(80) Cuenta algo Cieza que le va dando más
base a la sospecha de que la figura de Hernando Pizarro iba a resultar funesta
para el porvenir de la campaña de Perú: “En este tiempo de lucha de los
españoles con los de Puná, llegó Hernando Soto con caballos y gente de
Nicaragua. Fueron bien recibidos del gobernador, pero no le dio el cargo de
general (era cosa prometida), porque
lo usaba Hernando Pizarro y, de quitárselo, fuera mal contento, mas nombrolo capitán.
Soto encubrió lo que de ello sintió”. Una auténtica chapuza, amparada
miserablemente en un hecho consumado. Lo que obliga a considerar que también lo
que le habían hecho a Almagro fueron
puras ‘jugarretas’. Quizá el único punto débil de Francisco Pizarro fuera su
hermano Hernando, quien, a pesar de su valía militar, va mostrándose como un
tipo nada recomendable.
También el cronista Pedro Pizarro menciona
la llegada de Hernando de Soto, pero omite la ‘faena’ de su primo, aunque se
fija en otro aspecto deprimente: “Llegó Hernando de Soto con los suyos, de lo cual
el Marqués y los que con él estaban recibieron mucha alegría, aunque ellos
ninguna por haber venido, porque, como habían dejado el paraíso de Mahoma que
era Nicaragua, y hallaron la isla alzada y falta de comida, y la mayoría de la
gente enferma, y no oro ni plata, todos se holgaran de volverse, si el capitán
Soto, de vergüenza, no lo dejara, y los soldados por no poder (habría sido una deserción)”. El cronista
Diego de Trujillo también anota la llegada de Soto, aunque con poco detalle,
pero aporta un dato verdaderamente sorprendente: “Con Hernando de Soto vino la
primera mujer que vino a este reino; se llamaba Juana Hernández”. No entra en
detalles, pero el hecho cierto es que Juana era la amante de Soto y tuvo que
echarle mucho valor para acompañarle a aquel infierno; no es extraño que fuera
un caso único.
Durante la campaña de Perú, vamos a ver el
gran protagonismo de Hernando de Soto, sin duda el mejor hombre de Pizarro,
aunque, al final, harto de todos los hermanos, volvió rico a España en 1535, se
casó con Isabel de Bobadilla (hija del nefasto Pedrarias Dávila) y se entregó después
en cuerpo y alma a una aventura que acabó con su vida en Florida. Pizarro, para
suavizar el golpe de no darle lo prometido, le otorgó la categoría de tercero
en el mando, un puesto por debajo de Hernando Pizarro, y le concedió importantes
beneficios económicos. Las grandes cosas que hizo en Perú, ya las veremos. Pero
ahora ‘toca’ hacer un pequeño inciso para trazar sus andanzas anteriores.
Hernando de Soto nació en Jerez de los
Caballeros (Badajoz) hacia el año 1500. En el mismo sitio que Vasco Núñez de
Balboa. El hecho de que llegara a Indias en la armada de Pedrarias (año 1514)
le permitió conocer a su paisano en Santa María la Antigua, la gloria de su
gran hazaña descubriendo el Pacífico, y su trágico fin cuando Pedrarias lo
decapitó. Resulta curioso que, a pesar de la mala baba de Pedrarias, Hernando
se convirtió en uno de sus protegidos, permaneciendo a su servicio durante muchos años con total fidelidad.
No es seguro su nacimiento en Jerez de los Caballeros o en Villanueva de Barcarrota.
ResponderEliminarParece ser lo más probable que naciera en Bararrota. Saludos, amigo.
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