jueves, 11 de enero de 2018

(Día 588) Pizarro deja el Cuzco bajo el mando de su hermano Juan y parte hacia la costa. Después de pasar por Jauja, vuelve otra vez llamado por Gabriel de Rojas, que teme un ataque indio. Pizarro decide trasladar la población para asentarla de nuevo en la zona de Lima. En Juaja se entera con alegría del trato que han hecho Almagro y Alvarado.

    (178) De inmediato le mandaron un mensaje a Pizarro para que supiera lo sucedido. Y con ello, Cieza vuelve a lo que estaba ocurriendo en el Cuzco. Después de repartir el tesoro, el gran capitán envió mensajes de buena voluntad a los caciques próximos “rogándoles que no diesen más guerra, pues siempre les fue mal con los españoles. Pareciéndole que convenía bajar a la costa, lo hizo, sacando del Cuzco todos los españoles que pudo. Dejó allá por teniente a Juan Pizarro (con más mando que Gonzalo, que era el menor de los hermanos). Antes de salir, habló con los orejones y principales de los indios, diciéndoles que, pues, por la muerte de Atahualpa y Huáscar, le correspondía la sucesión de ser inca (la palabra significaba también ‘rey’) a Manco Inca, debían recibirlo por tal. Respondieron que estaban contentos, y tomó la borla (la mascaipacha, símbolo de su poder)”. Con su salida, los españoles quedaron muy repartidos, y algunos a gran distancia. Un retén permanecerá en el Cuzco, Pizarro va a ir a la costa, Almagro anda por Quito y otros permanecen en las dos poblaciones fundadas, San Miguel y Jauja.
     Pizarro se dirige directamente a Jauja, de donde salió muy pronto con la intención de trasladar la fundación a la zona del litoral. Encontró el sitio apropiado en la zona de Pachacama, donde surgiría lo que hoy es Lima (nombre derivado del río que la cruza, el Rimac) y entonces se llamó Ciudad de Reyes. Según Cieza,  los indios que lo acompañaban, o por temor verdadero o porque lamentaban que Jauja dejara de ser una población española, se inventaron que sus enemigos la habían cercado. Pizarro volvió rápidamente a Jauja: “Cuando llegó, halló que todos estaban bien y muy tranquilos”. Sin embargo, el cronista Pedro Pizarro cambia la versión, que resulta más fiable porque por allí se encontraba cuando ocurrió: “Estando Pizarro en Pachacama, le escribió Gabriel de Rojas desde Jauja diciéndole que la tierra andaba alborotada y que volviese con brevedad porque se querían alzar. Recibida la carta, el Marqués partió pronto y llegó a Jauja, donde fue bien recibido de los españoles, y los indios se sosegaron”. Aunque Pizarro tenía la firme decisión de trasladar la población, aprovechó su estancia para deliberar sobre el asunto con sus hombres. Hubo discrepancias porque a unos les iban a quedar sus encomiendas de indios muy lejos y a otros muy cerca: “Miraban  todos solo su interés; mas Pizarro, que pretendía hacerlo como Dios y el rey fuesen servidos, mandó despoblarla, yendo hecha república (virtual) hasta que se tornase a hacer la población de aquella misma ciudad que mudaban”.
     Fue en la misma Jauja donde le llegó la noticia del importante trato de Almagro y Alvarado: “Vinieron los mensajeros, y cuando supo lo que había pasado, se alegró mucho, y a los mensajeros del Alvarado les hizo mucha honra, y además de las joyas y cosas ricas que les dio, les prometió conseguirles mucho provecho en aquella tierra”. Otra gran alegría fue saber que se iba a incrementar su tropa con quinientos españoles de los que acompañaban a Alvarado. Lo que no se imaginaba Pizarro era que ese refuerzo iba a resultarle muy problemático.


     (Imagen) Aunque borroso, este documento de PARES tiene un valor especial. Ya hice el elogio de GABRIEL DE ROJAS, subrayando que, en la locura de las guerras civiles, demostró gran sensatez, hasta el punto de que, derrotado junto a Almagro, a él no lo ejecutaron debido al respeto que todos le tenían. La cosa venía de lejos. El texto es del año 1527, antes de su llegada a Perú. Lo redacta Diego López de Salcedo, gobernador del Nuevo Reino de León (Honduras). Viene a decir lo siguiente: “Enterado de que al norte hay poblaciones de indios ricas en oro y plata, interesa ir a poblar de cristianos españoles para que conozcan la santa fe católica, que es la causa principal que me mueve a hacerlo. Por lo cual, confiando en la persona, fidelidad y habilidad de vos, el capitán GABRIEL DE ROJAS, y conociendo el buen celo que al servicio de Su Majestad tenéis, y que en las cosas que os han sido encargadas, las habéis hecho como fiel e diligente servidor suyo, OS ELIJO E PROVEO COMO CAPITÁN, y os mando que partáis con gente por la vía del desaguadero (lago) de la ciudad de Granada (fundada en Nicaragua en 1524 por Hernández de Córdoba), y vayáis adonde los naturales de aquellas tierras, y con buen tratamiento, los atraigáis al leal servicio y a la obediencia de Su Majestad, nuestro rey”.


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