(189) Añade Cieza que entonces se enteró
Pizarro de lo ocurrido en el Cuzco: “Había salido de allá un tal Andrés
Enamorado (aunque el apellido parece un
chiste, sigue vigente) a dar aviso a Pizarro y le certificó que sus
hermanos estaban en gran riesgo porque Soto y Almagro se habían dado de
lanzadas con ellos. Pesáronle a Pizarro estas noticias y quejábase de Almagro
sin saber con certeza lo ocurrido y afirmando en público que por su causa se
había levantado el alboroto”.
Visto el panorama, Pizarro salió con
urgencia hacia el Cuzco: “Avisó a algunos de sus amigos para salir a grandes
jornadas hacia el Cuzco. Llevó consigo al licenciado Caldera y a Antonio Picado
(que ya era su secretario y hombre de
confianza). Al mando en la Ciudad de los Reyes dejó a Ochoa de Ribas.
Luego Cieza nos aclara con más detalle la
situación en lo que sigue, porque se entiende que todo el conflicto fue
iniciado por las ‘maravillosas’ noticias que Cazalla había enviado al Cuzco, y
ahora vamos a ver a un Almagro chasqueado al recibir al ‘personaje’: “Cuando
llegó al Cuzco Cazalla, recibió mucho enojo Almagro al no ver más que un simple
papel, siendo así que se había publicado por todas partes que le venían ya las
provisiones de gobernador”. Tuvo que hacer de tripas corazón: “Pero Almagro no
dejó de afirmar a sus amigos que no podía tardar en venir lo verdadero, pues
aquel papel había sido sacado letra por letra de ello”. Otros lo disfrutaron:
“Juan Pizarro y los que eran aficionados al gobernador se holgaron, haciendo
escarnio de Almagro porque tan ligeramente se había creído lo que le habían
dicho, afirmando que tenían a Hernando por tal pájaro que traería lo que al
gobernador conviniese, pues lo sabía y entendía tan bien”. Y acertaban, porque
el tal ‘pájaro’, que además era culto e inteligente, consiguió que la
demarcación de Pizarro fuera ampliada en setenta leguas (algo que no mencionaba
Cazalla), y si, como vimos, no hubiese estado al quite ante el emperador
Cristóbal de Mena, representante de Almagro, habría quedado mucho más
perjudicado en sus intereses.
Cuando Almagro supo que Andrés Enamorado
había ido a informar a Pizarro de lo sucedido, sospechó que le iba a dar una
información ‘averiada’ y le encargó a Luis de Moscoso que fuera para dejar las
cosas claras.
Un pequeño inciso para recordar algo que
conté de la vida de Moscoso y que ahora lo podremos entender. Está claro que él
y Soto eran buenos amigos y partidarios de Almagro, pero un año más tarde va a
ocurrir que, a la hora de iniciar Almagro su expedición chilena, escogerá como
capitán a Rodrigo Orgóñez; Hernando de Soto, sintiéndose desplazado, volvió
entonces a España con Moscoso, por suerte para los dos, porque de esa manera se
evitaron las guerras civiles cuyos preludios ya estaban viviendo. Suerte
relativa, si tenemos en cuenta que ambos héroes se embarcaron después en la
terrible expedición que organizaron para explorar en la Florida, en la que
murió Soto.
(Imagen) La pesadilla de las distancias.
¿Cómo abarcar tanto siendo tan pocos? Y si eres el gran jefe, como Pizarro, necesitas
estar en todas partes, especialmente cuando surgen problemas de envergadura.
Pizarro sabía que las cosas se iban complicando en su relación con Almagro. Y
lo que le acaban de contar era alarmante: el primer conflicto violento entre
los dos bandos. Así que, estando en Lima, parte raudo hacia el Cuzco (1.100 km
por la actual carretera Panamericana). Aquellos hombres nunca paraban. ¿Cómo
podían hacer tanto?: conquistar, pelear, poblar, dejar gente en lo fundado y
seguir hacia delante: PLUS ULTRA. En Quito, a 1.800 km de Lima (la perspectiva
del plano engaña), estaba Belalcázar, quien logrará introducirse en Colombia. A
punto estuvo de apoderarse de Bogotá, pero ¡15 días antes!, había llegado por
el este GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA (quizá el más grande tras Cortés y Pizarro).
DIEGO DE ALMAGRO intenta también su gran proeza: se dirige a conquistar Chile.
La tropa de Pizarro había aumentado, pero seguía siendo minúscula para tarea
tan gigantesca. Y vamos a ver cómo pronto esa precariedad, esa necesidad de dejar
hombres en lo fundado, pero pocos porque la mayoría era imprescindible para
seguir destruyendo y construyendo, le dará la oportunidad a Manco Inca para
cercar el Cuzco y estar a punto de acabar con todos los españoles sitiados, en situación
tan desesperada que tuvieron que salir y jugarse la vida para conseguir agua y
alimentos. En esas circunstancias murió un hombre bravo y de gran liderazgo, al
que sus cualidades le auguraban un lugar privilegiado en la lista de los más
notables de las Indias. Solo tenía treinta años. Se llamaba JUAN PIZARRO.
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