viernes, 11 de enero de 2019

(Día 725) Algunos de los liberados estuvieron a punto de matar a Gabriel de Rojas, pero Alonso de Alvarado les hizo entrar en razón. Gonzalo Pizarro y los suyos consiguieron controlar a los pocos hombres de Almagro que habían quedado en el Cuzco.


     (315) Así lo cuenta el cronista: “Tomando el negocio como propio, fue llamando a algunos que sabía que les habían de ayudar, e se juntaron casi treinta hombres armados, y encubiertamente se metieron en las casas de Gonzalo Pizarro. En la casa de los presos, ya estaban los palos gastados con el fuego. Diego Hernández, un velador cómplice, cuando le pareció que la ciudad estaba sosegada, comenzó a cantar, como señal de que saliesen los capitanes. Y así, Gonzalo Pizarro y Alonso de Alvarado salieron por la ventana sin ser sentidos de los guardianes que estaban con Antón de Almagro, ni nadie los vio porque la  noche estaba muy oscura, e anduvieron hasta que llegaron hasta la misma posada de Gonzalo Pizarro. Al ver juntos a aquellos sus amigos, se abrazaron unos con otros. Luego acordaron Gonzalo Pizarro, Alonso de Alvarado y Lorenzo Aldana ir a prender a Gabriel de Rojas, e para tomarlo sin sorpresa ninguna, les pareció bien llevar a un tal Setiel, que había sido criado de Hernando Pizarro y se había pasado al bando de Almagro. Fueron a su casa, y Setiel, viendo que no tenía más remedio, todo turbado y creyendo que lo iban a matar, salió de ella. Gonzalo le dijo: ‘No hayáis temor ninguno, Setiel, que de hombres como vos no se hace caso’. Dicho esto, le mandó que fuese a la casa de Gabriel de Rojas y llamase a la puerta. Llegados allí, Setiel dio grandes golpes de manera que Rojas los pudo oír, e mandado abrir la puerta, supo lo que pasaba, y temiendo que lo matasen, se metió en lo más adentro de su cámara debajo de las cortinas y paños de su cama. Entrando dentro, algunos lo quisieron matar, e dicen que lo maltrataron ásperamente, poniéndole las manos en las barbas, y que habría llegado la cosa a su final de no entrar Alonso de Alvarado (siempre sensato). Después de hablar algunas palabras con él, le sacó de allí diciéndole que perdiese el temor, pues ningún mal se le haría. Lo pusieron preso, y volvieron adonde estaban Antón de Almagro y sus compañeros durmiendo, y le dijo Gonzalo a voces que abriera la puerta. Al reconocerlo, Antón de Almagro recibió gran turbación, y salió temblando suplicándole que no le quitasen la vida. Mandaron que no se matase a ningún hombre, y le pusieron a Antón de Almagro preso con Gabriel de Rojas”.
     Después lo importante era controlar la situación en el Cuzco: “Los que estaban en la ciudad oían el estruendo, mas como  Diego de Almagro había llevado consigo toda la gente de su confianza, ninguno quiso ponerse en contra de los liberados, quienes, además, se pusieron con todos sus amigos en parte donde, si viniese alguna gente a socorrer a los apresados, pudiesen salir contra ellos. Gonzalo Pizarro andaba con otros por todas las casas tomando los caballos para poder ir a la Ciudad de Los Reyes”.
     Fue entonces cuando Pedro Álvarez Holguín  tuvo el noble gesto  de cumplir la promesa de honor militar que, como ya vimos, le había hecho a Diego de Almagro. Como comenté anteriormente, no se limitó a permanecer preso, sino que llegó al extremo de formar parte de la tropa de Almagro en la ya próxima batalla de las Salinas, luchando contra los soldados de Pizarro, su viejo amigo y paisano, a quien siempre había servido fielmente.

     (Imagen) Va siendo hora de que empecemos a dar datos de GONZALO PIZARRO, porque su protagonismo irá en aumento. Ha estado siempre actuando como un bravo capitán, pero oscurecido por las poderosas sombras de sus hermanos Francisco y Hernando Pizarro. También vimos con más autoridad que él a su otro infortunado hermano, Juan Pizarro, igualmente bastardo de Gonzalo Pizarro el Viejo, pero los dos hijos de la misma madre. Juan habría llegado muy lejos de no haber muerto luchando en el cerco a que Manco Inca sometió el Cuzco. Y van a ocurrir cosas que dejarán a Gonzalo como un rebelde solitario en las guerras civiles, puesto que Hernando partió para España y Francisco fue asesinado. Este dramático hecho ocurrió mientras Gonzalo lideraba una aventura que pudo ser grandiosa pero acabó en uno de los mayores desastres de las campañas de Indias: la exploración del Amazonas. Murieron la mayoría de sus hombres, y Francisco de Orellana (por fuerza mayor o traicionando a Gonzalo) siguió río abajo en solitario logrando la gloria de ser el primero que lo recorrió entero. Vuelto Gonzalo a Lima, supo del asesinato de Francisco, y, dos años después, al surgir una rebelión general de los encomenderos por el rigor del virrey Núñez Vela, los propios oidores de la Audiencia de Lima, en franca rebeldía contra el virrey, lo nombraron Gobernador de Perú. En el documento de la imagen se ve que, previamente, le exigieron un ‘pleito homenaje de caballeros’ en el que Gonzalo se comprometía a ejercer el cargo con fidelidad al Rey (se supone que fingió aceptarlo). El trágico final de Gonzalo no tardaría mucho en llegar.



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