miércoles, 21 de septiembre de 2022

(1834) El cronista Ulrico Schmídel se despide dejando dos informes de DOMINGO DE IRALA, que los veremos resumidos en trozos. Hoy mostramos la primera parte del primer informe. Irala explica por qué abandonaron Buenos Aires.

 

     (1434) (Final Ulrico. Informe 1º-1 Domingo de Irala). El peculiar alemán Ulrico Schmídel va a terminar ahora mismo su crónica. Oiganos sus últimas palabras: “Más tarde, arribamos a Inglaterra, al puerto de la Isla de Wight. Ya no nos quedaba en nuestros navíos una sola vela, ni aparejo, ni la menor cosa a bordo. Si el tal viaje hubiese durado un poco más, no se hubiese salvado ninguno de estos 24 navíos. Sólo Dios nos salvó. Para colmo de todo lo demás, el día de año nuevo de 1554 se perdieron 8 navíos, desgraciadamente con vidas y haciendas, cosa terrible, porque no se salvó nadie. Esto sucedió entre Francia e Inglaterra. Dios Todopoderoso quiera favorecerlos, y a nosotros con su misericordia, por Cristo su único Hijo. Amén. Nos quedamos 4 días en el dicho puerto de Wight, en Inglaterra, y de allí navegamos hasta Brabante (Bélgica), y llegamos a Amberes el 26 de enero de 1554. ¡Alabado y loado sea Dios por siempre porque tan misericordiosamente me deparó tan próspero viaje! Amen”.

     Terminada la narración de ULRICO SHCMÍDEL, voy a transcribir resumidos dos informes que hizo DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA. El primero es una justificación de por qué en 1541 (siendo él Gobernador de Río de la Plata) decidió dejar abandonada la ciudad de Buenos Aires, trasladando a sus habitantes a Asunción (la actual capital de Paraguay). Veamos lo que dice: “Yo, Domingo Martínez de Irala, Teniente de Gobernador por voluntad de Juan de Ayolas (ya había fallecido),  Gobernador de  Río de la Plata, he determinado llevar la gente que estaba en Buenos Aires para juntarla con la que está arriba,  en el río Paraguay.  Lo he hecho aceptando lo que, por parte de Alonso Cabrera, veedor en funciones en esta provincia, me fue requerido, y, asimismo, siguiendo los pareceres de la gente más principal de los que se hallaron presentes en este puerto de Buenos Aires, y también de la que conmigo vino de arriba (Asunción). Las razones que me dieron para ello fueron que,  hacerlo, era más seguro para la conservación de la gente de esta provincia, evitando así los daños que continuamente recibía de los indios de las comarcas. Los que estaban en Buenos Aires no tenían más función que la de explicar a quienes llegaban de España en qué lugar podrían ver al gobernador. Pero, en realidad, bastaría dejar para la gente que llegaba de España, o de otras partes,  indicaciones que les sirvieran para encontrarnos”. Luego el texto se convierte en una fuente de información para quienes llegaran por primera vez a Río de la Plata:  “Primeramente, han de saber que en Paraguay está fundado un poblado (Asunción) en el que estarán, con los que de aquí vamos ahora, 400 hombres vasallos de Su Majestad,  así como indios guaranís y carios, que viven en los alrededores y sirven a los cristianos en todo lo necesario”. (Primer trozo del primer informe).

 

     (1435) (Informe 1º-2 Domingo de Irala). Sigamos con el 2º trozo del primer informe de Domingo de Irala (está haciendo propaganda para los españoles que llegasen al puerto de Buenos Aires, y dándoles valiosa información): “También hay en Asunción setecientas indias que sirven a los cristianos en sus casas. Y Dios ha querido que sea tan abundante su servicio, que no solo lo hay para gente que allí reside, sino para más de tres mil hombres. Siempre que se quiere hacer alguna guerra, van en nuestra compañía mil indios en sus canoas. Si queremos ir por tierra, llevamos todos los que queremos. Con la ayuda de Dios y con el servicio de estos indios, hemos destruido muchas generaciones de otros indios que son enemigos, especialmente a los agaces, de los cuales hemos obtenido cantidad de plata y mucho oro. Hemos ido más adentro por tierra, hacia el oeste y el noroeste,  donde hemos hallado tanta gente, que me parece que somos pocos para acometerlos,  porque ellos son muchos, y tenemos falta de equipaje y de municiones. Con cualquier ayuda que nos venga, creemos que, Dios mediante, podremos gozar de cosas tan grandes, que Su Majestad pueda ser muy bien servido, y los cristianos, sus vasallos, muy beneficiados.  Los indios más importantes de los que tenemos cerca son los mayas, los chanes y los carcaras. Todos estos son los más ricos, más poderosos y mejor organizados. Todos los indios que hay río arriba viviendo en su ribera no siembran, y, si los bergantines están algo apartados, se puede hacer comercio con ellos, consiguiendo pescado, manteca y carne, pero es necesario evitar a los guaranís de las islas porque son mortales enemigos nuestros”. A veces la redacción de Irala resulta muy enrevesada, quizá por ser vasco, y es posible que no contara en ese momento con un escribano. Continúa dando nombres de otras tribus, y consejos a quienes, llegados al puerto de Buenos Aires, decidieran ir a Asunción. “Los que fuesen a buscarnos en bergantines, deberán navegar siempre por el río grande, sin meterse en pantanos, y sin comerciar con nadie, excepto con los indios macarotaes, y han de hacerlo con gran precaución. Han de andar con cuidado donde hallen barrancas, para que los indios no les flechen, especialmente en la zona de la tribu de los timbus, porque allí lo han hecho otras veces los indios quirandis. Pasado el territorio de los timbus y siguiendo las naves la carta de marear, hallarán la entrada al río Paraguay. Primero encontrarán una isla, y, siguiendo río arriba, se llega directamente, sin error posible, al poblado de los cristianos (Asunción), que está a sesenta leguas de allí. Encontrarán de paso el río Ipeti, donde viven los comanaguas, que nunca nos han hecho daño. Más arriba están los agaces, metereses, gueníes y otros indios que no son amigos nuestros, por lo que han de ir con mucho cuidado cuando lleguen a barrancas, para que no les causen daños”. (Segundo trozo del primer informe).

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