viernes, 28 de julio de 2017

(Día 445) Mientras se reponen en San Juan, Almagro, una vez más, vuelve a Panamá en busca de hombres y provisiones. Al gran Piloto Bartolomé Ruiz le encargan que siga en otro barco descubriendo tierras nuevas.

     (35) Visto que casi todas las tierras del interior eran infernales, y que en el poblado de San Juan no se estaba tan mal, reorganizaron una vez más el programa: Almagro iría de nuevo a  Panamá en busca de más hombres y provisiones (seguro que no faltarían venenosos que le tomaran el pelo por tanto viajecito de vuelta), el grueso de la tropa se quedaría esperando, y, como tenían otro barco, lo mandarían a descubrir por el litoral aún desconocido.       
     Acto seguido, Cieza, contradiciendo esta vez el comentario de Kirkpatrik sobre el estilo austero de los cronistas, hace una reflexión sobre el estremecimiento y el orgullo patriótico que le produce lo que va recordando de esta epopeya: “Pizarro pasó tanto en este descubrimiento que, por parecerme no saber encarecerlo lo suficiente, pasaré adelante dejándolo para quien sea más competente, aunque no dejaré de decir que solo españoles pudieron pasar lo que estos pasaron”.
     Lo que cuadra perfectamente con el dato escalofriante que aporta el cronista (y protagonista) Francisco de Xerez, haciendo un balance de todo el tiempo que tardó Pizarro en volver a Panamá: “Anduvieron tres años pasando grandes trabajos, hambres y fríos; y murió de hambre la mayor parte dellos, que no quedaron vivos sino cincuenta”. En realidad, habían muerto 160; los 50 supervivientes eran el resto de los que salieron al inicio más los que se incorporaron después. Por supuesto, el calvario iba a continuar cuando Pizarro hizo su último y definitivo viaje, el de la derrota de los incas.
     Y atención al piloto que gobernaba el navío que se puso en marcha rumbo al sur: BARTOLOMÉ RUIZ. Su indiscutible grandeza quedó oscurecida por la deslumbrante gloria de Pizarro. La primera vez que lo menciona Cieza indica que acompañaba a Almagro en el barco que acababa de llegar desde Panamá. Hace de  él un mínimo comentario, pero muy elogioso: “Su piloto era Bartolomé Ruiz, que mucho había servido, y mucho sirvió después”. Había nacido en Moguer (Huelva) el año 1482. Por allí andaría a los diez años viendo con asombro la construcción de las naos de Colón y su salida hacia un horizonte desconocido y temible, quizá infinito o con un límite que fuera un despeñadero hacia los abismos siderales; sería también uno más de los que se convirtieron en marineros en ese puerto con la adolescencia recién estrenada. Con ese aprendizaje, se trasladó a Indias en una fecha imprecisa, pero, sin duda, para ejercer como experto piloto. Consta que fue de los primeros que navegaron por el litoral del Pacífico recién descubierto, bajo las órdenes de LORENZO DE ALDANA, a quien también vamos a encontrar repetidas veces y con gran protagonismo en las andanzas del Perú, dando la casualidad de que, hacia 1536, tuvo, como soldado bajo sus órdenes, precisamente a nuestro cronista guía, Pedro Cieza de León. La veteranía marinera de Bartolomé lo convirtió, además, en cartógrafo, siendo el primero que dibujó el mapa de la costa panameña del Pacífico. Estuvo al lado de Pizarro desde el principio de su aventura, yendo a su lado como piloto ya en la primera salida de Panamá. Por si fueran poco estos méritos, hay que añadir su coraje y valentía con las armas y algo que (como veremos) habría aumentado aún más su prestigio: se ofreció a Pizarro para quedarse junto a él con ‘los 13 de la fama’ que no le abandonaron cuando el resto de la tropa  tiró la toalla y se volvió a Panamá, pero no se lo permitió, ordenándole que también él se marchara para que defendiera su causa ante el gobernador Pedro de los Ríos. Murió en 1533, tras la conquista de Perú, premiado con honores y cargos, aunque algo dolido por haberle sido negado el título de Alguacil Mayor de aquellas tierras. Pero sigámosle ahora en su travesía.


     (Imagen) El hecho de que Pizarro le enviara a Almagro a Panamá (como siempre, en ansiosa busca de provisiones y más hombres, porque, con tantos muertos, de todo se iban quedando escasos), mientras la tropa descansaba esperando su vuelta, y le confiara a Bartolomé Ruiz la misión de seguir con la otra nave alcanzando nuevas tierras rumbo al sur, hizo que este magistral piloto se convirtiera en el primer descubridor de un enorme tramo de la costa que llevaba hacia Perú. Incluso traspasó la línea equinoccial de Ecuador. No es extraño que, sin necesidad de que aportara capital, Pizarro, Almagro y Luque le dieran, por su enorme valía, la categoría de socio en su empresa. En el mapa, en rojo, los casi 900 km de costa que ningún español había visto hasta que la recorrió Bartolomé Ruiz.


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