(1427) Ulrico no nos había dicho que la Gobernación de Río
de la Plata era un caos después de haber sido destituido Álvar Núñez Cabeza de
Vaca, pero ahora no le queda más remedio que contar los graves conflictos que
surgieron, que dejan al descubierto las envidias y ambiciones desmedidas de
varios capitanes de aquel lugar, en un principio aliados para desbancar a
Cabeza de Vaca y luego traicionándose brutalmente unos a otros: “Cuando ya lo
habían despachado a Álvar Núñez Cabeza de Vaca a España, nosotros mismos, los
cristianos, entramos en tal discordia, que ya no podíamos estar en paz. Nos
peleábamos uno con otro día y noche, de suerte que parecía como si el mismo
diablo, metido entre nosotros, nos mandaba, y nadie se creía seguro con los
demás. La tal guerra entre nosotros
mismos duró dos años largos por lo ocurrido con Álvar Núñez Cabeza de Vaca”. ¿A
qué extremo llegaría el asunto, para que Ulrico diga después?: “Cuando los carios, nuestros indios amigos,
vieron este estado de cosas, que nosotros mismos andábamos desunidos, y cómo
nos traicionábamos y dividíamos, no quedaron con muy buena idea de nosotros,
sino que sacaron en conclusión que todo reino que está dividido tiene que
perderse. Por esto, entre ellos convinieron matarnos a los cristianos o
arrojarnos de la tierra. Mas Dios, el Todopoderoso, ¡loado sea siempre y
eternamente!, no consintió que estos carios se saliesen con la suya. Cuando
comprendimos la situación, hicimos las paces entre nosotros, y también una alianza con otras dos tribus, los
yapirúes y los guatatas. Este ejército se nos juntó en número de unos 1.000
hombres de pelea, y con esto nos alegramos mucho”.
La batalla contra los carios va a ser muy
complicada, y recogeré su parte final: “Delante del pueblo llamado Karayeba, en
el que se habían refugiado estos indios, estuvimos acampados 4 días, sin
poderles sacar ventaja alguna, pero luego, por traición, que nunca falta en el
mundo, vino un indio durante la noche a nuestro campamento, para ver a nuestro
capitán, Martínez de Irala. Era el cacique principal de los carios y a él le
obedecían. Pidió que no le quemásemos ni destruyésemos su pueblo, y dijo que él
nos mostraría de qué manera tomarlo, por lo que nuestro capitán le prometió que
no permitiría que le hiciesen mal. Después de lo cual este cacique nos
mostró un camino apartado por el que deberíamos nosotros llegar al pueblo, y
dijo que él encendería fuego en el pueblo cuando llegase el momento de meternos
en él. Todo sucedió tal cual se había arreglado y mucha gente pereció a manos
nuestras. Los que se dieron a la fuga cayeron en manos de sus enemigos los
yapirúes, que mataron a la mayoría. Los que lograron salvarse, huyeron al
territorio de un cacique que se llamaba Tabaré, que estaba a 140 leguas de este
pueblo de Karayeba. No pudimos perseguirlos hasta allá porque todo el camino estaba talado y obstaculizado, para
que no pudiésemos hallar comida. No obstante, nos quedamos 14 días en Karayeba,
mientras sanaban y descansaban los que estaban heridos”. Resulta extraño que la
batalla fuera tan sangrienta y tan desastrosa para los carios después de
haberle prometido Domingo Martínez de Irala, al cacique que los ayudó tan
eficazmente, que ‘no permitiría que les hiciesen ningún mal’. La única
explicación sería que Irala se limitara a no dañar el poblado, pero más lógico
parece que se aprovechó del ingenuo cacique y llevó a cabo una masacre.
(Imagen) Ulrico es implacable con Álvar
Núñez Cabeza de Vaca. Vamos a nivelar su criterio con lo que le escribió al
Rey, de forma impresionante, JUAN MUÑOZ, un testigo de los hechos absolutamente ‘fan’ de Cabeza de Vaca. (El texto ya lo publiqué el 28 de
agosto del año pasado). Lo resumo: "Con el debido
acatamiento que debo a mi Rey, yo, Juan Muñoz, natural de la ciudad de
Plasencia, conquistador en esta provincia de Río de la Plata, haré relación
verdadera de las cosas sucedidas después de la prisión del gobernador Cabeza de
Vaca, con el cual yo vine de España. Me pareció mal lo de su prisión, por
haberle tenido siempre como Gobernador en esta tierra, y también por ver que lo
prendieron los oficiales de Vuestra Majestad y el capitán Domingo de Irala no
por servicio de Vuestra Majestad, sino por sus pasiones e intereses. Y así se
comprobó luego por los malos tratamientos que hicieron a los indios, tirando
sus casas, robándoles, tomándoles sus mujeres paridas y preñadas, y quitándoles
las criaturas de sus pechos, y todas las cosas que los míseros
indios tenían para pasar su vida. Y sucedió que, viendo los conquistadores que
ellos gozaban así de la tierra, cayeron en la vileza de ir robando y
destruyendo como los oficiales de Vuestra Majestad y el capitán Domingo de
Irala hacían, con tanta crueldad, que, el día en que se marchaban, había tantos
llantos de los maridos por sus mujeres y de las mujeres por sus maridos, que
parecían romper el cielo pidiendo a Dios misericordia y a Vuestra Majestad
justicia. Y esto ha durado desde el día de la prisión del gobernador Cabeza de
Vaca hasta el día de la fecha de hoy, pues traen manadas de estas mujeres para
sus servicios como quien va a una feria y trae una manada de ovejas, lo cual ha
sido causa de poblar los cementerios de esta ciudad". Luego se queja de
que ha sido nombrado gobernador Domingo de Irala, y, de inmediato, "ha
tomado para sí y para cuatro yernos que tiene, y ha dado a los cuatro oficiales
de Vuestra Majestad lo más y mejor de la tierra, y el resto lo ha
repartido entre sus amigos y paniaguados, así como entre franceses, italianos y
de otras naciones porque le han ayudado a hacer estas cosas que dicho tengo.
Por lo cual suplico a Vuestra Majestad que no consienta quedar así esto, pues
he hecho esta relación por parecerme que hago lo que debo a vuestro servicio y
al de Dios, y, si Vuestra Majestad lo viese de otra manera, mándeme cortar la
cabeza, como a hombre que a su Rey no le dice la verdad". La carta está
fechada el quince de junio del año 1556, en la ciudad de Asunción,
provincia de Río de la Plata. Tiene su firma al pie, y la letra coincide
perfectamente con todo el texto del documento. Seguro que tuvo una biografía
apasionante, pero no he podido encontrar más datos sobre su persona.
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