudo avisar a Don
Francisco Pizarro (y, así, se salvó la
ciudad)”. Termina lo referente a su padre diciendo que después Pizarro “lo
nombró Capitán General para que fuese a socorrer la ciudad del Cuzco, que la
tenía cercada Manco Inca, en lo cual, y en todo lo demás que se le ofreció en
el tiempo de su vida, sirvió a Vuestra Alteza con mucha diligencia”. Con estas
últimas palabras evita diplomáticamente hablar de lo mal que acabó con Pizarro
y de su puesta incondicional al servicio de Almagro.
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