(188) Pedro Pizarro hace referencia también
a algo que Cieza explicará con más detalle: el pacto que hicieron Pizarro y
Almagro (y que, durante un tiempo, funcionó): “Sabido por el Marqués el
alboroto que había en el Cuzco, decidió partir, y llegado que fue, se
conformaron él y su compañero Almagro. Concertaron entre sí que Almagro fuese a
Chile porque se creyó que fuera tan buena tierra como esta, haciendo juramento
de ser amigos y no ir uno contra otro, y que si Almagro no hallase en Chile
tierra para poblar, que se volviese y el Marqués partiese con él su
gobernación”. Pero va a ser un ‘ni contigo ni sin ti’.
Nunca falla: Cieza cuenta todo esto pero, a
diferencia del partidista Pedro Pizarro, deja bastante bien parado a Soto en el
conflicto que hubo entre los amigos de Almagro y los de Pizarro cuando Cazalla
llegó al Cuzco con sus pretendidas provisiones del rey, aunque reconoce que
“por su interés, Soto se acostaba algo a la parte de Almagro”. También apunta
que “Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro estaban sentidos contra Almagro porque le
querían mal, y lo mostraron en esta ocasión”. En lo que coinciden Cieza y Pedro
Pizarro es en la gravedad de lo que ocurrió. Pero el desencadenante del
peligroso enfrentamiento no se produjo exactamente como cuenta Pedro Pizarro.
En realidad Francisco Pizarro, cuando supo que Cazalla, el ‘cizañero’ (al que
Cieza ya le llama despectivamente ‘Cazalleja’), había salido hacia el Cuzco
para enardecer a Almagro, envió de inmediato a un mensajero, Melchor Verdugo,
con indicaciones de que sus hermanos Juan y Gonzalo Pizarro se hicieran dueños
de la situación. (Cieza señala que Juan era un hombre muy estimado). Fue al
conocer estas órdenes de Pizarro cuando llegaron a las manos, porque sabían que
Cazalla estaba ya cerca del Cuzco con los documentos que, según él, eran la
prueba de lo que el rey le había concedido a Almagro: sus partidarios estaban
ansiosos por tenerlos y juntaron gente para que los hermanos Pizarro no
salieran a apoderarse de ellos. Soto tenía el cargo de ‘Justicia del rey’
y no le quedó más remedio que tratar de
poner orden, pero la agresiva reacción de Juan Pizarro, que temía que
favoreciese a Almagro, estuvo a punto de acabar en tragedia: “Estaban todos tan
turbados y llenos de envidia los unos de los otros que fue extraño que no
saliesen a matarse todos ellos. Afirmose que fueron estas las primeras pasiones
que hubo en esta tierra entre los de Almagro y los de Pizarro”. El alud de odio
empezaba a moverse.
Pizarro pasó de Trujillo a la Ciudad de
los Reyes, y allí llegó desde Panamá un jovenzuelo mestizo que tendría pronto
un destino trágico, Diego de Almagro, llamado igual que su padre. Y lo que son
las cosas: venía acompañado de Francisco Martín de Alcántara, hermanastro de
Pizarro por parte de madre. Ocurrirá más tarde algo digno de una tragedia
griega: Almagro padre es ejecutado por los Pizarro, y su joven hijo, para
satisfacer sus ansias de venganza, organiza una conspiración que acabará con la
vida de Francisco Pizarro y la de su hermanastro Francisco Martín de Alcántara,
aunque también él lo pagará más tarde con la suya (que venga Sófocles y lo
cuente).
(Imagen) De repente, sale por primera vez
al escenario de la tremenda historia de Perú un personaje trágico, como su
padre, del que se diferencia, entre otras cosas, por la brevedad de su vida: el
mestizo DIEGO DE ALMAGRO “EL MOZO”. Algún tiempo después de que su padre fuera ejecutado, los almagristas se ampararon
en su bisoño heredero para luchar contra los pizarristas. (Curiosamente, hasta
entonces había estado acogido en casa de Pizarro). Carlos V, conociendo la
situación, envió a un hombre bueno y prestigioso, CRISTÓBAL VACA DE CASTRO, con
el fin de que pacificara aquella tierra. Por dificultades durante su viaje, cuando
llegó los almagristas ya habían asesinado a PIZARRO, lo que, en sí mismo, tenía
el carácter de una rebelión contra la Corona. En 1542 se preparó un ejército capitaneado
por GONZALO PIZARRO, y en la batalla de Chupas, Diego de Almagro el Mozo y sus
hombres fueron totalmente derrotados. El desventurado muchacho trató de escapar,
pero lo atraparon, y Vaca de Castro no pudo impedir que fuese ejecutado (tenía
24 años). Lo que vemos en la imagen es la primera página de una carta del año 1541 en
la que Vaca de Castro le pone en conocimiento al emperador Carlos V del reciente
asesinato del Marqués Francisco Pizarro y de la rebelión de Diego de Almagro el
Mozo. El bueno de Vaca de Castro volvió a España y fue objeto de denuncias que,
no solo se demostraron falsas, sino que, por sus méritos, el emperador lo
premió generosamente. Seguro que nunca se le borró de la mente la triste imagen
del ‘sin ventura’ DIEGO DE ALMAGRO EL MOZO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario