(55) Pizarro sabía lo que quería: ir solo
a España; pero estaba dispuesto a decidirlo votando. Almagro tuvo un
comportamiento extraño y demasiado generoso, o excesivamente confiado; quizá
también pesaran razones prácticas, como la de seguir en Panamá preparando
asuntos de cara a continuar la campaña. El más sensato, y, por desgracia, gran ‘profeta’, fue Hernando de Luque. No era
hombre de acción, sino clérigo y, sin duda, pensador; en la escuela del
confesonario, tuvo que aprender mucho del alma humana. Lo vio tan claro que
quiso evitar que Pizarro hiciera el viaje solo; y tampoco le habría gustado que
fuera Almagro sin compañía, aunque este no llegó a proponerlo. Tanto temió lo
de Pizarro, que hasta prefería que se le encomendara la gestión a alguien
ajeno. La decisión definitiva fue una semilla que dio un fruto nefasto; tardó
muchos años en brotar, pero fue podrido
y venenoso. Sin la menor duda, de haber ido a la Corte los dos juntos, Pizarro
y Almagro, la historia de Perú habría sido muy diferente, y, probablemente, para
mejor, mucho mejor. De ahí las agoreras palabras de Cieza: “Pizarro dio su
palabra de lo hacer así, diciendo que todo lo quería para ellos; mas luego
sucedió lo que veréis adelante”.
A partir de este punto de la historia, voy
a utilizar con frecuencia comentarios de otro gran cronista, Pedro Pizarro. Ya
lo presenté con algún detalle al empezar a contarla. Era primo lejano de
Francisco Pizarro y se incorporó a la campaña de Perú cuando volvió el gran
conquistador de este viaje a España. Su narración comienza precisamente
explicando la partida de su ‘primo’, y entra en el tema como elefante en
cacharrería. Aunque el gran historiador Raúl Pozas Barrenechea le alabó, entre
otras cosas, ‘su sinceridad evidente’, me es imposible quitar de la cabeza que,
con demasiada frecuencia, se pone de parte de Pizarro y ‘atiza’ a Almagro todo
lo que puede. Como dije, me quedo con la versión de Cieza, pues me parece mucho
más equilibrada y lógica a la luz de los datos que conocemos. Cieza citica en
ocasiones a Pizarro (sobre todo a sus hermanos), pero demostrándole una
constante admiración. Dejemos que Pedro Pizarro salga al escenario, pues
siempre merecerán la pena sus comentarios:
“Quedó concertado entre ellos (Pizarro, Almagro y Luque) que don
Francisco Pizarro fuese a España para pedir la gobernación para sí y para don
Diego de Almagro, y para el padre Luque el obispado. Esto hasta aquí lo digo de
oídas (y, por supuesto de ‘leídas’),
y lo demás, de vista, y algunas cosas de oídas, porque es imposible que uno se halle
en todas partes”. La primera, en la frente: Cieza (a quien Pizarro había leído)
da la versión, más amplia y creíble, de que todos estuvieron de acuerdo, sin
discusiones, en que Pizarro pidiera solamente para él la gobernación de Perú y,
para Almagro, el derecho de ‘adelantado’, que le permitiría ir a descubrir por
su cuenta más allá de lo que Pizarro conquistara. Con su versión, distinta a la
de Cieza, de lo que habían acordado, continúa Pedro Pizarro explicando lo que
decidieron los del Consejo de Indias en España, descargando sospechosamente en sus funcionarios la
responsabilidad sobre el ventajoso trato que obtuvo Pizarro : “Don Francisco
Pizarro pidió lo que había concertado con sus compañeros, y en el Consejo se le
contestó que no había lugar a dar la gobernación a dos compañeros, porque ya en
Santa Marta se había hecho así y el uno había muerto al otro (Pedrarias a Núñez de Balboa). Y
pluguiera a Dios que siempre se hubiera hecho así, porque después que se dio a
don Diego de Almagro gobernación, se mataron el uno al otro, y han sucedido las
batallas y guerras que en este reino ha habido. Pidiendo muchas veces don
Francisco Pizarro que se les hiciese la merced
a ambos compañeros, se le respondió que la pidiese para sí, y si no, que
se daría a otro, y visto que no había lugar para lo que pedía y quería, pidió
se le hiciese la merced a él, y así se hizo”. Ya de por sí, enfatiza demasiado
la buena voluntad, e incluso generosidad, de Pizarro, pero, cuando se llega a
conocer la historia entera, su versión ‘no cuela’. Sin embargo, en el resto de
su crónica, nos va a regalar datos muy interesantes y de primera mano.
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