martes, 22 de agosto de 2017

(Día 466) El eficiente Almagro saca de la sociedad, mediante pago, al temible Pedrarias, consigue dinero prestado para que Pizarro vaya a España, y después de su partida, busca barcos y gente para la futura campaña de Perú.

     (56) Cieza nos estaba esperando, y va a explicarnos con más amplitud el viaje de Pizarro a España. Igual que hacía Bernal Díaz del Castillo con Cortés, respetaba los tiempos, dándole a Pizarro el tratamiento que tenía en cada momento, mientras que Pedro Pizarro, adelantándose a la concesión de los honores, siempre le trata de don, de gobernador o de marqués. Cieza continúa narrando: “Francisco Pizarro le encargó a Diego de Almagro que le buscase algunos dineros para ir a España. Aunque los dos estaban ya obligados a mil deudas, Almagro era tan diligente que, a pesar de estar tullido, puesto en una silla en hombros de esclavos anduvo por la ciudad buscando dinero entre sus amigos, y juntó mil quinientos castellanos. Con ello, se aprestó Pizarro. Fue a Nombre de Dios y se embarcó para España”. Conviene recordar que Nombre de Dios, como ya vimos, fue establecida por el desafortunado Diego de Nicuesa el año 1510 en la costa panameña del Atlántico. Actualmente es la población más antigua de las fundadas por los españoles en el continente americano. Y nada menos que hasta la construcción del canal de Panamá, fue punto obligado de desembarco de los viajeros que, para continuar después hacia Perú, tenían que alcanzar por tierra la costa panameña del Pacífico. Sigue contando Cieza: “Ido Pizarro, Almagro no se descuidó, sino que determinó enviar un navío a la gobernación de Nicaragua, que entonces estaba a cargo de Pedrarias Dávila, yendo a bordo el gran piloto Bartolomé Ruiz y Francisco de Ribera (el de los 13 de la fama que tanta información le facilitó a Cieza)”.
     La gestión de Almagro tenía como fin principal conseguir en Nicaragua hombres y fondos para la futura campaña de Perú, dadas las pegas que ponía el gobernador de Panamá. Anteriormente Pizarro, Almagro y Luque le habían comprado a Pedrarias la pequeña participación que tenía en sociedad con ellos, y al saber a qué iba a su gobernación el navío, se arrepintió de haberlo hecho.
     La compra había tenido lugar tiempo atrás, en febrero de 1527, cuando Almagro, sabiendo que estarían conformes sus otros compañeros, se presentó ante Pedrarias (menudo socio) y le echó en cara que solo le interesaban los posibles beneficios de la empresa, sin apoyarles en absoluto para poder soportar los crecientes gastos y las bajas de hombres que iban teniendo. Estaba casualmente presente  el gran cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (cuya vida fue tan apasionante que será necesario reservarle un hueco en algún momento para resumirla). Como era de suponer, brotó la soberbia de Pedrarias y le contestó que tenían suerte de que no siguiera él de gobernador de Panamá, porque, de lo contrario, les pediría cuentas por haber “destruido la tierra del Rey (al morir muchos de los que reclutaron)”. Almagro no se mordió la lengua, y Fernández de Oviedo dice que le contestó al sanguinario Pedrarias: “Muy bien está que todos demos cuenta de los vivos o de los muertos, y no os faltará a vos, señor, que también la deis”. Le sulfuró a Pedrarias que hiciese alusión a sus crueldades, pero Almagro, muy consciente de que cualquier cosa era mejor que seguir en sociedad con el viejo tirano, llevó el asunto al terreno de los negocios ofreciéndole la compra de su parte con una propuesta económica tentadora, y llegaron a un acuerdo liberador para Pizarro, Almagro y Luque, aunque fuera al precio de aumentar sus ya crecidas deudas.


     (Imagen) Hernando de Luque fue un magnífico socio para Pizarro y Almagro por su aportación, no solo de dinero, sino también de sensatez y mesura, aunque no logró evitar los graves conflictos que iban a llegar más tarde. Pero los principales protagonistas de aquella aventura fueron Pizarro y Almagro, por ese orden. Cuando Pizarro partió para España, Almagro no se quedó ni un segundo cruzado de brazos, sino que lo preparó todo para la próxima conquista.  Pizarro se puso en marcha dispuesto a triunfar ante el emperador. Recorrió por tierra los difíciles 120 km de Panamá a Nombre de Dios. Se embarcó en octubre de 1528 para uno de aquellos azarosos viajes y llegó a Sevilla dos meses después, donde tuvo que superar un grave percance. Tras otro largo viaje, se presentó en Toledo para ver cara a cara a Carlos V, el Emperador de Romanos.


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