domingo, 27 de noviembre de 2022

(1891) Miguel Seco (con otros) mató a varios indios que fingieron la existencia de oro en León. Con justa razón, otros indios mataron a estos españoles, pero, a su vez, fueron castigados por Juan de Angulo. La Real Audiencia decidió abandonar León.

 

     (1491) Nos contará enseguida el cronista que la recién nacida ciudad de León desaparecerá casi de inmediato por orden superior. Pero, antes, nos habla de otra desgracia: “Sucedió la muerte de un sobrino del Capitán Martín Galiano, llamado Miguel Seco Boyano, vecino de la ciudad de Vélez y hombre lleno de aspiraciones. Aunque era ya titular de una espléndida encomienda de indios  en el pueblo de Ágata, del territorio de Vélez, el gobernador interino Miguel Díaz de Armendáriz le concedió otra muy importante, situada en la zona donde fue fundada la precaria ciudad de León. Pero a Miguel Seco le llegó la noticia de que los indios de aquel lugar, llamados sapos y chinácotas, tenían mucho oro, y fue  allí con tres compañeros. Una vez llegados, tomaron la decisión de vivir entre los nativos, los cuales le prometieron a Miguel Seco darle mucha cantidad de oro, pero nunca le daban nada, salvo vanas esperanzas”. Con su terquedad, Seco solo consiguió de los indios (en realidad carentes del precioso metal) que le llevaran una pequeña cantidad conseguida de otros nativos. La ridiculez de la entrega ofendió tanto al español, que, convenciendo a sus compañeros, mataron con arcabuces a los cuatro indios principales. Los demás huyeron, pero para volver reforzados con compañeros de su tribu. Habiendo convocado a otros, se juntaron todos de noche, llegaron con sigilo al alojamiento de Miguel Seco, y, pillándolos por sorpresa, lo mataron a él, a otros dos españoles y a algunos indios amigos que con ellos estaban. Pero ocurrió lo que era inevitable en Las Indias cuando los nativos mataban a los soldados españoles sin luchar en un enfrentamiento militar (aunque en este caso la venganza de los indios estaba plenamente justificada): “Cuando se supo en Vélez lo ocurrido, salió a castigarlos Juan de Ángulo, haciéndolo rigurosamente con algunos, y, más levemente, con los menos culpables, de manera que después quedó todo el territorio en paz y sosiego”. Tras lo ocurrido, continuó gobernando durante un año el Capitán Juan de Angulo la ciudad de León, carente de legalidad. Durante ese tiempo, tuvo ocasión de recorrer todos sus entornos, y vio claramente que poco provecho se podía obtener de aquella tierras. No había minas de oro ni de otros metales, la cantidad de montañas  de aquella zona era excesiva, por lo que  resultaba imposible para la cría de ganado, y, además, tampoco se prestaba a una recolección abundante de maíz, frutas y algodón. El Capitán Juan de Angulo (es de él de quien se dice en el documento de la imagen que fue nombrado máxima autoridad en León)  envió un informe con estos datos a la Real Audiencia de Santa Fe, y allí dieron orden de abandonar de inmediato la ciudad de León, fundada por el Capitán Bartolomé Hernández de León sin el previo consentimiento de las autoridades.


     (1491) Nos contará enseguida el cronista que la recién nacida ciudad de León desaparecerá casi de inmediato por orden superior. Pero, antes, nos habla de otra desgracia: “Sucedió la muerte de un sobrino del Capitán Martín Galiano, llamado Miguel Seco Boyano, vecino de la ciudad de Vélez y hombre lleno de aspiraciones. Aunque era ya titular de una espléndida encomienda de indios  en el pueblo de Ágata, del territorio de Vélez, el gobernador interino Miguel Díaz de Armendáriz le concedió otra muy importante, situada en la zona donde fue fundada la precaria ciudad de León. Pero a Miguel Seco le llegó la noticia de que los indios de aquel lugar, llamados sapos y chinácotas, tenían mucho oro, y fue  allí con tres compañeros. Una vez llegados, tomaron la decisión de vivir entre los nativos, los cuales le prometieron a Miguel Seco darle mucha cantidad de oro, pero nunca le daban nada, salvo vanas esperanzas”. Con su terquedad, Seco solo consiguió de los indios (en realidad carentes del precioso metal) que le llevaran una pequeña cantidad conseguida de otros nativos. La ridiculez de la entrega ofendió tanto al español, que, convenciendo a sus compañeros, mataron con arcabuces a los cuatro indios principales. Los demás huyeron, pero para volver reforzados con compañeros de su tribu. Habiendo convocado a otros, se juntaron todos de noche, llegaron con sigilo al alojamiento de Miguel Seco, y, pillándolos por sorpresa, lo mataron a él, a otros dos españoles y a algunos indios amigos que con ellos estaban. Pero ocurrió lo que era inevitable en Las Indias cuando los nativos mataban a los soldados españoles sin luchar en un enfrentamiento militar (aunque en este caso la venganza de los indios estaba plenamente justificada): “Cuando se supo en Vélez lo ocurrido, salió a castigarlos Juan de Ángulo, haciéndolo rigurosamente con algunos, y, más levemente, con los menos culpables, de manera que después quedó todo el territorio en paz y sosiego”. Tras lo ocurrido, continuó gobernando durante un año el Capitán Juan de Angulo la ciudad de León, carente de legalidad. Durante ese tiempo, tuvo ocasión de recorrer todos sus entornos, y vio claramente que poco provecho se podía obtener de aquella tierras. No había minas de oro ni de otros metales, la cantidad de montañas  de aquella zona era excesiva, por lo que  resultaba imposible para la cría de ganado, y, además, tampoco se prestaba a una recolección abundante de maíz, frutas y algodón. El Capitán Juan de Angulo (es de él de quien se dice en el documento de la imagen que fue nombrado máxima autoridad en León)  envió un informe con estos datos a la Real Audiencia de Santa Fe, y allí dieron orden de abandonar de inmediato la ciudad de León, fundada por el Capitán Bartolomé Hernández de León sin el previo consentimiento de las autoridades.




No hay comentarios:

Publicar un comentario