martes, 15 de enero de 2019

(Día 728) Almagro funda en el valle de Chincha la ciudad de Almagro (que poco duró). Pizarro, sin dejar de reforzar su ejército, acepta la propuesta de Almagro de nombrar dos mediadores por cada parte para decidir los límites de las gobernaciones.


     (318) Lo afirma así Cieza porque era entonces muy frecuente en los juicios y probanzas que los testigos se limitaran a decir, para favorecer a alguien, que era verdad lo que les preguntaban. Todos los interesados halagadores le aseguraban a Almagro que tenía derecho a fundar en el valle de Chincha: “Al cabo de algunos días llegó a la provincia de Chincha, a principio del mes de octubre de mil quinientos treinta y siete, dando algunas razones en un auto ante los escribanos, por las cuales mostraba convenir fundar allí la ciudad, ya que Su Majestad era de ello servido e caía en los términos de su gobernación; la situaron en aquel valle de Chincha, e llamose la ciudad Almagro. Esta fundación no permaneció muchos días”. Quiso dejar Almagro memoria de su localidad de origen, o de su propio apellido, pero tanto él como la recién nacida Almagro van a desaparecer pronto. Fue el destino de casi todos los que se rebelaron contra la Corona. Hasta en los documentos sobre las Indias fueron marginados: su rastro queda claro solamente en los hechos que ocurrieron mientras sirvieron al Rey; las referencias a sus períodos de rebeldía son muy escasas. Casi como una broma de la Historia, la única ciudad que, en recuerdo de Almagro, lleva su nombre en las Indias, fue rebautizada así, como ya vimos, hace escasos años en Chile, al borde del desierto de Atacama, por donde él pasó con su tropa a la vuelta hacia Perú de su terrible campaña por aquellas tierras andinas.
     A poca distancia, Pizarro, igual de inquieto y ajetreado que su ‘viejo amigo’ Almagro, ordenó que fueran reforzadas sus tropas en Lima, y esperaba impaciente que volvieran del Cuzco sus negociadores, el licenciado de la Gama, el factor Illán Suárez de Carvajal y Diego de Fuenmayor. No tardaron en llegar y le pusieron al corriente de la propuesta de Almagro. Después de oírlos, reunió a sus capitanes y consejeros para que le dieran su opinión sobre lo que lo convendría hacer: “Les dijo que Almagro quería dejar la decisión sobre el conflicto en manos de terceros que determinasen lo que fuese hecho, aunque no dejaba todavía de engrosar su ejército y de  prepararse para salir del Cuzco con todas las armas que pudiera aderezar. Después de que hubieron tratado sobre ello, pareciéndoles que sería cordura procurar la paz e concordia, y huir de la guerra e de las disensiones, pensaron que el Gobernador debería nombrar, como Don Diego de Almagro, otros dos caballeros, y se vería lo que determinaban acerca de la partición de las gobernaciones, pero sin que dejara de juntar el máximo de gente posible ni de hallarse aparejado para todo lo que fuese necesario”. Le pareció bien el consejo a Pizarro, y le pidió a su secretario, Domingo de la Presa, que redactara un documento público (con la contundencia propia de las promesas que no se piensan cumplir): “En él asentaba que estaba presto, e prometía aceptar lo que dijeren, aclararen, hicieren y concertaren los terceros que fuesen puestos de la parte del Adelantado Don Diego de Almagro e de la suya, e que no iría contra ello jamás”.
    
     (Imagen) No solo el poderoso Antonio Picado ejercía como secretario de Pizarro. También lo era el vasco DOMINGO DE PRESA, nacido en Las Encartaciones de Vizcaya. Muestro ahora en la imagen un documento del año 1553, del que ya dije algo. Resumo su contenido: Pedro de la Presa (sobrino de Domingo) dice que su tío fue a Perú con Pizarro hacia 1523, donde sirvió al Rey, no solo como soldado en la conquista, sino también como Contador y en cargos de Justicia, por lo cual Pizarro le dio repartimientos de indios. Luego afirma que Domingo “falleció en la ciudad de Sevilla cuando vino hace unos doce años para casarse y volverse a Perú con su mujer, de manera que su herencia me pertenece a mí por no haber dejado hijo legítimo, y a otras personas de quien tengo poder para ir a cobrarlo”. Sigue diciendo: “Aunque se han enviado poderes para cobrar la dicha hacienda con Jerónimo de Escribano, mercader vecino de Bilbao, nunca ha enviado recado de Perú. Por lo cual, suplico a Vuestra Alteza que me dé la licencia para que yo pueda ir a cobrar los dichos dineros”. En el expediente se ve escrito un ‘No ha lugar’. Le negaron el permiso a Pedro de la Presa, y ordenó el Rey que se enviaran directamente los bienes de su tío a la Casa de la Contratación de Sevilla, quizá para luego entregárselos. DOMINGO DE LA PRESA, que había hospedado en su casa a Diego de Almagro el Mozo, reciente huérfano, se imaginaría que estaba tramando el asesinato de Francisco Pizarro, pero se libró de verlo consumado porque partió hacia España poco antes de que lo mataran, aunque los dos, él y Pizarro, murieron casi al mismo tiempo.



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