(307) Cieza nos va mezclando la situación de las negociaciones con la del
temor de Almagro a que Manco Inca aprovechase su partida hacia Lima para atacar
en el Cuzco: “Almagro quería que se firmara con los enviados de Pizarro el
convenio que incluía en sus términos como gobernador el pueblo de Mala, pero
dio lugar la enfermedad del licenciado Espinosa, e creyendo que presto fuera
sano, dilataron algunos días el firmarlo. E como tuviese intención de salir
pronto de la ciudad del Cuzco, temía que, cuando saliese para la ciudad de
Lima, vendría con toda su fuerza Manco Inca y la tornaría a cercar. Como tenía
tanta confianza en Orgóñez, le mandó que con doscientos españoles fuese a
conquistarlo”.
También nos explica la situación de Manco
Inca desde que decidió retirarse a Vilcabamba: “Partió con su gente hacia aquel
lugar llevando con muy gran cuidado a los cristianos que tenía presos,
especialmente al capitán Ruy Díaz, que no habían sido pocos los trabajos y el
maltratamiento que en su persona habían hecho. Llegado al valle y
fortaleciéndolo, enviaba cada día mensajeros a Paullo (el emperador títere de los españoles) para que se viniese a juntar
con ellos, bastando ya lo que había servido a los cristianos, mas Paullo le
respondió cuerdamente que mantenía su amistad con ellos porque todo lo lograban
con su esfuerzo, como lo probaba la resistencia de tan pocos contra miles de
indios que se habían juntado para les matar, y que le aconsejaba que no se
pusiese en armas contra los españoles. Al recibir el recado, Manco Inca
mostraba mucha ira contra él, y para que su gente lo odiase, decía muchas
palabras de deshonor en su contra, como que los españoles usaban de él
feamente, e que Almagro le había nombrado Inca. Después Manco Inca le mandó al
sumo sacerdote Villahoma que se hicieran muchas albarradas (obstáculos de defensa) por los caminos
por los que podían venir, e muchos hoyos hondos para que los caballos y los
cristianos fuesen muertos”.
Rodrigo Orgóñez se puso en marcha con toda
prisa porque sabía que Ruy Gómez y los
otros españoles que tenía presos Manco Inca aún estaban vivos. Encontraron
muchas dificultades por las barreras y hoyos que habían preparado los indios:
“Llegaron por fin adonde los indios estaban, habiéndose despeñado muchos
caballos por ser el camino muy dificultoso. Orgóñez mandó a los españoles
lanzarles muchas jaras con sus ballestas. Los indios se mostraron valientes,
mas los cristianos los fatigaron de tal manera que les obligaron a dejar su
fortaleza, y quedaron muertos y heridos muchos de ellos; y Manco Inca se salió
de otro fuerte. Ruy Díaz e los otros cristianos que tenía Manco Inca presos, al
ver que los indios huían de los españoles, muy alegres después de tanto tiempo
que lo estaban deseando, salieron de unos aposentos sin que nadie se lo
impidiera e fuéronse adonde los cristianos, que mucho se holgaron con su
venida, pesándoles de ver tan transfigurado al capitán Ruy Díaz, el cual les
contó cuán maltratado había sido de los indios”.
(Imagen) Añadamos (a lo ya dicho en otra
ocasión) algún dato sobre RUY DÍAZ LOBO. Llegó a Perú en 1531 bajo las órdenes
del duro Belalcázar. En 1534, fue uno de los héroes que en Teocajas, siendo
solo cincuenta hombres de a caballo, lograron desbaratar un ejército de miles
de indios. Pasó después a ser capitán de la tropa de Diego de Almagro, a quien
le llevó refuerzos por mar cuando volvía de Chile hecho trizas. En su barco
llegaba el jovencísimo Diego de Almagro el Mozo, quien desde entonces empezó a
escalar las duras peñas de la gran tragedia que fue su vida. Ahora lo vemos
eufórico a Ruy Díaz tras escapar de las
garras de Manco Inca. Había estado encerrado durante meses de angustia y sufrimientos.
Tuvo suerte de que no lo mataran los indios, pero pronto será asesinado por las
tropas pizarristas, como su libertador Rodrigo Orgóñez, a quienes no se respetó
su pacífica rendición en la batalla. De ahí que su familia denunciara después a
Hernando Pizarro como principal responsable de infringir las normas militares.
Así se ve en la imagen, que es parte de un documento firmado por el Rey. El
texto dice: “Sabed que un pleito está pendiente ante Nos, en el nuestro Consejo
de las Indias, entre Juan de Chillón, por sí y en nombre de Diego de Chillón, y
Leonor Hernández Lobo de la una parte, y de la otra Hernando Pizarro (es curioso que no lo llame capitán),
sobre la muerte del capitán Ruy Díaz, de la que los susodichos acusan (y se lo reclaman) al dicho Hernando
Pizarro”. El Rey termina después el documento ordenando a sus funcionarios que
tomen declaración sobre los hechos a diversos testigos.
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