sábado, 2 de septiembre de 2017

(Día 476) Se establece un nuevo acuerdo entre Pizarro y sus socios: se repartirían los beneficios a partes iguales y Pizarro no tendría más concesiones del rey. Se unen a la expedición Hernán Ponce de León y Hernando de Soto. Como siempre, Pizarro irá a la conquista y Almagro se encargará de conseguir abastecimientos.

     (66) Los mediadores consiguieron con este acuerdo superar la crisis ‘matrimonial’: “Intervinieron entre Pizarro y Almagro y los tornaron a concertar con otra capitulación, en la que se disponía que el gobernador no pudiese pedir merced ninguna para sí ni para ninguno de  sus hermanos hasta que Almagro pidiese al emperador una gobernación desde donde se acababa la de Pizarro, y que todo el oro y plata, piedras (preciosas), repartimientos de tierras, naborías (indios de servicio), esclavos y otros bienes o haciendas fuesen de ellos dos y de Hernando de Luque”. Eso fue lo dispuesto, pero, tiempo después, la crisis se ahondó y el enfrentamiento se hizo más violento, aunque, a la desesperada, se mantuvo la sociedad tras redactarse nuevas cláusulas en un documento dramático (como veremos).
      Ahora hay que recordar que Bartolomé Ruiz y Francisco de Ribera, estando en Nicaragua, habían propuesto a Hernán Ponce de León, Hernando de Soto y Francisco Compañón, que se unieran a la expedición de Pizarro a su vuelta de España como gobernador. Hernán Ponce lo prometió, y lo cumplió: “En este tiempo estaba en Panamá Hernán Ponce de León, llegado de Nicaragua con dos navíos cargados de esclavos suyos y de su compañero Hernando de Soto, con el cual concertó don (le adjudica el ‘don’ por ser ya gobernador) Francisco Pizarro que le diesen los navíos para la jornada (expedición) pagando los fletes y con la promesa de que a Hernando de Soto lo hiciese capitán y teniente de gobernador en el pueblo más principal, y a Hernando Ponce le diese uno de los mayores repartimientos”. El cronista Pedro Pizarro lo cuenta de forma parecida, pero afirma que Francisco Pizarro cumplió lo prometido, no siendo así, porque muy pronto permitió que Hernando Pizarro desplazara a Hernando de Soto de su alta jerarquía, constantemente merecida por sus extraordinarios hechos.
     Con lo principal ya resuelto y hechas las paces entre los dos socios, se aceleraron los preparativos para la definitiva campaña del Perú. No tendrá nada que ver con aquel paradisíaco ‘crucero’ del que habían disfrutado antes, entre amistosos encuentros y regalos mutuos con los indios: llegaba el momento de la ‘conquista’, con su pillaje y brutalidad, arriesgando la vida constantemente, intentando conseguir algo casi imposible pero con la determinación de no dar un paso atrás aunque todo acabara en un desastre, que, de hecho, era, con diferencia, lo más probable; en el fondo de sus almas, también tenía valor la aportación a los nativos de una cultura más avanzada y una religión superior y más humana, de la que no dudaban que fuera la única verdadera.
     Como si nada hubiera pasado entre ellos, emplearon la misma estrategia que en los viajes anteriores: Almagro quedaba encargado de la logística, solucionando problemas y buscando provisiones y más hombres en Panamá y Nicaragua, para luego embarcarse y llevarle refuerzos a Pizarro, que era quien tenía que avanzar librando pelea con los indios que se le enfrentasen, porque no solo se trataba de descubrir más tierras, sino también de  conquistarlas. Veremos también que esta distribución de funciones iba a mermarle a Almagro aún más la posibilidad de conseguir sus sueños, ya que donde se forjaban los grandes prestigios era en la vanguardia de aquella terrible aventura y no en las labores de logística en la  retaguardia.


     (Imagen) Digamos algo más de Hernán Ponce de León, a quien no se debe confundir con Juan Ponce de León, gobernador de Puerto Rico y explorador de Florida, ni con el hijo de éste, de mismo nombre, quien hizo grandes hazañas con Cortés. La trayectoria de Hernán Ponce y la de Soto fueron paralelas por mucho tiempo. Llegaron juntos a Indias en 1514 y militaron bajo el mando de Pedrarias. El tráfico de esclavos los hizo ricos. Se asociaron con Pizarro el año 1530, pero, al parecer, únicamente Soto participó en la batalla contra Atahualpa. Lo que sí está claro es que Ponce de León fue para siempre un hombre de la total confianza de Pizarro. Qué lejos estaban en 1530 de saber hasta qué trágico punto llegaría esa intimidad. Fue a Ponce a quien los almagristas le entregaron el cadáver de Pizarro después de asesinarlo. En la imagen, la bella carta de la hidalguía concedida a Ponce el año 1548 (subastada en el 2015 por 3.000 euros).


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