viernes, 1 de septiembre de 2017

(Día 475) Al llegar Pizarro con sus hermanos, Almagro confirma la ‘maniobra’ que le habían hecho, y está a punto de buscarse otros socios, pero desiste, resignándose, aunque fue el origen de las futuras tragedias.

    (65) Se equivoca Pedro Pizarro al decir que Almagro esperaba la gobernación conjunta, por estar así convenido; el acuerdo había sido conseguirle la gobernación a Pizarro y el adelantamiento a Almagro, de forma que era aún más ofensivo que tuviera que renunciar incluso a ese título menor. Todo parece indicar que, a pesar de que ya se conocía en Panamá lo ocurrido, Almagro se aferraba a la esperanza de que la información estuviera equivocada (quizá por no creerle a Pizarro tan desleal). Así que la decepción tuvo que ser enorme y lo de ‘amohinarse’ se quedaría corto para expresar su rabia.
     Lo cierto es que el encuentro entre Almagro y los Pizarro fue traumático. Pedro Pizarro se ensaña con la actitud airada de Almagro, a quien incluso le echa la culpa de un conflicto que tuvo con Hernando Pizarro en el que los dos se insultaron gravemente, pero acierta al decir que aquello fue el preludio de los gravísimos enfrentamientos que hubo después en Perú: “He querido dar cuenta de esto para que se entienda el origen de donde salieron las pasiones y rencores entre Pizarro y Almagro, de donde han resultado en esta tierra tantas batallas, muertes de hombres y desventuras”. Cieza dice que, cuando se vieron, “Pizarro y Almagro se hablaron bien en lo público, y asimismo sus hermanos con él, pero después se supo, que estando a  solas, Diego de Almagro se quejó de su compañero por no haberle traído lo que juró y prometió pedirle al rey”. Pizarro le dio su versión y, dejando de insistir Almagro en lo que ya no tenía remedio, se calmaron los ánimos. Cieza deja claro que, desde un principio, Almagro y Hernando Pizarro se cayeron mal, y, amigo de la objetividad, hace un lúcido comentario sobre los conflictos de Perú: “Preguntad a los amigos de Pizarro sobre quién fue culpable, y os dirán que es todo cierto lo que se dice contra Almagro; haced lo mismo con los que lo fueron de Almagro, y os dirán que los Pizarro le fueron ingratos. Trabajo grande para quien desea escribir la verdad y contaros lo cierto, que es, a mi entender, que todos erraron y tuvieron dobleces y  negociaban con cautelas, así Pizarro y Almagro como todos ellos”.
     La prueba de que Almagro estaba desesperado, frustrado en sus aspiraciones y ‘dispuesto a todo’, es que se le pasó por la cabeza la descabellada idea de buscar otros socios: “Quiso tratar de hacer cierta compañía con unos vecinos de la ciudad que habían por nombre Álvaro de Guijo y el contador Alonso de Cáceres”. Le salieron al (sensato) quite “el licenciado Espinosa, Hernando de Luque y otros hombres honrados”. (Recuerdo, de paso, que Gaspar de Espinosa estuvo con Pizarro en la fundación de Panamá, fue quien, por orden de Pedrarias, dictó la sentencia de muerte contra Balboa y aportó dinero a la sociedad Pizarro-Almagro-Luque; le veremos más veces cruzarse en la vida de los Pizarro). Pues bien: no solo le hicieron comprender a Almagro la imposibilidad de lograr el éxito en Perú con su plan, sino que les propusieron a él y a Pizarro que se hiciera un nuevo contrato mejorando las condiciones futuras del ‘estafado’.


(Imagen) La crónica anunciada de una futura tragedia. Llegan los Pizarro como una piña poderosa, lo que supondrá, después de los grandes triunfos, una maldición para Almagro, para Perú y para ellos mismos. Morirán primeramente Almagro, Juan Pizarro y Francisco Pizarro. Será condenado a larga prisión en España Hernando Pizarro. El benjamín, Gonzalo Pizarro, que había sido enviado por Francisco Pizarro a buscar el País de la Canela por el Amazonas, se ve obligado a parar y enviar río abajo a Francisco de Orellana (pariente suyo) para buscar provisiones. Orellana o no pudo regresar o siguió navegando intencionadamente hasta desembocar en el Atlántico. Dos años más tarde, vuelve fracasado Gonzalo Pizarro, con los pocos y famélicos hombres que le quedaban, y se encuentra con que han asesinado a Francisco Pizarro. Le toca después encabezar la rebelión contra el rey de gran parte de los españoles de Perú. Finalmente, le alcanza la larga mano de Carlos V: pierde la guerra y la cabeza.  

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