(1475) Nos cuenta fray Pedro Simón cosas
que sucedieron por el tiempo en que el difunto Alonso de Lugo salió de la
Habana hacia España, lo que le sirvió para escurrirse de alguien que llegaba a
Cartagena de Indias para juzgarle. Se trataba del muy importante Miguel Díaz de
Armendáriz. Le entregaron entonces todas las causas que tenía que sentenciar,
entre ellas las de los dos hermanos Quesada, que emprendieron viaje para ir al
encuentro del juez Armendáriz. En el Cabo de Vela se encontraron con viejos amigos,
y decidieron navegar todos juntos hasta Cartagena, que era donde estaba el juez
Armendáriz, y luego seguir hasta el Nuevo Reino de Granada. Y dice fray Pedro
Simón: “Se embarcaron todos en una nave del Capitán Anchuleta , y con ellos el Obispo Fray Martín de Calatayud. Se pusieron a jugar a los naipes en una mesa el
Obispo, el Capitán Gonzalo Suárez y los dos hermanos Quesada. Comenzó entonces
a enmarañarse el cielo de repente, con espesas nubes, truenos y relámpagos, y
entonces cayó un rayo que dio en la mesa de los jugadores, quedando muertos al
instante los dos hermanos Quesada, el Obispo, mal herido en una pierna, el
Suárez en un brazo y el Anchuleta murió al otro día sin poder decir palabra del
sobresalto que sufrió. Todos los demás quedaron descompuestos, y, cuando volvieron
en sí, sacaron a los muertos del navío y les hicieron un solemne entierro”. Llegaron
a la ciudad de Cartagena, donde se presentaron ante Miguel Díaz de Armendáriz, deseando
que se ocupase pronto de los asuntos judiciales, pues ellos querían ver resueltos
cuanto antes las denuncias que habían presentado. Pero él prefería llegar
primeramente al Nuevo Reino de Ganada, para hacer las cosas con la debida
calma, y trataba de tranquilizarlos con buenas palabras. Oigamos a fray Pedro: “Atormentaban estas negativas a los
agraviados, pero el Licenciado Armendáriz quería retrasar la llegada al Nuevo
Reino porque, aunque solo oficialmente, todavía era Alonso de Lugo el
gobernador, y, como no había manera de convencerlo, le propusieron otro
planteamiento. Y fue que, como Díaz de Armendáriz traía en su compañía a un
sobrino suyo llamado Pedro de Ursúa, el cual, aunque mozo, era de buen
entendimiento, brioso y de muy buenas cualidades, le rogaron que lo enviase sin
más espera al Nuevo Reino de Granada con el cargo de Teniente General suyo, para
que lo gobernase mientras él resolvía sus asuntos judiciales”. En principio,
Armendáriz se va a a resistir, pero cederá. El brillante joven era nada menos
que Pedro de Ursúa, aquel extraordinario capitán que fue el primer asesinado
por el terrorífico y trastornado Lope de Aguirre durante la expedición al
Amazonas. Pedro de Ursúa era navarro, y
fundó en Colombia la ciudad de Pamplona, donde le han dedicado la estatua de la
imagen.
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