viernes, 7 de julio de 2017

(Día 427) El inquieto Alonso de Ojeda sufre un motín en una campaña que dirige, vuelve a España y el rey le encarga otra más.

     (17) Volvamos al tronco de la historia: habíamos dejado a Alonso de Ojeda en Cádiz recién llegado de Las Indias. Pero, como la mayoría de aquellos líderes, no sabía estarse quieto. Aunque nadie le podía negar su méritos, quería más aventuras, y eso a pesar de contar solo con un modesto patrimonio (sus principales logros fueron los geográficos), un problema grave si se aspiraba a grandes empresas. Sin embargo, era ya un clásico de aquellos incansables emprendedores endeudarse, si hacía falta, hasta la temeridad, a base de exhibir su hoja de servicios y prometer éxitos seguros. De esta manera, y con la poderosa ayuda de su protector, Fonseca, Ojeda consiguió otra licencia para seguir ‘ensanchando’ Las Indias. Hacia allá partió de nuevo, ostentando incluso el título de Gobernador de Coquivacoa, territorio situado en Venezuela, a la que ya se le había puesto ese nombre durante sus anteriores correrías por encontrar un pequeño poblado lacustre tan acuático como Venecia (es probable que la exagerada ‘ocurrencia’ fuera cosa del italiano Américo Vespucio). Pero, además de su simpatía y vitalidad, Ojeda debía de tener algunos defectos. Al llegar a tierra, después de que los españoles maltrataran peleando a los indios quiso establecer una población, pero dos de sus capitanes, en total desacuerdo con la idea y con sus métodos,  se le amotinaron, lo detuvieron y lo llevaron preso a Santo Domingo. Seguro que Ojeda no se preocupó demasiado, porque, probablemente por orden desde España de su protector Fonseca, las autoridades de la isla lo pusieron en libertad.
    Una vez más, Ojeda volvió a España. Y, una vez más (¡oh, Fonseca!), se le confió otra misión. Y esta sí que terminó siendo una de las historias más dramáticas de Las Indias, en la que se cruzaron de manera atormentada las vidas de varios personajes. Las islas del Caribe ya estaban controladas casi en su totalidad. Ahora había que seguir avanzando por lo que ellos llamaban tierra firme, es decir, tierra continental, como lo había hecho ya Ojeda en su fracasada experiencia anterior. Pero hay cosas que se tuercen desde el principio. En este caso, la equivocación estuvo en hacer una misma concesión repartida entre dos capitanes en un territorio que fue bautizado como Nueva Andalucía. La parte norte correspondió a DIEGO DE NICUESA, y la del sur a Ojeda, con poca empatía entre los dos. El más rico y linajudo era Nicuesa. Se diría también que el que fue considerado más importante por la Corona, ya que, probablemente, el nombre dado a la zona de descubrimiento se debería a que él era andaluz. La jurisdicción conjunta abarcaba todo el litoral atlántico desde Venezuela hasta Panamá. Llegaron los dos a Santo Domingo en 1508. Un año después, ya organizados, se separaron para alcanzar cada uno su destino. Nicuesa recorrió la costa que le correspondía, pero con tan mala fortuna que empezó con un naufragio del que se salvó con muchas dificultades. No obstante, tuvo el acierto de establecer para siempre la ciudad de Nombre de Dios, fundada en Panamá el año 1510, aún en pie y durante siglos punto obligado de la llegada de los barcos para pasar por tierra al Pacífico. Resulta, además, que, para desgracia de Nicuesa, poco antes algunos españoles habían fundado en su demarcación, concretamente en el golfo de Urabá (actual Colombia), la primera población del continente americano, a la que llamaron Santa María de la Antigua (gran devoción de aquel tiempo).


     (Imagen): El mapa, aunque con algunas palabras en inglés, es perfectamente entendible y sumamente didáctico. Tendremos que repetirlo varias veces porque explica con gran claridad de qué manera se fue extendiendo la ocupación española en Indias, ‘con prisa y sin pausa’ y como una mancha de aceite (en este plano, roja). Inicia el trabajo, en las islas, Colón, y el siguiente gran protagonista es Alonso de Ojeda, pero ya en suelo continental (la llamada Tierra Firme) de la costa atlántica. Tras un primer viaje descubriendo parajes costeros por Venezuela, consigue en España la gobernación del territorio de Coquivacoa, donde se le amotinaron sus hombres y lo enviaron preso a Santo Domingo.


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