domingo, 3 de marzo de 2019

(Día 769) Pizarro retiene presos a los dos emisarios de Almagro. Manda también espías para ver por dónde se le puede atacar. Con la información, Hernando Pizarro le pide a Pizarro que dé la orden de entrar en combate, y lo acepta.


     (359) A Pizarro le leyó la provisión un escribano: “Después de haberlo oído, dijo que se les tuviese allí hasta que él otra cosa mandase, e los dejó bajo la guardia de algunos de a caballo. Y de esta suerte fueron detenidos Juan de Guzmán y el licenciado Castro”. Su situación empeoró cuando Pizarro tuvo noticias de las andanzas de Rodrigo Orgóñez: “Supo que Rodrigo Orgóñez había apresado y matado a algunos de sus hombres (otro paso en la fatal escalada), y, mandando que trajesen a Juan de Guzmán y al licenciado Castro, les fueron echados grillos y cadenas”.
     Para conocer los posibles movimientos militares de los contrarios, Pizarro tomó sus precauciones: “Mandó a Lope Martín y a Fabián González que fuesen con tres indios naturales de aquella provincia para que mirasen los dos caminos que iban a salir a Guaitara, donde tenía asentado su real Almagro, y que volviesen a darle aviso de todo ello, para que él decidiese lo que convenía hacer. Se ofrecieron a hacer lo que les mandaba, y partieron al cuarto del alba con los tres indios, dándose tanta prisa que subieron hasta lo alto de de la sierra, que serían dos leguas de camino, cuando amanecía. Después de ver que allí había gente de los enemigos, las dificultades del camino y por dónde se les podía atacar, dieron la vuelta, y, a todo correr, comenzaron a huir por el camino por el que habían venido para no ser apresados por sus enemigos, que ya les habían oído y los perseguían, mas no los pudieron alcanzar. Llegaron al valle de Lima y avisaron al Gobernador Pizarro de que se podría ganar aquel paso, aunque con gran dificultad e con muerte de alguna gente. Hernando Pizarro les dijo que no lo contasen en el real, porque él pensaba prepararse ya para ir a ganar aquella posición”.
     En el campo contrario, también reinaba el nerviosismo: “Los de Almagro, como vieron que no volvían Juan de Guzmán y el licenciado Castro, imaginaron que estaban presos. Rodrigo Orgóñez mandó a Francisco de Chaves e a Salinas que tuviesen gran cuidado en guardar la parte alta para que no la ganasen los enemigos, y él se fue adonde estaba asentado su real”.
     Sabio consejo, porque los de Pizarro lo iban a intentar: “Después de traer Lope Martín y su compañero las noticias de lo que habían visto  de lo dificultoso que sería ganar la cumbre de la sierra,  Hernando Pizarro y los demás capitanes le dijeron al Gobernador Pizarro que ya era tiempo de mostrar a los de Chile cuán errados habían andado, y de castigarlos por todo el atrevimiento que habían tenido, y que se debía ya mandar a la gente que se preparara para irles a ganar lo alto de Guaitara. Respondioles el Gobernador que se hiciese así, porque le contentaba mucho”. De manera, pues, que, de mal en peor, llegamos al punto en el que la escalada militar va a ser imparable. Estallará la batalla de las Salinas, en la que Almagro, hasta ahora triunfador en los encontronazos anteriores y en su apoderamiento del Cuzco, lo perderá todo, incluso la vida (tres años más tarde, lo pagará Pizarro con la suya).

     (Imagen) No vendrá mal familiarizarse con los nombres de los principales protagonistas de las guerras civiles haciendo referencia a hechos que veremos posteriormente. Tras haber adelantado que FRANCISCO DE CHAVES murió asesinado junto a Francisco Pizarro en 1541, toco otro asunto posterior a través de un expediente de PARES del año 1552. El escrito de la imagen es la primera página, y cuenta lo siguiente: La viuda de Chaves, María de Escobar, y su nuevo marido, Don Pedro Portocarrero, pleiteaban porque se les había quitado una encomienda de indios. Él decía que tenía otras concedidas (en el Cuzco) “por los muchos servicios que había hecho y hace”. Pero también se le había dado otra encomienda (en Lima) a FRANCISCO DE CHAVES, “marido que fue de la dicha María de Escobar, en la cual sucedió ella por no quedar hijo ninguno del dicho su marido, y el licenciado Vaca de Castro, Gobernador de aquella tierra, se la reconoció por nuevo título, y la tuvo pacíficamente ella y su marido (Portocarrero) por mucho tiempo. Y estando así, el licenciado Pedro de la Gasca, Presidente que fue de aquellas tierras, Obispo que al presente es de Palencia, sin oírles, los despojó de la encomienda de la dicha María de Escobar y se la entregó al Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaysa”. El gran Pedro de la Gasca no solo era un hombre muy hábil y valiente, sino también justo. Es muy probable que, tras derrotar a Gonzalo Pizarro, quisiera saldar viejas cuentas, y, aunque Chaves llevaba unos diez años muerto, quizá viera en él pruebas de haber sido desleal a la Corona. Por otra parte, no cabe duda de que la encomienda quedaba en buenas manos, las de otro tipo excepcional, el arzobispo Loaysa.



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