viernes, 4 de enero de 2019

(Día 719) Cieza ya no menciona a Gaspar de Espinosa; así que habrá que darle por muerto. Texto resumido del testamento de su mujer, Isabel de Espinosa (primera parte).


     (309) Ni siquiera el muy informado Cieza llegó a comprender en su totalidad el cúmulo de intentos que se hicieron para solucionar aquel gravísimo problema. Vamos  a ver un desesperante laberinto de propuestas  de negociaciones en un querer y no poder, porque, de hecho, solo habrían dado su conformidad si el contrario hubiese cedido. Sin embargo insistían, entre argucias y recelos, haciéndose la ilusión por ambas partes de que iban a conseguir colar un contrato con trampa, pero que, una vez firmado, tuviera fuerza jurídica suficiente para obligar a mantener la paz.
     En las siguientes actuaciones de los enviados por Pizarro no se menciona al licenciado Gaspar de Espinosa, quien hasta entonces se mostraba como jefe del grupo de negociadores, así que hemos de suponer que ya había fallecido. En la reseña de la imagen anterior, no hice ninguna mención a su familia porque carecía de datos. Pero he encontrado un curioso documento que aclara cuestiones importantes al respecto. Se trata de un testamento, y voy a hacer un amplio resumen del texto (ya hice una breve alusión) para que se vea el peculiar estilo con que se redactaban entonces las últimas voluntades y el interés que tenían desde el punto de vista humano. Sabremos bastante más de Gaspar de Espinosa (se verá con claridad que era un hombre muy rico) y de cómo se vivía en Panamá en aquellos tiempos, porque quien otorga el testamento es su mujer, ISABEL DE ESPINOSA. Escuchemos sus palabras:
     “In Dei nomine, amén. Sepan cuantos esta carta de testamento vieren cómo yo doña Isabel de Espinosa, mujer legítima que he sido del licenciado Gaspar de Espinosa, mi señor, difunto, que Dios haya, vecina desta ciudad de Panamá deste reino de Tierra Firme llamado Castilla del Oro,  natural de la villa de Medina de Rioseco, hija de García Ortiz y de doña María de Espinosa, su mujer, mis señores padres, vecinos que fueron de la dicha villa, difuntos, que Dios perdone”.
     “Estando yo enferma, mando que, si deste mal falleciere, que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia mayor desta ciudad de Panamá y catedral de señor San Pedro Mártir, en el lugar donde yo me siento, enfrente del altar de Nuestra Señora. Mando que en la dicha iglesia me digan otras cien misas rezadas además de las que en la iglesia rezaren los curas y clérigos della y que en los monasterios del señor San Francisco y de la Merced desta ciudad de Panamá me digan los religiosos en cada monasterio otras cincuenta misas de lo mismo. Mando que me digan en la dicha villa de Medina de Rioseco, en el monasterio de señor San Francisco, trescientas misas rezadas por mis padres y abuelos. Mando que, por cuanto yo me concerté con el señor obispo don fray Tomás de Berlanga,  en relación a la casa y hospital que el licenciado mi señor mandó hacer en la plaza desta ciudad y porque el dicho licenciado la mandó hacer de paja, que yo la hiciese de madera recia la dicha casa, que se acabe la dicha casa. Ruego y pido por merced a los hermanos de la cofradía de Nuestra Señora de la Concepción de esta ciudad que acompañen mi cuerpo el día de mi enterramiento”. (Seguiremos con la segunda parte).

     (Imagen) Aunque, al morir GASPAR DE ESPINOSA, dejó una considerable fortuna a sus herederos, los documentos revelan que, sin la presencia  de su poderosa personalidad, quedaron algo desamparados frente a quienes tenían ganas de revancha (o de justicia). Una cédula del año 1542 dice que “el Fiscal del Consejo de Indias denuncia que Juan de Espinosa, hijo del licenciado Gaspar de Espinosa y heredero suyo, siendo por ello albacea y tenedor de los bienes del difunto Hernando de Luque, clérigo y provisor de la catedral de Panamá, concertó con el Marqués Francisco Pizarro, por sí y en nombre del Adelantado Diego de Almagro, difunto, cierta compañía que entre los tres tenían, por virtud de la cual cobró 13.000 pesos de oro”. El Fiscal exigía que se devolviera ese dinero a la Iglesia, por ser heredera universal de Luque. El 1553, Felipe II “le pide a D. Antonio de Mendoza, Virrey de Perú, que le dé algún cargo a García (Ortiz) de Espinosa, vecino de León (Huánuco), en atención a los servicios prestados a la corona por su padre, el licenciado Gaspar de Espinosa”. Era habitual pedir mercedes basándose en los méritos de ilustres familiares, pero García encontró obstáculos. Tuvo que esperar cinco años para que lo nombraran regidor de Huánuco. La carta de la imagen es de 1558, y está escrita por Francisco de Espinosa insistiendo en que parece olvidada la petición que hizo su hermano García. Para hacer fuerza, insiste en que otro hermano suyo, Juan de Espinosa (el denunciado por el Fiscal en 1542) y su padre, Gaspar de Espinosa, murieron al servicio del Rey.



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