(1482) Aunque el cronista define a Miguel
Díaz de Armendáriz como hombre amable, también se había creado enemigos que se
empeñaban en que fuera sometido al clásico Juicio de Residencia que se solía
utilizar con quienes ejercían cargos oficiales, y él era entonces Gobernador
Interino del Nuevo Reino de Granada. Para
tal fin, se nombró al Licenciado Alonso de Zorita, y fue muy presionado por
quienes tenían impacientes ganas de ver a Armendáriz juzgado. Sin embargo, el
bueno de Lope Montalvo de Lugo, con el que Armendáriz había sido muy duro, ya
libre de acusaciones por sentencia de la Real Audiencia de Santo Domingo, no
quiso más complicaciones, volvió sensatamente y empobrecido a España, pasó el
resto de su vida con la renta de un mayorazgo y murió en Salamanca. En las
fechas en que se estableció la Real Audiencia de Santa Fe, mayo de 1550, llegó
allí el Licenciado Zorita, donde presentó el nombramiento que le obligaba a
encargarse del juicio de Armendáriz, pero el cronista nos terminará la historia
más adelante. Nos cuenta primeramente que Armendáriz tenía mucho interés en someter
a los salvajes indios muzos, porque hacían verdaderas barbaridades, como la de
comérselos, con los indios muiscas, mucho más civilizados, y amigos de los
españoles. Le encargó el trabajo al Capitán Melchor Valdés, el cual llevaba
entre sus hombres al vasco Martín de Oñate, de quien dice el cronista que era
famoso, y comenta lo siguiente: “Después de haber controlado a los indios
muzos, el Capitán Valdés dio por buena
su fingida paz, pero más tarde mataron a traición a más de veinte españoles, y
entre ellos, a Oñate, así como a gran cantidad de los indios amigos. Los muzos
quedaron tan ensoberbecidos, que no solo iban a las tierras de los muiscas para
comérselos o tenerlos como esclavos, sino que también salían a los caminos para
matar a los españoles”. Como si el Destino estuviera manejando perversamente su
cerebro, Pedro de Ursúa seguía obsesionado con el sueño de descubrir El Dorado
(tumba de muchos ilusos durante siglos) entre el río Amazonas y sus afluentes.
Ya tenía licencia de su tío, el Gobernador Miguel Díaz de Armendáriz, para
preparar esa campaña, pero, como vimos, tuvo que suspenderla para ir a fundar
Pamplona. Vuelto a Santa Fe, creyó llegada la ocasión de entregarse a su soñada
aventura del Amazonas, pero el problema de los muzos le va a obligar a
posponerla de nuevo. Vimos que los oidores Góngora y Galarza consiguieron que Ursúa
regresara de Pamplona a Santa Fe para conocerlo en persona. Les pareció un gran
hombre, y le prometieron facilitar su campaña del Amazonas, pero necesitaban,
primeramente, que se encargara de bajarles los humos a los indios muzos”. En la
imagen, la enorme firma de un Ursúa de 21 años. Un grafólogo se asustaría.
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