(324) Cuando llegó lo requisado adonde
estaba Pizarro con sus hombres, les pareció de perlas el atropello: “En la
Ciudad de los Reyes se alegraron mucho
el Gobernador y todos sus capitanes y consejeros. Entre la documentación había
algunas cartas del Adelantado Almagro que trataban de arraigar en los ánimos de
algunos que él podía hacerles mercedes, pidiéndoles también que se hiciesen amigos
suyos, porque los límites de su gobernación se extendían hasta la misma Ciudad
de los Reyes (era un auténtico disparate)”.
Como siempre hacían los que tenían la
máxima autoridad cuando había que tomar una decisión de gran importancia,
Pizarro reunió a sus capitanes y a sus consejeros para escuchar su opinión: “A
unos les pareció que lo más acertado sería devolver los despachos de Almagro,
pues, cuando los de Pizarro fueron al Cuzco, no recibieron ninguna molestia de
los almagristas; otros decían que lo que convenía era mandárselos a Su
Majestad. Se acordó que las cartas y despachos que venían para algunas personas
se retuviesen sin dárselos, y que el factor Illán Suárez de Carvajal se
disculpase con los mensajeros por el trato que les habían dado, pues no había
sido hecho por mandato de Pizarro, y que les dijese que viniesen pronto y que
se había alegrado mucho de su llegada. Los mensajeros de Almagro iban muy
sentidos por el tratamiento de haberles asaltado y tomado lo que traían, pues tan
preeminente suele ser su misión en todas las partes en las que se guardan con rectitud las normas de la
milicia”.
Después de subrayar que los de Pizarro
habían vulnerado un código de honor y respeto entre caballeros, continúa Cieza:
“Fueron todos a dormir a Chilca, y ellos tuvieron la habilidad de, sin ser
sentidos, enviar con unos indios una carta a Almagro, haciéndole saber cómo los
habían tratado. Cuando llegaron a la Ciudad de los Reyes, el Gobernador Pizarro
los recibió muy bien”. Lo primero que hizo Pizarro fue preguntarle a Juan de
Guzmán por qué se había atrevido Almagro a apoderarse del Cuzco. La respuesta
fue tajante. Le dijo que Almagro actuó así porque estaba seguro de que el Cuzco
se encontraba dentro de su gobernación, basándose en que sus pilotos, midiendo
las distancias como ordenaba el Rey, directamente por el meridiano, no tenían
duda de que la ciudad le correspondía a
él.
No solo se trataba de las ambiciones de
Pizarro y Almagro. El problema se agravaba porque los soldados también veían
amenazados sus intereses: “Cuando los vecinos de Lima supieron que el
Adelantado Almagro había hecho una población e fundado nueva ciudad (Trujillo) en los términos de la suya y
en sus propios repartimientos, fue grande la saña que tomaron, pues no era cosa
de sufrir que Almagro pensase repartir sus indios entre los que con él venían,
por lo que había gran alboroto en la ciudad”. No obstante, Pizarro aceptó
oficialmente la propuesta de Almagro, estuvo de acuerdo en que fueran sus
mediadores D. Alonso Enríquez y Juan Guzmán, y nombró los suyos propios; “Dijo
que, para que no haya dilación, designaba por su parte a fray Juan de Olías, provincial
de los dominicos, e a Francisco de Chaves para que hicieran averiguación con
los pilotos más hábiles, y para que, conforme a lo que hallaren ser justo,
señalasen los límites de las gobernaciones”.
(Imagen) Poco se sabe de fray Juan de
Olías, y de los religiosos en general, pero entre ellos hubo muchos héroes de
gran cultura y sincero interés por los nativos. Si Pizarro lo escogió como
mediador, fray Juan tuvo que ser una persona inteligente y muy sensata. Era
dominico y fundó dos conventos, uno en Lima y otro en el Cuzco. Las vidas se
entrecruzan, y, poco después, en 1539, le sustituyó como Provincial de la Orden
el palentino FRAY TOMÁS DE SAN MARTÍN, sin duda porque le superaba en
capacidad, dado que su biografía fue muy notable. Además de llegar a ser Obispo
de Charcas en 1533, con sede en la ciudad de La Plata (actual Sucre), su
protagonismo como mediador de la Corona en las guerras civiles de Perú logró
grandes éxitos, pero no pudo impedir que se impusiera finalmente la barbarie.
Dio también pruebas de procurar el bien de los indios. Hay un documento en el
que consulta a fray Bartolomé de las Casas “si son bien ganados los bienes que
han adquirido de los indios los conquistadores, a cuya consulta le responde que
aquellos bienes ni son bien tenidos, ni los deben conservar, y que aun los
confesores de los que los tienen no se lo deben consentir (fray Bartolomé no se molestaba en matizar la ‘casuística’)”. Otro
gran mérito de fray Tomás fue formar parte del equipo que creó en Lima la
Universidad Mayor de San Marcos, la primera que se fundó en América. Fray Tomás
murió en 1555, teniendo 72 años.
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