(1492) El abandono del territorio y la
ciudad de León por parte de los españoles fue un gran alivio para los indios de
la zona, porque quedaban libres de estar a su servicio con incómodas tareas:
“Se alegraron mucho, pues ya comenzaban a sentir muy pesada su compañía y la
ayuda obligatoria en los trabajos de sus encomiendas, y, además, eran de por sí
de condición ociosa. Los españoles, cumpliendo lo ordenado por la Real
Audiencia de Santa Fe, se trasladaron a Vélez, y también con pena, porque los
encomenderos habían tomado cariño a sus indios. Se quedaron allí unos seis para
acabar los últimos trabajos, pero, poco a poco, también se marcharon.
Únicamente decidió permanecer un tal Juan Vizcaíno, ya entrado en años, y a quien la mayoría de los indios lo
apreciaban mucho (que ya tenía mérito). Permaneció allí más de veinte
años, con dos criados españoles y algunos indios de la provincia de Guane.
Y fue muy importante su permanencia, ya
que procuraba conservar en paz a los nativos, consiguiendo, además, que fueran
a comerciar en la ciudad de Vélez, y allí hacían trueques con los españoles”.
Nos dice el cronista que esa situación continuó perfectamente estable durante los
veinte años, pero indica que la historia acabó mal. Dice en concreto: “Guamaca,
el principal cacique de los yariguíes, y Conveto, que lo era de los guamacaes,
fueron los cabecillas de muchas guerras, muertes y desgracias de indios y
españoles en aquellas tierras de Vélez, y en la ida al Río de La Magdalena,
como veremos”. El cronista fray Pedro Simón
nos lo contará después, pero habrá que saltarse numerosas páginas porque
las va a dedicar a la historia de las órdenes religiosas en Colombia, tema
importante, pero que no es el primordial para nosotros. Volviendo a los
conquistadores, nos da una noticia relevante. El, sorprendentemente, casi
desaparecido GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA, pieza clave en la historia de
Colombia, regresa a este país después de estar ausente durante doce años, con ‘variopintas’
andanzas por España y Europa. Así que, manos a la obra: “Habiendo concluido con
lo que se refiere a nuestra Orden Franciscana, es forzoso que siga contando las
demás cosas relativas al Nuevo Reino de Granada, desde el año 1551, que es donde las habíamos dejado.
Fue entonces cuando volvió de España a esta ciudad de Santa Fe, después de hacer
doce años que se ausentó, el Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada. Cuando
salió de aquí, llevaba intentos de volverse el año siguiente, pero tardó por no
haber acertado a encauzar bien sus pretensiones, ni a gastar sensatamente la
mucha hacienda que llevó”.
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