(1490) El Capitán BARTOLOMÉ HERNÁNDEZ DE
LEÓN tomó por su cuenta la iniciativa de fundar una nueva población, sin contar
con la preceptiva licencia previa: “Se limitó a consultarlo con sus soldados y
con los indios de la zona. Le dijeron que sería buena idea, y él, aunque
afirmando que era para servicio del Rey, fundó la población y le puso el nombre
de León, por ser él leonés, el día 20 de octubre de 1552. Enterado el
Capitán Martín Galiano en la ciudad de
Vélez de esta fundación, le envió una carta en la que le advertía a Bartolomé
Hernández de los grandes inconvenientes que se seguirían de lo que había hecho
sin licencia de la Real Audiencia de Santafé. Y, acto seguido, se lo comunicó a dicha
Audiencia, en la cual les pareció que el
hecho era muy grave”. Después los Oidores, sin precipitarse en anular la
fundación, le mandaron al Capitán Juan Angulo, vecino con gran autoridad en
Vélez, que se hiciese cargo del control de la fundada ciudad de León, mandando
a Bartolomé Hernández que no volviese a la nueva ciudad sin permiso previo de
la Real Audiencia. La ciudad de León, recién fundada sin base legal, quedará en
nada, pero la de Vélez sigue viva y pintoresca (como muestra la imagen).
Además, al hacerse cargo Juan de Angulo del territorio de León, encontró serias
dificultades. Los nativos de aquella zona se resistieron a ser dominados por
los españoles, e, incluso, mataron a dos que estaban desprevenidos y a varios
indios amigos, tras lo cual huyeron para poder defenderse en un lugar
fortificado. Y nos cuenta el cronista: “El Capitán Juan de Ángulo, para poner
remedio eficaz, envió contra ellos a veinte hombres bajo el mando de Antonio
Sarmiento, que era tuerto de un ojo como consecuencia de batallas anteriores.
El cual partió de inmediato provisto de armas, municiones, provisiones e indios
amigos suficientes, y sitió a los enemigos, habiendo muertos y heridos por
ambas partes. Se produjo, finalmente, el asalto, y los nuestros se hicieron con
casi toda la casa de los indios. Cuando
acudía Antonio Sarmiento a una puerta en la que los indios se habían hecho
fuertes, entró por ella con valor y esfuerzo, animando a sus soldados y
diciéndoles que, con lo poco que les quedaba por hacer, tendrían vencidos a sus
enemigos. Justo al acabar de pronunciarlo, fue herido con una flecha en el ojo
sano, de lo que luego cayó, sin que se le oyese decir más que, ¡adelante,
caballeros!, ya que, inmediatamente después, murió. A pesar de la desgracia,
fue grande la dicha al ver que tenían al alcance de la mano la victoria que
pronto consiguieron. Después apresaron a los indios más importantes, se hizo
justicia contra algunos de ellos y los demás fueron llevados a la ciudad de
León, donde el Capitán JUAN ANGULO los perdonó. Y así, con esta eficacia, resultó después fácil someter a los indios y
mantener aquellas tierras pacificadas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario