(312) Los representantes de Pizarro, después
de terminados los trámites del convenio, partieron para Lima. En cuanto
salieron, Almagro convocó a todos sus capitanes para que supieran lo que se
había tratado, y se centró principalmente en una catarata de quejas, las viejas
y las nuevas, contra Pizarro, con tanto detalle e insistencia, que mostraba con
claridad su rencor y que, en realidad, no confiaba en una solución pacífica.
Les decía que cuando él se dirigió a Chile, ya sabía muy bien Pizarro cuáles
eran los límites de las gobernaciones: “Y que no solamente le pesó cuando lo
supo, sino que con todas sus fuerzas le insistió para que fuese a aquellas
tierras. Les dijo también que, si Pizarro se había vuelto a Lima, no había sido
más que por hacer llamamiento de gente para venir contra ellos, y les preguntó
qué creían que se debía hacer”.
Y se repitió, de pe a pa, la escena que ya conocemos:
“Rodrigo Orgóñez dijo que debían, con toda prisa, sin aguardar a que el
Gobernador Pizarro tuviese un ejército poderoso, salir ya del Cuzco e irlo a
buscar, cortando primero la cabeza a Hernando Pizarro, Gonzalo Pizarro y Alonso
de Alvarado. Diego de Alvarado no se avenía a que se aprobase el consejo de
Orgóñez, diciendo que deberían procurar la paz sin muertes de hombres
principales. Finalmente, acordaron salir del Cuzco y llevar preso a Hernando
Pizarro, y dejar presos en la ciudad a Alonso de Alvarado y Gonzalo Pizarro a
cargo de Gabriel de Rojas”.
Cieza nos habla de que los que se habían
pasado al bando de Almagro ya no se fiaban de sus buenas palabras, y parecían dispuestos
a abandonarle: “Los que en la batalla de Abancay estaban con Alonso de Alvarado
y le habían dicho a Almagro que se pondrían a su servicio, como el tiempo se
alargase, sospechaban que las promesas que les hizo fueron fingidas y que sus
cosas no iban guiadas hacia el servicio de Su Majestad, e algunos tenían
voluntad de huir a la Ciudad de los Reyes. El principal movedor de este deseo
era el capitán Perálvarez Holguín (recordemos
que era un pizarrista apresado por Almagro), y el que más quería estar ya
delante del Gobernador Don Francisco Pizarro, y hasta veinte amigos se
ofrecieron para salir con él del Cuzco.
Y cuando ya iban a partir, Lorenzo de Aldana, que era primo de Perálvarez y
entonces estaba bajo el mando de Almagro (fue
íntimo de Pizarro y cambió varias veces de bando en las guerras civiles),
por quitarle el propósito a Perálvarez, le hablaba de los trabajos y peligros
que habían de pasar hasta llegar a Lima, porque les atacarían muchos indios de
guerra”.
Perálvarez no le hizo caso: “Lorenzo de Aldana le avisó de
todo ello a Almagro, pidiéndole por merced que, al detenerlo, no le
hiciesen ninguna molestia. Almagro mandó
llamar a Perálvarez, y le reprochó su intención. Lo detuvo en su casa y le tomó
pleito homenaje. A Lorenzo de Aldana le pesó que le tomara pleito homenaje (era una promesa entre caballeros que
obligaba muy estrictamente; en este caso, para que no huyera). Perálvarez,
por su parte, también se quejaba de Aldana por haberlo delatado. Por esta causa,
Lorenzo de Aldana mostró después no tener tan verdadera amistad con Almagro
como había tenido antes (un motivo más
para sus cambios de bando)”.
(Imagen) Curioso personaje PEDRO ÁLVAREZ
HOLGUÍN. Tenía fama de soberbio, pero también era hombre de honor. Apresado por
Almagro, intentó escapar. Se descubrió su plan, y Almagro, aunque no lo
castigó, le obligó a hacer un juramento caballeresco de no volverlo a intentar.
Fiel a su palabra, se negó después
a huir con otros pizarristas que
escaparon de la prisión, e incluso luchará más tarde junto a Almagro contra
Pizarro en la batalla de las Salinas. Al ser derrotados, Almagro fue ejecutado,
y Pizarro, que apreciaba a su paisano Holguín y comprendió su actitud, no tomó
represalias contra él, sino que lo
incorporó a sus tropas. Tras ser asesinado Francisco Pizarro, el hijo de
Almagro le propuso a Holguín que se uniera a sus fuerzas. Pinchó en hueso: se
incorporó a las de Vaca de Castro, el representante del Rey, quien lo nombró
Justicia Mayor del Cuzco. Luego ocurrieron dos hechos dramáticos. El primero
fue que Holguín juzgó y sentenció a muerte (en ausencia) al hijo de Almagro y a
sus principales cómplices en el asesinato de Pizarro (la imagen es parte de la sentencia, y muestra al pie la firma de
Holguín). Ordenó “que los condenados, después de ser apresados, fueran
sacados, atando a cada uno de la cola de un caballo, y traídos arrastrados por
las calles a la plaza pública, donde serán hechos cuartos para que sean puestos
por los caminos más públicos, para que a ellos les sea castigo, y a otros ejemplo”. El segundo se refiere a
que Holguín, poco después, luchó contra Diego de Almagro el Mozo, muriendo los
dos en Chupas: él batallando, y, ‘el Mozo’, siendo ejecutado según lo dispuesto
en la sentencia dictada anteriormente por el propio Holguín.
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