(37)
Tras setenta días de viaje, arribaron de vuelta al río San Juan, donde estaban Pizarro
y sus hombres. Fue grande la importancia de los descubrimientos geográficos,
pero tuvo mucho mayor impacto en sus esperanzas las pruebas obtenidas de la
existencia de pueblos ricos y evolucionados en la zona de Tumbes. Por si fuera
poco, Bartolomé Ruiz y sus hombres también habían obtenido algo de información,
por medio de los mercaderes apresados, sobre la existencia del fabuloso mundo
de los incas, donde había mucho oro y plata, oyeron por primera hablar del
Cuzco y hasta tuvieron noticia del nombre
de su emperador, HUAYNA CÁPAC (era el padre de Atahualpa). Lo que nadie sabía
era que pronto iba a morir este personaje, para fortuna de los españoles porque,
tras su fallecimiento, al Perú lo arrastró la espiral de una convulsa guerra
civil entre sus herederos.
Nos despedimos ya del ‘anónimo’ cronista,
y retomamos a Cieza: “El capitán Pizarro recibió muy bien a Bartolomé Ruiz,
holgándose con las nuevas de lo que había descubierto, y los indios que traía
estaban firmes en lo que habían contado; fue alegría, para los españoles que
con Pizarro estaban, verlos y oírlos”. Tras el chute de optimismo, hubo que
volver al durísimo trabajo que les esperaba. Avanzaban por los ríos y bajaban a
tierra: “Continuamente morían españoles y otros enfermaban; al pasar los ríos,
los lagartos (caimanes) comieron a hartos de ellos. Los enfermos vivían
muriendo; los que estaban sanos deseaban la muerte. Pizarro los esforzaba
diciendo que, venido Almagro, irían todos a la tierra de la que hablaban los
indios que prendieron”. Los habitantes de las riberas estaban en pie de guerra
contra los españoles, que hacían salidas en canoas. Ocurrió que, yendo varias
varias juntas, se adelantó una en la que iban “catorce cristianos con su
caudillo, que había por nombre Varela, pero menguó el río y quedó en seco.
Viéndolo los indios, muy alegres, bajaron por el río en más de treinta canoas
pequeñas y, con la grita y alarido que suelen dar, los cercaron por todas
partes y les tiraban flechas; la fortuna de los españoles fue infeliz, y no pudiendo
resistir los tiros de los indios, fueron todos muertos. Como el agua creciese,
pudieron las otras canoas de los españoles subir el río arriba y conocer el
daño que los indios habían hecho; volvieron con la canoa y los cristianos
muertos adonde habían dejado a Pizarro, y, al ver la desgracia sucedida, le
pesó mucho”.
Habíamos dejado a Almagro navegando hacia
Panamá, donde encontró una importante novedad: Pedrarias ya no era gobernador.
El rey había considerado dejarlo en segundo plano, consciente de sus tremendas arbitrariedades,
nombrando para el cargo al cordobés PEDRO DE LOS RÍOS, de quien habrá que
contar algo. No duró mucho en su puesto, siendo desplazado después a otros de
menor importancia; lo cierto es que no se mostró muy competente en sus misiones,
y resulta chocante que batallara más tarde en Perú bajo las órdenes de Pizarro
cuando empezaron las guerras civiles. Residió un tiempo en El Cuzco y volvió a
Córdoba en 1548, muriendo un año después. Y, para vida aventurera, la de PEDRO
DE CANDÍA, un griego experto artillero con el que llegó acompañado el
gobernador a Panamá y que tendrá un gran protagonismo al lado de Pizarro, hasta
el punto de ser unos de los 13 de la fama. Pero ya le seguiremos la pista.
(Imagen) Mientras Pizarro lloraba la
muerte de sus 15 compañeros, su determinación iba a seguir intacta hasta
someter el imperio inca. Pero dejó muchas herida abiertas en aquellas tierras.
Esta escultura, réplica de la que existe en la plaza mayor de su natal Trujillo,
fue inaugurada (como se ve en la imagen) delante de la catedral de Lima el 18
de enero de1935. Pero ‘todo es según el color del cristal con que se mira’, y
levantó ampollas entre un sector de la población. De nada sirvió que se tratara
del fundador de la ciudad. Se convirtió en un problema al que nunca encontraron
una solución airosa. Tras ser retirada el año 2003 a los almacenes del
ayuntamiento, ha terminado en un parque público de tercer orden, donde, según
algunos disconformes, ‘la estatua ha perdido no solo su densidad histórica,
sino también el aura de poder que tenía en la plaza central de la ciudad’. Ni
contigo ni sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario