(182) Luego nos sorprende Cieza con un
comentario sobre Almagro que lo muestra con mucha autoridad: “Partió Almagro
con la mayoría de los que habían venido de Guatemala, procurando todos ganarle
la gracia porque, verdaderamente, aunque Pizarro era el Gobernador, Almagro
quitaba, ponía y mandaba a su voluntad”. Esto revela también que Almagro se fue
rodeando principalmente de los hombres de Alvarado, y llegará el momento en que
propiciarán el enfrentamiento contra Pizarro y sus veteranos, semilla de las
futuras guerras civiles. Sin olvidar que el cronista Pedro Pizarro siempre sale
en defensa de su pariente, el Marqués (como lo llama habitualmente), quizá
tenga razón en la crítica que hace de los de Alvarado: “Hecha la fundación de
la Ciudad de los Reyes, el Marqués don Francisco Pizarro envió a Almagro con
poderes a la ciudad del Cuzco. Llevó consigo la mayor parte de la gente de don
Pedro de Alvarado, los cuales iban tan hinchados y soberbios que todo este
reino les parecía poco, y así acordaron después irse a Chile con él, creyendo
que hallarían allá otro Perú”. Precisamente ese viaje a Chile, por su rotundo
fracaso, va a ser el detonante de la trágica guerra entre los dos bandos. Por otra parte, Pedro Pizarro confirma lo que
nos acaba de contar Cieza: la ostentosa generosidad de Almagro con los hombres
de Alvarado que le acompañaban. Inca Garcilaso de la Vega matiza una de las
razones por las que Pizarro envió a Almagro al Cuzco: “Quiso que fuera para que
se entretuviese con el príncipe Manco Inca y con sus dos hermanos Juan y Gonzalo
Pizarro. Encomendole el servicio del Inca y el buen tratamiento de los indios,
para que no se ensañasen, ni el Inca perdiese la afición que les tenía a los
españoles, pues se había amistado con ellos voluntariamente”. Inca Garcilaso
dice también que entonces Manco Inca seguía confiando en recuperar todo el
poder de los dos emperadores peruanos de trágico final, Huáscar y Atahualoa,
porque, al parecer, se lo prometió Pizarro, como había hecho con Titu Atauchi,
que era hermano de Atahualpa y después se rebeló contra los españoles. Sigamos
un poco más a Inca Garcilaso porque añade algo relativo a lo que fundó Pizarro entonces.
Rectifica las fechas que algunos dan sobre la población de Lima (pero se
equivoca, porque, sin duda, fue el 18 de enero de 1535) y explica el nombre que
le dieron: “Entrado el año de mil quinientos treinta y cuatro, el día de los
Reyes fue la fundación de aquella ciudad. Y por ser así, le dio por blasón y
divisa las tres coronas de aquellos santos Reyes y la estrella resplandeciente
que se les apareció. Habiendo repartido los solares y los indios entre los
españoles que allí habían de poblar, fue al valle de Chimo, a ochenta leguas al
norte de los Reyes, en la misma costa, y allí fundó la ciudad de Trujillo (Almagro había hecho antes una prefundación).
Diole el nombre de su patria para que quedase alguna memoria de él”. Ya
seguiremos con Inca Garcilaso, pero no estará de más recoger un expresivo párrafo
con el que va a pasar a otros asuntos de esta historia. Resulta quizá demasiado
elogioso, pero es lo que dice: “En esta ocupación tan buena, como fueron todas
las que este famosísimo caballero tuvo en todo el discurso de su vida, lo
dejaremos para decir otras cosas que pasaron en el mismo tiempo entre los indios”.
Habrá que recordar que Inca Garcilaso de la Vega era un cultísimo mestizo y que
su padre, Sebastián Garcilaso de la Vega, fue capitán de Pizarro.
(Imagen) Este plano que nos muestra Trujillo con
murallas es del siglo XVIII, pero eran mucho más antiguas (también las había en
Lima y en El Callao). ¿Por qué las construyeron si los indios no suponían ya un
peligro? Había una poderosa razón: LOS PIRATAS. Fueron desde mediados del siglo
XVI una pesadilla protagonizada principalmente por ingleses, franceses y
holandeses, estando al servicio de Inglaterra y Francia. Como no podían ocupar
el territorio, hicieron el mayor daño posible picoteando, tal y como se picoteó
con la Leyenda Negra. Hay un personaje glorioso y trágico al que hace ya mucho tiempo le dediqué numerosas
páginas: PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA. Le sedujo el gran sueño de establecer una
población en el Estrecho de Magallanes para cerrarles el paso a los piratas,
uno de los cuales era el mítico Francis Drake (quien luego murió enfermo tras
haber sido derrotado por los españoles en Panamá). Todo se puso en contra del
superhéroe (y muy culto) Sarmiento. Le falló el Destino y le traicionaron los
hombres. No pudo regresar (preso en Inglaterra y luego en Francia) en ayuda de
los numerosos pobladores que permanecían abandonados en la durísima Patagonia.
Cuando no quedaban vivos más que dieciséis, apareció por aquellas aguas el
pirata Cavendish; solo uno decidió embarcarse, TOMÉ HERNÁNDEZ. Tuvo la suerte
de escapar del barco en Puerto Quintero (Chile), y declaró más tarde en la
Audiencia de Lima el relato de aquella espantosa odisea. Años después, otro
barco pirata navegaba por el Estrecho y sus tripulantes encontraron al último
superviviente, un correoso robinsón que estaba totalmente trastornado y duró
poco. Se diría que es la historia más triste jamás contada.
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