sábado, 12 de enero de 2019

(Día 726) Gonzalo y sus compañeros huyen del Cuzco sin haber querido hacer daño a nadie. Perálvarez Holguín, cumpliendo su palabra, no escapa. Le vuelven a aconsejar a Almagro que mate a Hernando Pizarro, y se niega, pero tampoco acepta la idea de enviárselo preso al Rey.


     (316) Oigamos, pues, a Cieza: “Perálvarez Holguín e Garcilaso de la Vega habían ido el día anterior a cazar. Venido Perálvarez, le rogaron los capitanes Pizarro y Alvarado quisiese juntarse con ellos para irse a Lima, pues con ello haría gran servicio a Su Majestad e al Gobernador, y él no lo quiso hacer, respondiéndoles que había dado a Almagro su palabra de no huir (bajo la estricta forma de ‘pleito homenaje’) e no la podía quebrantar, por lo que determinaron prenderlo con toda moderación. Después de juntar todos los que pudieron ir con ellos, partieron del Cuzco sin matar ni hacer daño alguno”.
     Mientras tanto, Diego de Almagro seguía avanzando hacia Lima, totalmente ajeno a lo que había sucedido en el Cuzco. Llegaron a la provincia de Lucanes llevando preso a Hernando Pizarro, sobre quien volvieron a hacer consideraciones, y Cieza nos da a entender que seguían pesando los criterios discutidos ya en el Cuzco: “Tomó Almagro el parecer de letrados entendidos en aquellos negocios, cuyas razones yo no las sé, pero el licenciado Prado y el bachiller Guerrero muchas veces le dijeron que firmarían con sus nombres que estaría my justificado cortar la cabeza a Hernando Pizarro y a Gonzalo Pizarro. Si fuera por el parecer del general Rodrigo Orgóñez, Almagro jamás sacaría de la ciudad del Cuzco a Hernando Pizarro vivo”. Aunque algunos historiadores ven a Cieza como excesivamente defensor de Pizarro, la siguiente frase suya bastaría para reconocer que, en líneas generales, su criterio era también generoso con Almagro, recogiendo palabras suyas que le honraban: “Mas el Adelantado Don Diego de Almagro no quería que la sangre de los hermanos de su compañero se esparciese y derramase solo por asegurar los límites de su gobernación”. Quizá le faltó el sentido práctico y duro que requería la situación, como luego se demostró, pero hubo alguien que le sugirió la solución perfecta: “El Contador Juan de Guzmán le había aconsejado también en el Cuzco que, como tenía el navío en que fue a Chile, debía enviar presos en él a España a Hernando Pizarro y a Gonzalo Pizarro, secuestrándoles su hacienda para el Fisco Real, y enviándolos con persona que los entregase en las manos de Su Majestad”. Se había utilizado bastantes veces en las Indias este sistema para resolver conflictos muy graves, y con excelentes resultados. Y Cieza se lamenta: “Consejo de amigo fuera, si él lo tomara, pero no fue capaz de recibirlo ni guiarse por él, de manera que no se resolvió nada más por entonces”.
     Según avanzaba, Almagro iba fraguando la idea de fundar una ciudad “para tener la costa segura y que los despachos que le viniesen de parte de Su Majestad le llegasen seguros a sus manos sin ser estorbados, y para recibir allí a gente, socorro y caballos de Tierra Firme (Panamá), de la Nueva España (México) y de otras partes, y se acordó edificarla en el valle de Chincha”. Al parecer, cometieron a su paso muchos abusos contra los indios, y Cieza, siempre tan providencialista, una vez más critica duramente a los españoles por hacerlo, pero considera que los propios pecados de los nativos les trajeron como consecuencia un castigo divino.

     (Imagen) El contador JUAN DE GUZMÁN acaba de dar el más sensato de los consejos para evitar la guerra, pero, pasado el tiempo, no pudo perdonar que Almagro fuera decapitado, ni que en 1540 Francisco y Hernando Pizarro lo despojaran a él de su bienes y del cargo de Contador Oficial que venía desempeñando, como constata el enunciado de la siguiente Cédula Real:  “Real Cédula de D. Carlos al licenciado Vaca de Castro, por la que le manda entienda en el asunto de Dª Catalina de Padilla, mujer de Juan de Guzmán, Contador de la provincia de Nueva Toledo (la Gobernación de Diego de Almagro), el cual intervino en arreglar las paces entre Almagro y Pizarro, y, antes de venir a España, fue apresado por éste y su hermano Hernando y despojado de sus bienes y del cargo de Contador, así como del repartimiento de indios que Almagro le había dado”. Quizá todo eso fuera el motivo de que  participara en 1541, como ya comenté, en la conspiración que acabó con la vida de Pizarro. Es posible que el hecho de que no fuera ejecutado por un delito tan grave, se debiera a que luego luchó incorporado a las fuerzas leales al Rey (hemos visto un caso semejante, el de Nicolás de Heredia). No parece que viviera holgadamente sus últimos años. En 1548, su mujer intentó hacer valer los méritos de Guzmán presentando testigos en el Consejo de Indias. Aún vivía en 1556, pero tuvo otro sinsabor. El documento de la imagen revela que  entonces se encontraba en España  y residía en Ocaña, así como que estaba envuelto en un pleito promovido por Blas de Madrid, quien le reclamaba los bienes de su hijo Juan Fernández de Madrid, muerto en Perú.



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