jueves, 10 de agosto de 2017

(Día 456) Llegan a Tumbes y son bien recibidos. Un orejón, mandado por Huayna Cápac (primer contacto con los españoles), sube al barco fisgándolo todo. Pizarro le da a conocer el documento del Requerimiento, ‘invento’ para justificar la ocupación española.

     (46) Los indios marcharon a su poblado y contaron maravillas de los extraños visitantes,  del barco y de su contenido. “Volvieron luego más indios sin ningún engaño  ni malicia, antes con alegría y placer de ver tal gente. El capitán les recibió con semblante amoroso; entre los indios venía un orejón”. Esto supone un hecho muy relevante en el proceso del descubrimiento. Los orejones eran personajes aristocráticos, fáciles de distinguir porque alargaban sus orejas con el peso de los pendientes. Solían tener altos cargos en el imperio inca, como el de gobernadores de los pueblos sometidos. Este sería el caso en Tumbes, y el orejón, mediante veloces corredores de posta por su asombrosa red de calzadas, pudo informar rápidamente de todo lo visto a quien tenía entonces el poder supremo, HUAYNA CÁPAC. “El orejón tantas cosas miraba y preguntaba para enviar relación cierta a Quito al  rey Huayna Cápac, su señor y de aquellas gentes, que los españoles se admiraban de ver tan avisado y entendido indio. Y luego le preguntó al capitán que de dónde eran, qué buscaban con su pretensión de andar por la mar y por la tierra sin parar”.
     Pizarro no sabía leer pero recordaba de memoria un texto ‘especial’, y lo utilizó resumido para contestarle al orejón. Allá por el año 1513, Fernando el Católico, achuchado por las críticas que los frailes hacían sobre los abusos de la ‘conquista’, que, al principio, llevaba sin escrúpulos a la esclavización de los indios, decidió poner ‘algún’ límite a esa brutalidad. Un famoso jurista, Juan López de Palacios Rubios, fue encargado de redactar, para tal fin, unas normas de control. Tal documento ha pasado a la historia como el ‘Requerimiento’, porque obligaba a los capitanes a leérselo como ultimátum a los indios antes de someterlos (curiosamente, el primero que tuvo que utilizarlo fue el sanguinario Pedrarias Dávila). El texto comenzaba por justificar la ocupación, ya que el Papa lo permitía para la cristianización de los infieles. Era la abusiva mentalidad de la época y el planteamiento no resulta sorprendente. Seguía después autorizando la esclavización de los indios, pero con un impedimento: solamente en el caso de que, después de hacerles el requerimiento de someterse, se negaran y hubiera que derrotarlos en batalla. No sabemos (aunque nos imaginamos) qué pensó el orejón de lo que oía a través del intérprete, pero Pizarro le dijo cosas como estas: “Que venían de España, donde había un rey grande y poderoso, llamado Carlos y que ellos habían venido a descubrir y a poner debajo de la sujeción de aquel rey lo que hallasen; y principalmente a darles noticia de que los ídolos que adoraban eran falsos, y de que, para salvarse y ser moradores del cielo, habían de se volver cristianos y creer en Jesucristo, Dios, porque los que  no le adoraren y cumpliesen sus mandamientos, irían al infierno, lugar oscuro y lleno de fuego. El orejón se admiraba de lo que oía, y estuvo en el navío desde la mañana hasta la hora de vísperas (al atardecer). Y ya que se iba, le rogó al capitán que les dejase ir con él a dos o tres españoles, que se holgarían de los ver. El capitán le mandó a Alonso de Molina y a un negro que fuesen”.


    (Imagen) Mejor una ley chapucera que ninguna. El llamado ‘Requerimiento’ hoy nos parece la esencia de la hipocresía diplomática, pero desde el punto de vista de aquella época era impecable: con el aval del papado los cristianos tenían derecho a ocupar tierras paganas para convertirlas. Fue también el fruto de la mala conciencia de los reyes, sobre todo por la sistemática esclavización que se practicó durante años. Supuso un progreso porque quedó para siempre prohibido esclavizar  a los indios pacíficos,  y era obligatorio ofrecerles siempre, antes de atacar, la posibilidad de aceptar el dominio español. Huayna Cápac se informó bien, y se puede asegurar que, de vivir lo bastante, habría barrido a los españoles, que interpretaron su buena suerte como un verdadero milagro de Dios.


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