(1484) Bastante satisfecho con lo que
había logrado contra los indios muzos y fundando la ciudad de Tudela, Pedro de
Ursúa volvió a Santa Fe y les expuso a los oidores los éxitos obtenidos. Era
misión cumplida, y él recuperaba su gran ilusión de ir al Amazonas en busca de los
míticos tesoros de El Dorado (el ‘Hombre
Dorado’ dice el cronista). Los oidores se alegraron mucho de sus triunfos, pero
le pidieron que aplazara el viaje al Amazonas porque le necesitaban para hacer
desaparecer por completo el peligro de indios tan peligrosos. La presión que le
hacían tenía mucha fuerza porque los oidores lo consideraban imprescindible al
frente de esa misión, porque le aseguraron que, sometidos los indios, podría ir
al Amazonas, y, además, porque se daba la circunstancia de que les estaba muy
agradecido debido a que acababan de sacar de apuros judiciales a su tío, Miguel
Díaz de Armendáriz. Partió, pues, Pedro de Ursúa con sus hombres, y llegados al
territorio de los muzos, los enfrenamientos fueron constantes, y muy peligrosos
porque usaban flechas envenenadas. Los españoles decidieron prepararles un
engaño. Se escondieron y dejaron a la vista una piara de cerdos, verdadera
golosina para los indios muzos, que bajaron a por ellos pensando que el enemigo
se había retirado. Cuando ya había llegado un numeroso grupo de indios, los
españoles salieron a su encuentro. Y nos dice el cronista: “Siendo el lugar
cómodo para los caballos, fue tanta la fuerza con que atacaron los soldados a los
indios, que mataron e hirieron a muchos. Los que pudieron escapar quedaron tan
escarmentados por la burla, que en todo el camino hasta la nueva ciudad de
Tudela, no se atrevieron ni a dejarse ver por los españoles”. De vuelta a Santa
Fe, Pedro de Ursúa se encontró con que también allí los acosos indios eran
preocupantes, y se hicieron tan
repetidos, que se vio obligado a pedirles a los oidores de la Real Audiencia
que le consiguieran más refuerzos de españoles y de los muiscas, que eran
indios amigos. Atendiendo su petición, enviaron órdenes al Maestre de Campo Juan
Ruiz de Orejuela, Alcalde Mayor de la ciudad de Tunja, y a Pedro Escudero, que
lo era de la de Vélez, para que mandasen a los encomenderos que, cumpliendo las
órdenes del Rey (que les obligaban a luchar contra los indios en caso de
necesidad), se preparasen con sus armas y caballos, y con hasta dos mil indios
de sus encomiendas, para que, tras juntarse todos en la ciudad de Santa Fe, y
bajo el mando del Capitán Juan de Rivera, que estaba designado para encabezar esta
ayuda militar, se dirigiesen a la ciudad de Tudela, donde Pedro de Ursúa los
estaba esperando con gran impaciencia, ya que desde allí lanzaban sus ataques
los indios muzos por ser su territorio
natural.
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