lunes, 29 de enero de 2018

(Día 603) Resumen de la copia íntegra que hace Cieza del impresionante documento en el que Pizarro y Almagro ponen a Dios por testigo de su promesa de inquebrantable amistad.


     (193) Viene después el impresionante y extraño juramento al que se sujetan Pizarro y Almagro:
     Y para que esto más seguro y mejor efecto tenga, prometemos y juramos en presencia de Dios nuestro señor, ante cuyo acatamiento estamos, guardar y cumplir enteramente lo expresado y contenido en los capítulos siguientes, y suplicamos a su infinita bondad que cualquiera de nosotros que fuere en contrario de lo así convenido, con todo rigor de justicia, permita la perdición de su alma, y fama, honra y hacienda, para que reciba esa justa venganza por quebrantador de la fe que el uno al otro nos damos.
     Lo que sigue es el texto de los compromisos jurados y prometidos, que hacen hincapié en su mayor preocupación, las rivalidades y traiciones:
     Nuestra amistad y compañía se mantendrá con el amor y voluntad que hasta el presente entre nosotros ha habido, sin que se quebranten por intereses, codicias, ni cualquier ambición de honras y oficios. Ninguno de nosotros calumniará al otro ni procurará cosa alguna en daño y menoscabo de su honra, vida o hacienda. Los dos juntos, y no el uno sin el otro, escribiremos a su Majestad de lo que consideremos que mejor convenga a su real servicio, informándole de todo aquello con lo que se descargue más su católica conciencia y con lo que estas provincias más y mejor se conserven y gobiernen. Todos los provechos que se nos recrecieren, los traeremos manifiestamente a montón y colación, para que permanezca la compañía que tenemos hecha y en ella no haya fraude ni engaño alguno. Todo lo cual, según  la forma en que dicho está en nuestra voluntad de cumplirlo, poniendo a Dios nuestro señor por juez y a nuestra gloriosa madre Santa María con todos los santos por testigos, y para que a todos sea notorio, lo juramos y prometemos, firmándolo con nuestros nombres, estando presentes por testigos el licenciado Hernando Caldera, Teniente General de Gobernador en estos reinos, y Francisco Pineda, capellán de su señoría (Pizarro), y Antonio Picado, su secretario, y Antonio Téllez de Guzmán y el doctor Diego de Loaisa. El cual juramento fue hecho en la ciudad del Cuzco, en la casa del dicho don Diego de Almagro, estando diciendo misa el padre Bartolomé de Segovia, después de dicho el pater noster, poniendo los dichos gobernadores las manos derechas encima de la mano consagrada, a doce de junio de mil y quinientos y treinta y cinco años. Dio fe del documento Antonio Picado, escribano de Su Majestad y su notario público en todos los sus reinos y señoríos.

      (Imagen) Si no se tratara del texto original, uno pensaría que Cieza lo había revestido con su estilo literario, como recreó la arenga  de la sublevación de Manco Inca basándose en lo que le habían contado indios ancianos. La intensidad del juramento de fidelidad mutua que hacen PIZARRO  y ALMAGRO estremece. Tanta afirmación exaltada, que roza casi lo sacrílego puesto que prometen indirectamente entregar su alma al diablo si no cumplen su promesa de mantener para siempre la paz y la amistad entre ellos, demuestra que les angustiaba profundamente la deriva del deterioro de una buena relación tan larga y productiva. Pero no tenían ninguna necesidad de llegar a pedirle estrambóticamente a Dios que, “cualquiera de nosotros que fuere en contrario de lo así convenido, con todo rigor de justicia, permita la perdición de su alma, y fama, honra y hacienda, para que reciba esa justa venganza por quebrantador de la fe que el uno al otro nos damos”. La copia que hizo del documento Antonio Picado, secretario de Pizarro, puede verse en el portal PARES. La imagen es un trozo de la parte final, donde Picado dice lo siguiente: “Yo, Antonio Picado, Secretario de su Majestad, doy fe que fui testigo e me fallé presente al dicho juramento e solemnidad hechos por los dichos, y yo saqué este traslado del original que queda en mi poder”.



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