martes, 8 de enero de 2019

(Día 722) Se repite la escena. Almagro echa la culpa de todo a Pizarro. Rodrigo Orgóñez le dice que mate a Hernando Pizarro, a Gonzalo y a Alonso de Alvarado. Diego de Alvarado insiste en que sería una barbaridad. Deciden salir del Cuzco llevando preso a Hernando Pizarro. Perálvarez Holguín trata de huir con varios hombres, pero Aldana se lo dice a Almagro y lo retiene.


     (312) Los representantes de Pizarro, después de terminados los trámites del convenio, partieron para Lima. En cuanto salieron, Almagro convocó a todos sus capitanes para que supieran lo que se había tratado, y se centró principalmente en una catarata de quejas, las viejas y las nuevas, contra Pizarro, con tanto detalle e insistencia, que mostraba con claridad su rencor y que, en realidad, no confiaba en una solución pacífica. Les decía que cuando él se dirigió a Chile, ya sabía muy bien Pizarro cuáles eran los límites de las gobernaciones: “Y que no solamente le pesó cuando lo supo, sino que con todas sus fuerzas le insistió para que fuese a aquellas tierras. Les dijo también que, si Pizarro se había vuelto a Lima, no había sido más que por hacer llamamiento de gente para venir contra ellos, y les preguntó qué creían que se debía hacer”.
     Y se repitió,  de pe a pa, la escena que ya conocemos: “Rodrigo Orgóñez dijo que debían, con toda prisa, sin aguardar a que el Gobernador Pizarro tuviese un ejército poderoso, salir ya del Cuzco e irlo a buscar, cortando primero la cabeza a Hernando Pizarro, Gonzalo Pizarro y Alonso de Alvarado. Diego de Alvarado no se avenía a que se aprobase el consejo de Orgóñez, diciendo que deberían procurar la paz sin muertes de hombres principales. Finalmente, acordaron salir del Cuzco y llevar preso a Hernando Pizarro, y dejar presos en la ciudad a Alonso de Alvarado y Gonzalo Pizarro a cargo de Gabriel de Rojas”.
     Cieza nos habla de que los que se habían pasado al bando de Almagro ya no se fiaban de sus buenas palabras, y parecían dispuestos a abandonarle: “Los que en la batalla de Abancay estaban con Alonso de Alvarado y le habían dicho a Almagro que se pondrían a su servicio, como el tiempo se alargase, sospechaban que las promesas que les hizo fueron fingidas y que sus cosas no iban guiadas hacia el servicio de Su Majestad, e algunos tenían voluntad de huir a la Ciudad de los Reyes. El principal movedor de este deseo era el capitán Perálvarez Holguín (recordemos que era un pizarrista apresado por Almagro), y el que más quería estar ya delante del Gobernador Don Francisco Pizarro, y hasta veinte amigos se ofrecieron para salir  con él del Cuzco. Y cuando ya iban a partir, Lorenzo de Aldana, que era primo de Perálvarez y entonces estaba bajo el mando de Almagro (fue íntimo de Pizarro y cambió varias veces de bando en las guerras civiles), por quitarle el propósito a Perálvarez, le hablaba de los trabajos y peligros que habían de pasar hasta llegar a Lima, porque les atacarían muchos indios de guerra”.
     Perálvarez no le  hizo caso: “Lorenzo de Aldana le avisó de todo ello a Almagro, pidiéndole por merced que, al detenerlo, no le hiciesen  ninguna molestia. Almagro mandó llamar a Perálvarez, y le reprochó su intención. Lo detuvo en su casa y le tomó pleito homenaje. A Lorenzo de Aldana le pesó que le tomara pleito homenaje (era una promesa entre caballeros que obligaba muy estrictamente; en este caso, para que no huyera). Perálvarez, por su parte, también se quejaba de Aldana por haberlo delatado. Por esta causa, Lorenzo de Aldana mostró después no tener tan verdadera amistad con Almagro como había tenido antes (un motivo más para sus cambios de bando)”.

     (Imagen) Curioso personaje PEDRO ÁLVAREZ HOLGUÍN. Tenía fama de soberbio, pero también era hombre de honor. Apresado por Almagro, intentó escapar. Se descubrió su plan, y Almagro, aunque no lo castigó, le obligó a hacer un juramento caballeresco de no volverlo a intentar. Fiel a su palabra, se  negó después a  huir con otros pizarristas que escaparon de la prisión, e incluso luchará más tarde junto a Almagro contra Pizarro en la batalla de las Salinas. Al ser derrotados, Almagro fue ejecutado, y Pizarro, que apreciaba a su paisano Holguín y comprendió su actitud, no tomó represalias contra él,  sino que lo incorporó a sus tropas. Tras ser asesinado Francisco Pizarro, el hijo de Almagro le propuso a Holguín que se uniera a sus fuerzas. Pinchó en hueso: se incorporó a las de Vaca de Castro, el representante del Rey, quien lo nombró Justicia Mayor del Cuzco. Luego ocurrieron dos hechos dramáticos. El primero fue que Holguín juzgó y sentenció a muerte (en ausencia) al hijo de Almagro y a sus principales cómplices en el asesinato de Pizarro (la imagen es parte de la sentencia, y muestra al pie la firma de Holguín). Ordenó “que los condenados, después de ser apresados, fueran sacados, atando a cada uno de la cola de un caballo, y traídos arrastrados por las calles a la plaza pública, donde serán hechos cuartos para que sean puestos por los caminos más públicos, para que a ellos les sea castigo,  y a otros ejemplo”. El segundo se refiere a que Holguín, poco después, luchó contra Diego de Almagro el Mozo, muriendo los dos en Chupas: él batallando, y, ‘el Mozo’, siendo ejecutado según lo dispuesto en la sentencia dictada anteriormente por el propio Holguín.



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