viernes, 12 de enero de 2018

(Día 589) Pizarro recibe con clemencia al piloto Juan Hernández. Juan Mogrovejo de Quiñones trata de indisponer a Pizarro con Almagro, pero no lo consigue. Almagro, viendo la valía de Belalcázar, lo deja al mando en la zona de Quito y parte al encuentro de Pizarro.

    (179) Apareció también por allí Juan Hernández (se supone que con el miedo en el cuerpo), aquel socio que rompió con Belalcázar y, con mala baba, había convencido a Pedro de Alvarado de que fuera a conquistar en Perú. Cieza muestra la generosidad de Pizarro (sin duda lo tenía en mucha estima), pero hace alusión al posterior espanto de las guerras civiles: “El piloto Juan Hernández iba por la costa descubriendo y cuando supo lo que se había concertado entre Alvarado y Almagro, se vino a poner a los pies de Pizarro, el cual, como era clemente y las guerras civiles no eran aún llegadas, que fueron las que endurecieron como el acero los corazones de los hombres, lo recibió muy bien, prometiendo darle indios de repartimiento”.
     En esas andaba Pizarro cuando le llegó otro chisme malicioso: “Tengo entendido que, estando muy alegre por haber su compañero don Diego de Almagro logrado tanto éxito en lo de Quito, un Mogrovejo de Quiñones, a quien pesaba que entre los dos compañeros hubiese paz, le avisó que tuviese cuidado porque Alvarado y Almagro venían concertados para quitarle la gobernación y aun la vida”. Pizarro tuvo dudas, pero no se lo tomó en serio, y de hecho todo fue un bulo, pero le sirve a Cieza para insistir en la importancia que tuvieron en las futuras tragedias este tipo de enredos: “Nunca han faltado, por nuestros pecados, en esta miserable tierra malos hombres que le ponían mal a Pizarro contra Almagro, para que hubiera pronto lo que al fin con sus maldades hubo”.
     No parece que Mogrovejo de Quiñones fuera castigado por su mezquindad, porque Pizarro le siguió confiando puestos importantes. Aunque miserable, tuvo sus méritos, y habrá que dar algún detalle de sus andanzas. Nació en Mayorga (Valladolid). Había sido soldado en Nicaragua y se incorporó a las tropas de Pizarro con los hombres que acompañaban a Belalcázar. Así que estuvo en el apresamiento de Atahualpa en Cajamarca, y además como capitán de caballería. Fue uno de los primeros vecinos de Jauja, pero dos años después aparece en los documentos como alcalde de Lima, lo que confirma que no perdió la amistad de Pizarro. Sin embargo pronto acabó su historia: algo más tarde, Pizarro lo envió a socorrer a los españoles que se encontraban sitiados en el Cuzco, y murió a manos de los indios en una emboscada (tenía 43 años).
     Almagro  se dispuso a ir al encuentro de Pizarro, yendo acompañado de Alvarado, y tomó algunas decisiones antes de partir: “Pareciole al Mariscal que, pues Belalcázar había acertado en el pasado (claro reconocimiento de lo que valía y aprobación de su escapada sin permiso desde San Miguel a Quito), sería justo dejarle el mando de capitán teniente de aquella tierra. Y así se quedaron con Belalcázar muchos de los que habían venido de Guatemala, y fundó en Quito la ciudad de Quito (poco antes y en lugar próximo, la había fundado provisionalmente Almagro)”.


    (Imagen) Tenían miserias, pero todos eran unos héroes. Hoy he comentado que JUAN MOGROVEJO DE QUIÑONES, a pesar de su mezquindad, fue un hombre valioso. Trato de encontrar en el portal PARES (ese saco sin fondo) algo más sobre él y solo encuentro una pequeña referencia, que vale también como muestra de cómo se vivía entonces. Está en un expediente de una petición de merced al rey. Consta de 52 folios (el que tenemos a la vista es el primero) y el solicitante expone los méritos de su familia, que es clérigo (doctor en derecho canónico) y que se llama LUIS DE QUIÑONES MOGROVEJO. El texto lo redacta en Lima en 1606. Dice también lo siguiente: “Que su padre, don Francisco de Quiñones, después de haber servido a Vuestra Alteza en los reinos de España muchos años, lo hizo en Italia y en Berbería, donde quedó cautivo con su hermano Antonio, que allí murió; él fue rescatado y marchó a Perú por tener allá a su tío don JUAN MOGROVEJO DE QUIÑONES, que fue de los primeros conquistadores e muy benemérito. Y su padre, Francisco, fue en esas provincias general de la armada que se despachó a Tierra Firme en guarda del tesoro de su majestad; fue también regidor de esta Ciudad de los Reyes, alcalde ordinario e gobernador del reino de Chile”. Es una muestra clara de cómo se enredaban los lazos familiares en Indias. Al final del expediente, el solicitante, basándose en su extensa información, le pide a Su  Majestad que le conceda un cargo que quede libre y vaya acorde con sus méritos.


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