martes, 16 de enero de 2018

(Día 592) Almagro parte para el Cuzco llevando en su ejército a la mayoría de los hombres de Alvarado, entusiasmados con lo que esperan encontrar en Chile. Pizarro consolida la fundación de Trujillo que había iniciado Almagro. Gran elogio de Inca Garcilaso a la biografía de Pizarro.

     (182) Luego nos sorprende Cieza con un comentario sobre Almagro que lo muestra con mucha autoridad: “Partió Almagro con la mayoría de los que habían venido de Guatemala, procurando todos ganarle la gracia porque, verdaderamente, aunque Pizarro era el Gobernador, Almagro quitaba, ponía y mandaba a su voluntad”. Esto revela también que Almagro se fue rodeando principalmente de los hombres de Alvarado, y llegará el momento en que propiciarán el enfrentamiento contra Pizarro y sus veteranos, semilla de las futuras guerras civiles. Sin olvidar que el cronista Pedro Pizarro siempre sale en defensa de su pariente, el Marqués (como lo llama habitualmente), quizá tenga razón en la crítica que hace de los de Alvarado: “Hecha la fundación de la Ciudad de los Reyes, el Marqués don Francisco Pizarro envió a Almagro con poderes a la ciudad del Cuzco. Llevó consigo la mayor parte de la gente de don Pedro de Alvarado, los cuales iban tan hinchados y soberbios que todo este reino les parecía poco, y así acordaron después irse a Chile con él, creyendo que hallarían allá otro Perú”. Precisamente ese viaje a Chile, por su rotundo fracaso, va a ser el detonante de la trágica guerra entre los dos bandos.  Por otra parte, Pedro Pizarro confirma lo que nos acaba de contar Cieza: la ostentosa generosidad de Almagro con los hombres de Alvarado que le acompañaban. Inca Garcilaso de la Vega matiza una de las razones por las que Pizarro envió a Almagro al Cuzco: “Quiso que fuera para que se entretuviese con el príncipe Manco Inca y con sus dos hermanos Juan y Gonzalo Pizarro. Encomendole el servicio del Inca y el buen tratamiento de los indios, para que no se ensañasen, ni el Inca perdiese la afición que les tenía a los españoles, pues se había amistado con ellos voluntariamente”. Inca Garcilaso dice también que entonces Manco Inca seguía confiando en recuperar todo el poder de los dos emperadores peruanos de trágico final, Huáscar y Atahualoa, porque, al parecer, se lo prometió Pizarro, como había hecho con Titu Atauchi, que era hermano de Atahualpa y después se rebeló contra los españoles. Sigamos un poco más a Inca Garcilaso porque añade algo relativo a lo que fundó Pizarro entonces. Rectifica las fechas que algunos dan sobre la población de Lima (pero se equivoca, porque, sin duda, fue el 18 de enero de 1535) y explica el nombre que le dieron: “Entrado el año de mil quinientos treinta y cuatro, el día de los Reyes fue la fundación de aquella ciudad. Y por ser así, le dio por blasón y divisa las tres coronas de aquellos santos Reyes y la estrella resplandeciente que se les apareció. Habiendo repartido los solares y los indios entre los españoles que allí habían de poblar, fue al valle de Chimo, a ochenta leguas al norte de los Reyes, en la misma costa, y allí fundó la ciudad de Trujillo (Almagro había hecho antes una prefundación). Diole el nombre de su patria para que quedase alguna memoria de él”. Ya seguiremos con Inca Garcilaso, pero no estará de más recoger un expresivo párrafo con el que va a pasar a otros asuntos de esta historia. Resulta quizá demasiado elogioso, pero es lo que dice: “En esta ocupación tan buena, como fueron todas las que este famosísimo caballero tuvo en todo el discurso de su vida, lo dejaremos para decir otras cosas que pasaron en el mismo tiempo entre los indios”. Habrá que recordar que Inca Garcilaso de la Vega era un cultísimo mestizo y que su padre, Sebastián Garcilaso de la Vega, fue capitán de Pizarro.


     (Imagen)  Este plano que nos muestra Trujillo con murallas es del siglo XVIII, pero eran mucho más antiguas (también las había en Lima y en El Callao). ¿Por qué las construyeron si los indios no suponían ya un peligro? Había una poderosa razón: LOS PIRATAS. Fueron desde mediados del siglo XVI una pesadilla protagonizada principalmente por ingleses, franceses y holandeses, estando al servicio de Inglaterra y Francia. Como no podían ocupar el territorio, hicieron el mayor daño posible picoteando, tal y como se picoteó con la Leyenda Negra. Hay un personaje glorioso y trágico al que  hace ya mucho tiempo le dediqué numerosas páginas: PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA. Le sedujo el gran sueño de establecer una población en el Estrecho de Magallanes para cerrarles el paso a los piratas, uno de los cuales era el mítico Francis Drake (quien luego murió enfermo tras haber sido derrotado por los españoles en Panamá). Todo se puso en contra del superhéroe (y muy culto) Sarmiento. Le falló el Destino y le traicionaron los hombres. No pudo regresar (preso en Inglaterra y luego en Francia) en ayuda de los numerosos pobladores que permanecían abandonados en la durísima Patagonia. Cuando no quedaban vivos más que dieciséis, apareció por aquellas aguas el pirata Cavendish; solo uno decidió embarcarse, TOMÉ HERNÁNDEZ. Tuvo la suerte de escapar del barco en Puerto Quintero (Chile), y declaró más tarde en la Audiencia de Lima el relato de aquella espantosa odisea. Años después, otro barco pirata navegaba por el Estrecho y sus tripulantes encontraron al último superviviente, un correoso robinsón que estaba totalmente trastornado y duró poco. Se diría que es la historia más triste jamás contada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario