(191) Detalla Garcilaso algunos nombres de
los que no fueron rebeldes: “De la otra parte lo contradijeron Juan Pizarro y
Gonzalo Pizarro y muchos caballeros extremeños de los que llegaron con don
Pedro de Alvarado, entre los cuales estaban Gabriel de Rojas, Garcilaso de la
Vega (qué raro que el cronista no diga
que era su padre), Antonio Altamirano, Alonso de Alvarado y la mayor parte
del regimiento. Y andaban los unos y los otros tan apasionados que vinieron a
las manos”. Llega a decir que hubo hasta muertos, pero, viendo la versión de otros
cronistas, no parece cierto.
Sigue dando algún detalle de la reacción
de Pizarro al enterarse del conflicto: “Avisado el Marqués, corrió en hombros
de indios las doscientas leguas que había hasta el Cuzco, atreviéndose a ir
solo y de esta manera sabiendo que los que le llevaban le complacerían porque
deseaban que los españoles le restituyesen el imperio a Manco Inca. Así llegó
el Marqués, y con su presencia se apagaron los fuegos que la ambición y la
discordia habían encendido, porque la amistad antigua que siempre vivió entre
estos dos insignes varones –quitados de en medio los malos consejeros- en
cualquier enojo y pesadumbre los reconciliaba con facilidad”.
Cieza, por su parte, da a entender que
duda de la sinceridad de los abrazos entre Pizarro y Almagro: “Si anduvieran en
los manglares (cuando no habían
conquistado nada) y no estuvieran en el Cuzco (que iba a ser la manzana de la discordia), afirmara yo que eran
lágrimas salidas de afición y amor. Dicen que le dijo Pizarro: Vos me habéis hecho venir sufriendo por esos
caminos; ¿dónde ha estado vuestro juicio para tomar rehúrtas (‘desencuentros’) con mis hermanos, a los cuales yo tengo
mandado que os tengan respeto como a mí mismo? Y que Almagro le respondió
que no viniera con tanta prisa, pues él le había enviado aviso de lo que había
pasado, que a tiempo estaba de saber la verdad de todo, y que sus hermanos le
habían mirado mal porque no podían encubrir serles enojoso el haberle hecho
gobernador el rey. Pasando estas pláticas, llegaron el capitán Hernando Pizarro
y muchos caballeros guatemaltecos y vecinos a le besar las manos, y todos
fueron bien recibidos por él. Cuando Pizarro se vio en su posada, reprendió
mucho a sus hermanos por lo que habían hecho. Dieron sus excusas diciendo que
Almagro ya se tenía por gobernador y pensaba repartir las tierras entre sus
amigos y no entre los que lo habían trabajado”. Cieza, sin hacer ningún
comentario, menciona la presencia del grupo de los guatemaltecos que habían llegado
con Pedro de Alvarado, lo que casi parece una premonición de que iban a hacer
piña con Almagro en los futuros enfrentamientos, en contraste con el buen
recibimiento que les da ahora Pizarro. Por allí andaba también Manco Inca
saboreando su nombramiento como emperador, ya que, inexplicablemente,
consideraba que lo iba a ejercer con toda efectividad: “Fue muy alegre a ver a
Pizarro y lo abrazó”.
(Imagen) Estamos en los inicios de la
división que va surgiendo entre dos bandos, y debía de ser ya importante
ANTONIO ALTAMIRANO porque el cronista Inca Garcilaso lo menciona entre los capitanes
fieles a PIZARRO. Era de Hontiveros (Ávila) y había llegado a
Perú con el ejército de Pedro de Alvarado. Aunque es difícil encontrar pistas
de sus andanzas, nos va a servir para entender la dimensión de la tragedia de
las futuras guerras civiles. Fueron largas y muy sangrientas. Altamirano estuvo
siempre del lado de Pizarro, quien, como gobernador, era el representante de
Carlos V. Muerto Pizarro, su hermano se rebeló contra la Corona. Altamirano
estuvo a su servicio, pero terminó por abandonarlo cuando llegó, por mandato
del rey, el eficaz PEDRO DE LA GASCA, quien derrotó y ejecutó a Gonzalo. En la
imagen vemos el comienzo de la lista de órdenes que Carlos V le había dado: “El
Rey: Lo que Vos, el Licenciado de la Gasca del mi Consejo de la Santa y General
Inquisición, debéis hacer en la jornada a que os mandamos ir a las provincias
del Perú, por virtud de los poderes y comisiones que lleváis, es lo
siguiente…”. La Gasca cumplió a la perfección lo mandado. En una carta suya
dirigida después al rey (el año 1546) nos regala un dato sobre ALTAMIRANO; el
de su muerte por ejecución: “Hásenos escrito que Gonzalo Pizarro ha muerto a
don Pedro Puertocarrero, natural de Trujillo, e a Antonio Altamirano, natural
de Hontiveros, al que había hecho Alférez General suyo, e a Diego Maldonado,
porque, según dicen, querían alzar un pueblo para servicio de Su Majestad”.
Aquello sí era “sangre, sudor y lágrimas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario