(57) Justo cuando Bartolomé Ruiz y Francisco
de Ribera entraron en el puerto de Nicaragua, al viejo peleón sin escrúpulos
que era Pedrarias le surgió la tentación de enredar las cosas: “Estaban
entonces en Nicaragua hombres
principales, entre ellos Hernando de Soto, Hernán Ponce de León y Francisco
Compañón (los tres se habían asociado,
especialmente en el tráfico de esclavos). Tenían aparejo para hacer navíos;
informáronse por Ribera de lo que era Perú y pensaron hacer dos navíos y
asociarse con Pedrarias para poblar aquella tierra”. Pedrarias se entusiasmó,
pero les exigió demasiado: que la expedición estuviera bajo el control de un
representante suyo. Los tres socios conocían bien sus artimañas por haber servido
a sus órdenes, y se olvidaron del asunto. Fue la oportunidad de Bartolomé y
Ribera: “Hablaron con Hernán Ponce pláticas secretas para que fuesen a Panamá a
aguardar a que Pizarro viniese de España con la gobernación. Hernán Ponce dio
la palabra de que lo harían, y con esto, Bartolomé Ruiz y Ribera se despidieron
del gobernador para volver a Panamá, sospechando que Pedrarias quería tomarles
el navío para enviar él a poblar en el Perú”. No se equivocaban. Como el ratón
con el gato, tuvieron que espabilar para que los alguaciles de Pedrarias no les
requisaran el barco. Llegaron, por fin a Panamá, y, tras saber lo ocurrido,
“Almagro temió que Pedrarias o Ponce o Soto entrasen en la tierra del Perú y lo ocupasen antes de que Pizarro volviese
de España con la gobernación concedida”.
Tanto Ponce como Soto y Compañón se
dedicaron al negocio de los esclavos (algo habitual entonces), pero fueron,
sobre todo, ‘conquistadores’. Los tres habían estado bajo el mando de Pedrarias
y participado, como militares, en las barbaridades que llevó a cabo su jefe en
Panamá y Nicaragua. De Hernando de Soto, ya he comentado algo de su importancia
militar, pero veremos mucho más de su excepcional relieve, primero como capitán
de Pizarro, y posteriormente, al mando de una expedición por Florida, donde
murió. Lo curioso es que también Hernán Ponce de León y Francisco Compañón
estuvieron junto a Pizarro en toda la campaña de Perú; no fueron figuras
estelares, pero es significativo que, cuando mataron a Pizarro, le entregaron su
cuerpo a Ponce, y de Compañón hay que decir que mereció un mayor reconocimiento
del que tuvo por su constante heroísmo en multitud de batallas. Hernán Ponce
cumplió su palabra de que colaborarían en la empresa de Perú, y veremos que
trataron en firme el asunto cuando Pizarro estuvo de vuelta.
Cuenta después Cieza cómo le fue a Pizarro
en España: “Cuando llegó a Sevilla, luego se partió para la Corte, derramándose
por toda España la noticia de que dejaban descubierta tan grande tierra y tan
rica”. Nos hace saber, de paso, que le acompañaba el grandilocuente Pedro de
Candía (uno de los trece de la fama), que explicaba a los curiosos las
maravillas de Perú y no se las acababan de creer.
(Imagen) Aparece en escena por primera vez
Hernando de Soto. Va a tener mucho protagonismo en la campaña de Perú. Estará
subordinado a Pizarro, con quien coincidió (y con Almagro) en las correrías
militares de Pedrarias. Fue un tipo carismático que mereció un lugar entre los más
grandes conquistadores de Indias, pero terminó siendo un glorioso perdedor. En
Perú, Pizarro le adjudicó injustamente un rango inferior a su soberbio hermano
Hernando. Soto fue después como gobernador a la campaña de La Florida, zona
nefasta para todos los conquistadores españoles, donde lo que perdió fue su
vida. Había llegado a las Indias con tan solo dieciséis años. Nacido en el 1500
en Barcarrota (Badajoz), allí permanece inmóvil una estatua desde hace 151
años recordando a su mayor héroe local.
Tampoco lo han olvidado en La Florida: dos condados del estado tienen su
nombre.
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