(59) Si algo hace a Cieza más creíble que
Pedro Pizarro es su habitual objetividad: afirma lo que es cierto y, si tiene
dudas, se limita a contar las distintas versiones que él conoció. Escribe así lo
que ocurrió: “Los del Consejo oyéronle bien a Pizarro y tuvieron lástima de sus
trabajos. Consultáronlo con el rey, y con mucha facilidad se le concedió la
gobernación y le hicieron otras mercedes; díjose que solamente procuró para sí
lo más y mejor, sin se acordar de lo mucho que sus compañeros habían trabajado
y merecido, y así, cuando le llegó la noticia a Almagro de que no le había
conseguido el adelantamiento, mostró sentimiento notable”. Daría gusto que
Francisco Pizarro no fuera sospechoso de haber jugado sucio en este asunto,
pero es necesario sopesar todos los indicios. Si bien el cronista Pedro Pizarro
resulta muy fiable generalmente, a veces da la sensación de que protege
demasiado la memoria de su pariente. Además ocurre que él tuvo la última
palabra en el juicio de la Historia, ya que publicó su crónica muy tardíamente,
en 1571, cuando los escritores que podían rebatirle ya habían fallecido. Así
que resulta my dudosa la conducta del gran conquistador, y pienso que, en este
caso, las probabilidades en su contra son muy elevadas.
Esta era la primera visita a España de
Pizarro tras casi treinta años de ausencia. Tuvo que empaparse de emociones e
intensos recuerdos. Pero antes de ir a saborear con todos los sentidos su villa
natal, Trujillo, radiante de orgullo ante sus paisanos, y convencer a algunos
para que fueran con él a la mítica conquista de Perú, le quedaba el trámite de
recoger formalizado el documento imperial que lo nombraba gobernador de lo ya
descubierto y de lo que faltaba por descubrir. En nombre de Carlos V, ya
ausente, quien firmó las capitulaciones de la concesión fue su (adorada y
prematuramente fallecida) esposa, la reina Isabel. El meticuloso y fino
investigador Cieza hace un resumen “de
algunos capítulos de la capitulación que se tomó con Pizarro, según me consta
por el original que yo tuve en mi poder algunos días en esta ciudad de los
Reyes (Lima)”.
En ese documento se recogían los méritos,
sufrimientos y esfuerzos (también económicos) de los tres socios, Pizarro,
Almagro y Luque, pero el premio gordo, la gobernación (lo demás era muy poca
cosa), se lo llevaba Pizarro; el texto fue también problemático por prestarse a
pleitos de interpretación sobre los límites del territorio que iba a estar
sujeto a su autoridad. En él se hace una relación abreviada de los trabajos,
gastos e inquietudes que ya habían tenido Pizarro, Almagro y Luque en la
campaña de Perú y de los descubrimientos conseguidos. Luego se detallan las concesiones
del emperador Carlos, figurando en el primer párrafo la más importante: “Os doy
licencia a vos, el capitán Francisco Pizarro, para que podáis continuar el
dicho descubrimiento, conquista y población de la dicha tierra y provincia del
Perú hasta doscientas leguas (unos 1.000 km), hasta llegar al pueblo de
Chincha, y os prometemos de vos hacer nuestro gobernador e capitán general de
toda la dicha provincia de Perú y
tierras y pueblos que al presente hay e adelante hubiere”.
(Imagen) Parte final del documento de las
concesiones a Pizarro (cuyo original vio Cieza en Lima), origen de los graves
conflictos futuros: “…Y cumpliendo Vos el dicho capitán Francisco Piçarro lo
contenido en este asiento e todo lo que a Vos toca e incumbe de guardar y cumplir,
prometemos y Vos aseguramos por nuestra palabra Real que agora e de aquí
adelante Vos mandaremos guardar y vos
será guardado todo lo que ansí Vos
conçedemos e fazemos merced a Vos e a los pobladores e tratantes en la dicha
tierra. Para ejecución y cumplimiento dello Vos mandaremos dar nuestras cartas
y provisiones particulares que convengan y menester sean, obligándovos el dicho
capitán Piçarro primeramente ante escribano púbico de guardar y cumplir lo
contenido en este asiento que a Vos toca, como dicho es. Fecha en Toledo a
veinte y seis días de julio de mil quinientos veinte y nueve años. Yo la Reina.
Refrendada de Juan Vázquez. Señalada del conde y del doctor Beltrán. La Reina”.
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