jueves, 17 de noviembre de 2022

(1883) Los brutales muzos fingieron aceptar la paz, pero Pedro de Ursúa, gracias a una india, supo que era una traición, y entonces ejecutó a varios caciques. Tuvo tiempo también para fundar la ciudad de Tudela.

 

     (1483) Los dos oidores de la Real Audiencia de Santa Fe, Góngora y Galarza, quedaron encantados del jovencísimo Pedro de Ursúa cuando lo conocieron en persona, y estaban convencidos de que era la persona ideal para capitanear una campaña contra los bestiales indios muzos. Sabían que el verdadero deseo de Ursúa era ir al río Amazonas, pero tuvieron la habilidad de que aceptara batallar contra los peligrosos indios, derrotarlos y fundar en su territorio un poblado de españoles, a cambio, precisamente, de ayudarle después a preparar un buen ejército y construir naves para que pudiera entregarse de inmediato a la preocupante aventura de adentrarse en las misteriosas aguas del río más caudaloso y, para muchos, el más largo del mundo. Dice el cronista: “Con esto y los ruegos que le hicieron sus amigos, no pudo evitar Ursúa tomar a su cargo esta expedición. Logró juntar 125 hombres y casi 500 indios amigos, y partió a su destino a principios del año 1551”. Luego cuenta con gran detalle (que resumiré al máximo) los numerosos enfrentamientos que tuvo con los durísimos muzos, que, sin embargo, también llegaron casi al agotamiento, y, con la habitual falsedad de los nativos, fingieron desear la paz. Curiosamente, Ursúa, a pesar de conocer estos frecuentes trucos, se inclinó a creerles. Pero la suerte estuvo de su parte, como cuenta fray Pedro: “Quiso Dios que se descubriera la trampa por medio de una india muisca, que, estando cautiva de los muzos, huyó y pudo descubrir a los españoles  la traición que les tenían preparada para matarlos a todos. Entonces fue Ursúa el que les envió otro mensaje a los traidores, pidiéndoles que vinieran a mercadear con los españoles, y los indios, para tenerlos confiados, cumplieron su deseo. Llegaron al campamento español los caciques más importantes con sus mujeres e hijos, y se instalaron con sus mercancías. Fue el momento en el que Pedro de Ursúa mandó apresar a los caciques, y les echó en cara la traición que tenían preparada. Luego Ursúa, tras averiguar quiénes eran los mayores culpables, los mandó ahorcar en los árboles, y dio permiso a los demás para que volvieran a sus poblados. Pero, aunque estos indios fueron castigados, de nada sirvió, pues, como veremos, no quedaron escarmentados”. Lo positivo fue que, al menos por algún tiempo, los indios muzos dejaron de molestar, y Pedro de Ursúa lo aprovechó para llevar a cabo el otro objetivo: fundar una ciudad. Se escogió el terreno, se eligieron dos alcaldes, cuatro regidores, un alguacil y un procurador, se hizo el trazado de la ciudad, y se repartieron los solares. Pedro de Ursúa le puso el nombre de Tudela de Navarra, por llamarse así otra ciudad de su tierra, y “se celebró la fundación con juegos  y regocijos”. En el mapa se  ve dónde estaba Tudela, y era por allí donde andaban los caníbales indios muzos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario