viernes, 26 de enero de 2018

(Día 601) Sebastián Garcilaso de la Vega, padre de Inca Garcilaso, se decantó por el bando de Pizarro. Inca Garcilaso no deja de considerar a Pizarro y a Almagro (que se abrazaron al verse) como ‘dos insignes varones’. Ante Almagro, Pizarro defiende a sus hermanos, pero a ellos los reprende. Llega Hernando Pizarro.


     (191) Detalla Garcilaso algunos nombres de los que no fueron rebeldes: “De la otra parte lo contradijeron Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro y muchos caballeros extremeños de los que llegaron con don Pedro de Alvarado, entre los cuales estaban Gabriel de Rojas, Garcilaso de la Vega (qué raro que el cronista no diga que era su padre), Antonio Altamirano, Alonso de Alvarado y la mayor parte del regimiento. Y andaban los unos y los otros tan apasionados que vinieron a las manos”. Llega a decir que hubo hasta muertos, pero, viendo la versión de otros cronistas, no parece cierto.
     Sigue dando algún detalle de la reacción de Pizarro al enterarse del conflicto: “Avisado el Marqués, corrió en hombros de indios las doscientas leguas que había hasta el Cuzco, atreviéndose a ir solo y de esta manera sabiendo que los que le llevaban le complacerían porque deseaban que los españoles le restituyesen el imperio a Manco Inca. Así llegó el Marqués, y con su presencia se apagaron los fuegos que la ambición y la discordia habían encendido, porque la amistad antigua que siempre vivió entre estos dos insignes varones –quitados de en medio los malos consejeros- en cualquier enojo y pesadumbre los reconciliaba con facilidad”.
     Cieza, por su parte, da a entender que duda de la sinceridad de los abrazos entre Pizarro y Almagro: “Si anduvieran en los manglares (cuando no habían conquistado nada) y no estuvieran en el Cuzco (que iba a ser la manzana de la discordia), afirmara yo que eran lágrimas salidas de afición y amor. Dicen que le dijo Pizarro: Vos me habéis hecho venir sufriendo por esos caminos; ¿dónde ha estado vuestro juicio para tomar rehúrtas (‘desencuentros’) con mis hermanos, a los cuales yo tengo mandado que os tengan respeto como a mí mismo? Y que Almagro le respondió que no viniera con tanta prisa, pues él le había enviado aviso de lo que había pasado, que a tiempo estaba de saber la verdad de todo, y que sus hermanos le habían mirado mal porque no podían encubrir serles enojoso el haberle hecho gobernador el rey. Pasando estas pláticas, llegaron el capitán Hernando Pizarro y muchos caballeros guatemaltecos y vecinos a le besar las manos, y todos fueron bien recibidos por él. Cuando Pizarro se vio en su posada, reprendió mucho a sus hermanos por lo que habían hecho. Dieron sus excusas diciendo que Almagro ya se tenía por gobernador y pensaba repartir las tierras entre sus amigos y no entre los que lo habían trabajado”. Cieza, sin hacer ningún comentario, menciona la presencia del  grupo de los guatemaltecos que habían llegado con Pedro de Alvarado, lo que casi parece una premonición de que iban a hacer piña con Almagro en los futuros enfrentamientos, en contraste con el buen recibimiento que les da ahora Pizarro. Por allí andaba también Manco Inca saboreando su nombramiento como emperador, ya que, inexplicablemente, consideraba que lo iba a ejercer con toda efectividad: “Fue muy alegre a ver a Pizarro y lo abrazó”.

     (Imagen) Estamos en los inicios de la división que va surgiendo entre dos bandos, y debía de ser ya importante ANTONIO ALTAMIRANO porque el cronista Inca Garcilaso lo menciona entre los capitanes fieles  a PIZARRO.  Era de Hontiveros (Ávila) y había llegado a Perú con el ejército de Pedro de Alvarado. Aunque es difícil encontrar pistas de sus andanzas, nos va a servir para entender la dimensión de la tragedia de las futuras guerras civiles. Fueron largas y muy sangrientas. Altamirano estuvo siempre del lado de Pizarro, quien, como gobernador, era el representante de Carlos V. Muerto Pizarro, su hermano se rebeló contra la Corona. Altamirano estuvo a su servicio, pero terminó por abandonarlo cuando llegó, por mandato del rey, el eficaz PEDRO DE LA GASCA, quien derrotó y ejecutó a Gonzalo. En la imagen vemos el comienzo de la lista de órdenes que Carlos V le había dado: “El Rey: Lo que Vos, el Licenciado de la Gasca del mi Consejo de la Santa y General Inquisición, debéis hacer en la jornada a que os mandamos ir a las provincias del Perú, por virtud de los poderes y comisiones que lleváis, es lo siguiente…”. La Gasca cumplió a la perfección lo mandado. En una carta suya dirigida después al rey (el año 1546) nos regala un dato sobre ALTAMIRANO; el de su muerte por ejecución: “Hásenos escrito que Gonzalo Pizarro ha muerto a don Pedro Puertocarrero, natural de Trujillo, e a Antonio Altamirano, natural de Hontiveros, al que había hecho Alférez General suyo, e a Diego Maldonado, porque, según dicen, querían alzar un pueblo para servicio de Su Majestad”. Aquello sí era “sangre, sudor y lágrimas”.



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