(1439) Informe 2º-3 de Domingo de Irala. Con sinceridad o diplomáticamente, Irala
muestra alegría por ser sustituido. (Pero ya veremos que el esperado nuevo
gobernador, Diego de Sanabria, por un cúmulo de contrariedades, morirá sin
llegar a Río de la Plata). Y sigue diciéndole Domingo de Irala al Rey: “Deseando
su venida (la de Sanabria), envié bergantines, provisiones y gente
veterana con el capitán Ñuflo de Chaves, para que vinieran con mayor seguridad.
Partieron de aquí en septiembre, pero no encontraron noticia de ellos, y,
cuando volvieron, sentí pena por lo despacio que navegaba el barco del
Gobernador. Después, en febrero de 1552, envié un segundo socorro, y se vio que
tampoco habían llegado. No obstante, se les dejó allí provisiones abundantes. Estando
con pena de su retraso, la víspera de Santiago de ese mismo año llegó por
tierra a Asunción Hernando de Salazar con 30 compañeros, el cual me contó que los
navíos que llegaron al puerto de Santa Catalina naufragaron (Irala, parco en
palabras, no dice que, en esa desgracia, murió el Gobernador Sanabria).
Perdida la esperanza de que nos llegaran en breve refuerzos, decidí salir como
mejor pude a descubrir. El día 18 de enero de 1553 partí de Asunción con 130 de
a caballo y 2.000 indios, dejando esta tierra en paz y bajo el mando de Felipe de Cáceres. Andadas 30 leguas y estando
río arriba, tuve aviso de que Diego de Abreu creaba problemas en la zona de
Asunción, poniéndola en peligro de perderse. Bajé con 20 hombres a la ciudad y controlé
la situación, castigando a algunos de los que con Abreu se rebelaron, llevando
a otros conmigo y dejando a otros presos. De esta manera, y sin zozobra ninguna,
pude proseguir mi viaje. Llegamos hasta el pueblo de los mayas, el cual hallamos
sin gente alguna y sin esperanza de provisiones. Decidí entonces enviar al
capitán Ñuflo de Chaves, con 20 de a caballo, para descubrir tierras a 4
jornadas de allí, hasta un pueblo en el que solían permanecer los indios layenos.
El lugar estaba despoblado, pero se pudo coger por los bosques a algunos indios
como intérpretes, por los cuales pude saber que el territorio siguiente había
sido destruido por los indios naparus. Visto lo cual, y que nuestra comida se
acababa, y escuchando el consejo que se consideró acertado, determiné no arriesgar a nadie, y dimos la vuelta hacia
el río. Encaminé a la gente a la ciudad, pero yo me dirigí con 30 de a caballo a descubrir algunas
tierras con mis hombres en una zona de la que oí hablar y se llama Itatin,
cuyos indios nunca habían estado al servicio de Vuestra Alteza. Llegué donde
ellos con actitud pacífica, animándoles a que decidieran ser vasallos vuestros.
Ellos lo aceptaron sin ninguna resistencia, por lo que yo tomé posesión de
aquella tierra en nombre de Vuestra Alteza. Y quiso Dios que, gracias a los
consejos de los indios más viejos de aquella tierra, me enterara de un camino
más seguro para volver a Asunción”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario