jueves, 3 de enero de 2019

(Día 718) Orgóñez está a punto de apresar a Manco Inca. Nueva propuesta de Almagro: que se resuelva el conflicto mediante dos mediadores de cada parte. Cieza dice que muchos opinan erróneamente sobre este asunto, tan complejo que hasta él tiene dudas tras 16 años de investigación.


     (308) Orgóñez quería someter definitivamente a los indios y los fue persiguiendo: “Pero Manco Inca había cobrado tanto miedo de los cristianos, que iba a toda prisa por aquellas sierras. Estaba tan turbado y temeroso, que le dijo a su gente que quería esperar a Orgóñez e procurar con él la paz, mas no concluyó ninguna cosa porque los suyos le amonestaron que no lo hiciese, pues le quitarían al momento la vida. Después los españoles prendieron a mucha parte de su gente, y él se escapó con solo una mujer que tenía. Cuando lo supo Rodrigo Orgóñez, le pesó no haberlo apresado. Partió para volver al Cuzco, soltando primero mucha gente  de la que había apresado y que estaba al servicio de Manco Inca”.
     Cuando llegó Orgóñez al Cuzco, aún andaba Almagro en negociaciones con los enviados de Pizarro. Cieza nos dijo antes que volvería a hablar de la muerte del licenciado Gaspar de Espinosa, pero se olvida de hacerlo. Se limita a decir que, antes de que muriese, hubo un nuevo planteamiento para conseguir la paz definitiva entre ambas partes. Nos revela que Pizarro les había dicho a sus negociadores “que él aprobaría cualquier concierto que tomasen con el Adelantado Almagro con la condición de que Hernando Pizarro lo tuviese por bueno, e, como este no deseaba otra cosa más que verse libre, aconsejaba a los mensajeros que llegaran de cualquier manera a un acuerdo con Almagro, a condición de que salieran de la prisión en la que estaban él, Gonzalo Pizarro y Alonso de Alvarado”. Hasta un ciego vería que, una vez libres, los Pizarro no cumplirían sus promesas. Así que Almagro sugirió encauzar el asunto de otra manera, que, aunque en principio era sensata, tampoco serviría de nada: “Propuso que él nombrara dos personas sabias e doctas, e que el Gobernador Don Francisco Pizarro nombrase otras dos, dándoles entrambos poder para que pudieran, tomando información de expertos pilotos, dividir la gobernación e señalar sus términos, e, si alguno de los dos tuviese ocupado lo ajeno, que le obliguen a que lo abandone, pues él quería más seguir la razón que no su fortuna, e que se obligaba a respetarlo hasta que Su Majestad otra cosa mandase”.
     Luego Cieza nos asegura dos cosas: que hizo un trabajo a conciencia para dejar claro y con información objetiva la historia que está contando y la complejidad de estas negociaciones, y que ni así pudo llegar a entenderlas en todos sus detalles: “Todas esto que voy narrando es verísimo (¿se usaría entonces la palabra al estilo italiano?) e pasó así, e son palabras sacadas de los procesos de los escribanos Domingo de la Presa e Alonso de Silva, quienes las escribieron en aquel tiempo, e de los originales que con muy gran trabajo he buscado, sacando testimonios de notarios y de los libros de los cabildos, e lo demás lo vi por mis propios ojos. Y así, procuro hablar algunas veces para rebatir a los que, estando en sus casas lejos de acá, quieren desde allí comprender lo que, en dieciséis años que llevo peregrinando por estas partes, no lo he podido saber enteramente”.

     (Imagen) GASPAR DE ESPINOSA nació hacia 1484 en Medina de Rioseco (Valladolid). Se duda de que, salvo el de bachiller, tuviera títulos académicos, pero había estudiado en Salamanca, era muy culto y pertenecía a una familia de ricos banqueros descendientes de conversos judíos (como ocurría con el gran filósofo, de ascendencia portuguesa, Baruch Spinoza). Quizá por su prestigio personal, se le trató como licenciado e incluso como doctor. Estuvo muy relacionado con Pedrarias Dávila, también descendiente de conversos. Lo nombró alcalde de Santa María La Antigua, la primera ciudad española en zona continental. Dirigió el proceso contra Vasco Núñez de Balboa, pero no quiso sentenciarlo a muerte, siendo Pedrarias quien tuvo que asumir la responsabilidad de hacerlo. Pedrarias lo mandó a conquistar tierras panameñas. Espinosa sentó las bases para la fundación en Panamá de Natá de los Caballeros. Actuó con crueldad contra los indios, haciendo muchos esclavos en una época en la que todavía era bastante frecuente. Al margen de esa falta de escrúpulos (frecuente entre las tropas del brutal Pedrarias Dávila), Gaspar de Espinosa fue un hombre muy valorado. Por eso  intervino en un momento clave de la crisis de los dos gobernadores, Pizarro y Almagro. Llevó la voz cantante en representación de Pizarro, dándole con vehemencia, aunque sin parcialidad, sensatos consejos a Almagro para que dejara de lado el ansia ciega de poder y evitara a cualquier precio que la guerra civil arrasara con todo y con todos. Fracasó, y, según los cronistas, el enorme disgusto acabó con su vida.



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