jueves, 24 de noviembre de 2022

(1889) Armendáriz no se dio la prisa suficiente para salir hacia España, perdió el dinero que había confiado a un piloto y tuvo que someterse a otro juicio. El cronista habla de la ciudad de Mariquita, cuyo nombre incluso en Colombia resulta chocante.

 

     (1489) Opina el cronista que le habría resultado mejor a Miguel Díaz de Armendáriz continuar su Juicio de Residencia bajo la autoridad del jurista Alonso de Zorita, porque, tras las presiones que había recibido, su veredicto habría sido bastante suave. Y dice: “Pero, al fin, no advirtiendo esto, Armendáriz determinó salir de Santa Fe con intentos de ir a España para tratar estos asuntos, esperando que desaparecieran sus acusaciones. Llegó a Santa Marta, donde hizo amistad con un piloto de barco, llamado Tomé Latesla, al que le entregó confiadamente seis mil pesos de buen oro, para evitar riesgos de inspección, y confiado en que se los devolviera en España. Armendáriz fue primeramente a Santo Domingo, y, tiempo después, llegado a España el piloto, gastó todo el dinero en viciosos entretenimientos. Más tarde, el piloto, sabiendo que Armendáriz había quedado empobrecido, se metió fraile en un convento de Granada, para pagar con oraciones lo que no podía con dinero. Bien pudiera ser que no le doliera tanto a Miguel Díaz de Armendáriz este lamentable suceso, de no haberle ocurrido lo que le pasó al detenerse demasiado en Santo Domingo defendiendo allí algunas de sus causa, debido a lo cual se retrasó más de lo debido en partir, pues le llegó un mandato del Real Consejo de Indias por el que se le ordenaba que, dondequiera que estuviese, regresara al Nuevo Reino de Granada para ser sometido a Juicio de Residencia, debiendo pasar la misma prueba, por segunda vez, en la Gobernación de Cartagena, donde sería juzgado por el Licenciado Juan de Montano, como luego diremos”. El cronista pasa a otro asunto. El de la fundación de la ciudad de Mariquita (donde le encantaba reposar a Gonzalo Jiménez de Quesada, y allí murió siendo muy anciano). Fray Pedro Simón trata de hacer entender por qué la ciudad se llamó así (quizá insista porque también en aquellos tiempos el nombre resultara ridículo, pero es el que sigue vigente, y cuenta con 35.000 habitantes; el cartel que se ve en la imagen casi parece una broma). De hecho, el apelativo se debía a que aquel lugar era el territorio de los indios mariquitanes. Fundó la población el 29 de octubre de 1549, inicialmente, el capitán Francisco Núñez Pedroso, por orden del gobernador en funciones Miguel Díaz de Armendáriz. Después, el capitán Pedroso, siguiendo su avanzada, vio un territorio que reunía mejores condiciones que el anterior: “Tomó posesión de él, y, haciendo las acostumbradas ceremonias, rehízo la fundación el 28 de agosto de 1551, poniéndole definitivamente el nombre de San Sebastián de Mariquita, quizá queriendo tomar a dicho santo por abogado contra las venenosas flechas con las que peleaban aquellos indios”. (Lo cual ya parece un chiste casual, puesto que hay quienes utilizan el martirio de San Sebastián como un icono gay).




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