miércoles, 27 de septiembre de 2017

(Día 497) Fundaron San Miguel, la primera población española de Perú. Quedaron allí los más debilitados. El resto, unos 170, siguieron adelante: solos contra el mundo.

     (87) Fue, para variar, una inyección de optimismo. Estaban a punto de encontrar lo que buscaban, aunque poco sabían de su enorme importancia ni de que se iban a enfrentar a una apuesta en la que las probabilidades de ganar casi se reducían a cero. Vivían el día a día y empujados por la determinación. Estaban disfrutando, cosa rara, de un situación favorable; uno de esos momentos en que podían transformarse de guerreros en fundadores, porque, si conquistaban, era no solo por ansias de honor y de riqueza, sino también para establecerse y crear una red administrativa que ensanchara el dominio español, sin olvidar que tenían un sincero deseo de cristianizar a los nativos. Tampoco se puede olvidar que, a pesar de sus abusos sobre los indios, les daban automáticamente el rango de súbditos del emperador (con los mismos derechos y obligaciones legales que cualquier castellano) si aceptaban un acuerdo de paz: “Pizarro, como vio que ya se comenzaba a dar en la buena tierra, determinó dejar asentada alguna población de cristianos, y como se hubiese andado hasta el valle de Tangarará, fundó en él la ciudad de San Miguel. Quedaron allí por vecinos los españoles que estaban más flacos y los oficiales del rey; por teniente del gobernador quedó el contador Navarro”. Se ve que los oficiales del rey en raras ocasiones luchaban, aunque no sería muy tranquilizador quedarse allí perdidos hasta que la tropa volviera (si había suerte). Cieza no lo comenta, pero toda la ceremonia religiosa estuvo a cargo del dominico fray Vicente de Valverde. También estaba allí el cronista Juan Ruiz de Arce, y, con su afición a observar las costumbres de los indios, nos aporta un comentario que resulta importante para comprobar que el pueblo inca no tenía entonces las crueles costumbres de los aztecas mexicanos: “Solían estos indios de Tangarará, en tiempo antiguo, hacer sacrificios de personas, pero, viniendo conquistando aquella tierra Huayna Cápac, después que los conquistó les mandó que no sacrificasen a más personas, que si quisiesen sacrificar a sus ídolos, que sacrificasen ovejas (llamas), y así las sacrificaban”. También hay un comentario interesante del cronista Pedro Pizarro: “El Marqués don Francisco Pizarro fundó la población de San Miguel haciendo los repartimientos, habiendo grandes discusiones sobre a quién correspondería Tumbes: cupo al capitán Soto porque todavía estaban incrédulos de lo que más adelante había, y así se volvió Francisco de Ysasaga a Santo Domingo prometiendo su caballo  a quien le alcanzase la licencia, y la tuvo”. Tiene varios matices el párrafo. La gente no confiaba en la riqueza del Perú, y valoraban solo lo ya conseguido; lo más codiciado era Tumbes, y se lo asignaron a Soto para suavizar el escozor de haberle birlado la capitanía general; muy harto tenía que estar Ysasaga para dar algo tan valioso como un caballo a cambio del permiso de vuelta a casa. Por su parte, Cieza, remata lo que venía contándonos con una frase que, bien considerada, pone los pelos de punta: “Con el resto de la gente, que serían ciento setenta españoles, Pizarro determinó pasar adelante”. Solos contra el mundo.


     (Imagen) Normalmente las expediciones de Indias no se limitaban a explorar, sino que era también un objetivo prioritario fundar poblaciones. Se hacía de forma protocolaria, con un trazado cuadriculado, levantando una iglesia y otros edificios públicos, sin que faltara la horca. A veces eran casi un símbolo porque empezaban con muy pocos vecinos. Pizarro, por las dificultades especiales de su campaña, tardó más de lo normal en establecer una población. Pero llegó el momento, y así nació el 15 de agosto de 1532 San Miguel de Piura, la primera entidad española del Perú. Eso le obligó a disminuir su tropa dejando en el lugar a varios de sus soldados con otra gente civil, como los funcionarios del rey. Dice el cronista Xerez: “Repartió Pizarro entre las personas que se avecindaron tierras y solares, porque como los españoles tengan a los indios en administración, son bien tratados y los adoctrinan en nuestra fe”. Fue plantar una pequeña semilla, pero se ha convertido en la actual Piura. No importaba que Pizarro fuera analfabeto: sabía dirigir a los hombres y rodearse de un equipo muy variado. De esa manera pudo ser gran capitán, gran administrador y gran gobernador de ese Perú que entonces se llamaba oficialmente Nueva Castilla.

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