miércoles, 23 de noviembre de 2022

(1888) Al licenciado Miguel Díaz de Armendáriz le llegó la hora de ser sometido al preceptivo Juicio de Residencia. Tuvo muchos acusadores, pero también defensores, y logró esquivar la situación. Pero el cronista explica con gracia que iba a ser peor.

 

     (1488) Había quedado pendiente el llamado Juicio de Residencia al que debía ser sometido el Licenciado Miguel Díaz de Armendáriz en relación a sus funciones como Gobernador del Nuevo Reino de Granada, cargo que ya había dejado en manos de los Oidores de la Real Audiencia. Pero le llegó el momento de que tuviera que pasar el mal trago, porque se había puesto en camino hacia Santa Fe el Oidor Alonso de Zorita, encargado judicialmente del caso. Y dice el cronista: “Todos los que en Santa Fe se sentían  agraviados por Armendáriz, así como los vecinos de la zona costera que también tenían quejas de él desde el tiempo en que ejerció allí de gobernador, se juntaron en aquella ciudad confiados en hallar cumplida justicia y desagravios con el juez Alonso de Zorita. Pero todo les salió mal, pues, en cuanto puso los pies en Santa Fe el Oidor Zorita, halló que los dos Oidores de la Audiencia y los jueces de la ciudad apoyaban incondicionalmente a Miguel Díaz. Aunque Alonso de Zorita tenía mucho interés en desagraviar a los perjudicados, puesto que era hombre justo, muy letrado y con experiencia, no le fue posible llevarlo a cabo, porque desbarataban sus argumentos poniendo gran cantidad de obstáculos”. Unos apoyaban a Armendáriz por sincera amistad, y, otros, por haber ejercido cargos como representantes suyos en varias ciudades. Como el Oidor Zorita no era hombre que tirase la toalla con facilidad, peleó cuanto pudo para hacer públicas las acusaciones que tenía contra los demandados. Pero ni así pudo salirse con la suya, ya que se le hizo una campaña en contra a base de juego sucio: “Fue tal la insolencia de los que trataban de desprestigiarlo, que los anuncios que había colocado amanecieron, sin respeto al lugar sagrado en que los había colocado, tachados con asquerosas suciedades, y se le hacían a él constantes agravios. Se decía que el principal impulsador de estos ataques era el Secretario de la Real Audiencia, Alonso Téllez”. Ante esta situación, los que reclamaban justicia, decidieron buscarla en otra parte. Encabezados por Luis Lanchero, tuvieron el coraje de ir hasta Santo Domingo, y presentar en la Real Audiencia sus denuncias. También se trasladó allí el Oidor Zorita y entregó su expediente contra Armendáriz, reducido al máximo por tantas contrariedades. Zorita después fue trasladado a la Audiencia de México (donde escribió la crónica de la imagen), y allí permaneció hasta sus últimos días: “Creyó con esto Miguel Díaz de Armendáriz que ya había pasado sobre él la tempestad. Pero se equivocaba como la eriza, que, cuando le llega el parto, aprieta para que no le lastimen las puntas de sus crías, pero, teniéndolas más días en su vientre, las puntas se hacen más largas y duras, de manera que luego aumentan los dolores al parir”. Veremos, pues, cómo se le complican las cosas a Armendáriz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario