martes, 27 de septiembre de 2022

(1839) El nuevo gobernador, Diego de Sanabria, no llegó, porque murió en un naufragio. Irala siguió al mando, y tuvo más enfrentamientos con los seguidores del rebelde Andreu. De paso, sometió a los indios de Itatin.

 

     (1439) Informe 2º-3 de Domingo de Irala.  Con sinceridad o diplomáticamente, Irala muestra alegría por ser sustituido. (Pero ya veremos que el esperado nuevo gobernador, Diego de Sanabria, por un cúmulo de contrariedades, morirá sin llegar a Río de la Plata). Y sigue diciéndole Domingo de Irala al Rey: “Deseando su venida (la de Sanabria), envié bergantines, provisiones y gente veterana con el capitán Ñuflo de Chaves, para que vinieran con mayor seguridad. Partieron de aquí en septiembre, pero no encontraron noticia de ellos, y, cuando volvieron, sentí pena por lo despacio que navegaba el barco del Gobernador. Después, en febrero de 1552, envié un segundo socorro, y se vio que tampoco habían llegado. No obstante, se les dejó allí provisiones abundantes. Estando con pena de su retraso, la víspera de Santiago de ese mismo año llegó por tierra a Asunción Hernando de Salazar con 30 compañeros, el cual me contó que los navíos que llegaron al puerto de Santa Catalina naufragaron (Irala, parco en palabras, no dice que, en esa desgracia, murió el Gobernador Sanabria). Perdida la esperanza de que nos llegaran en breve refuerzos, decidí salir como mejor pude a descubrir. El día 18 de enero de 1553 partí de Asunción con 130 de a caballo y 2.000 indios, dejando esta tierra en paz y bajo el mando de  Felipe de Cáceres. Andadas 30 leguas y estando río arriba, tuve aviso de que Diego de Abreu creaba problemas en la zona de Asunción, poniéndola en peligro de perderse. Bajé con 20 hombres a la ciudad y controlé la situación, castigando a algunos de los que con Abreu se rebelaron, llevando a otros conmigo y dejando a otros presos. De esta manera, y sin zozobra ninguna, pude proseguir mi viaje. Llegamos hasta el pueblo de los mayas, el cual hallamos sin gente alguna y sin esperanza de provisiones. Decidí entonces enviar al capitán Ñuflo de Chaves, con 20 de a caballo, para descubrir tierras a 4 jornadas de allí, hasta un pueblo en el que solían permanecer los indios layenos. El lugar estaba despoblado, pero se pudo coger por los bosques a algunos indios como intérpretes, por los cuales pude saber que el territorio siguiente había sido destruido por los indios naparus. Visto lo cual, y que nuestra comida se acababa, y escuchando el consejo que se consideró acertado, determiné  no arriesgar a nadie, y dimos la vuelta hacia el río. Encaminé a la gente a la ciudad, pero yo me dirigí  con 30 de a caballo a descubrir algunas tierras con mis hombres en una zona de la que oí hablar y se llama Itatin, cuyos indios nunca habían estado al servicio de Vuestra Alteza. Llegué donde ellos con actitud pacífica, animándoles a que decidieran ser vasallos vuestros. Ellos lo aceptaron sin ninguna resistencia, por lo que yo tomé posesión de aquella tierra en nombre de Vuestra Alteza. Y quiso Dios que, gracias a los consejos de los indios más viejos de aquella tierra, me enterara de un camino más seguro para volver a Asunción”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario