domingo, 11 de septiembre de 2022

(1825) Llama la atención que el cronista Ulrico sea tan duro criticando al gobernador ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, un hombre que fue tan heroico en La Florida. No hay que descartar que lo hiciera para apoyar al ambicioso Domingo de Irala.

 

     (1425) Hechas las paces con el cacique Tabaré, bajaron con él y con sus indios hacia el sur Domingo Martínez de Irala y sus hombres, entre los qua estaba el cronista Ulrico: “Fuimos aguas abajo del Paraguay (afluente del Paraná) a reunirnos con el capitán general Cabeza de Vaca y le contamos cómo nos había ido. Decidió entonces realizar su deseado viaje, y le pidió a Tabaré, ya que estaba pacificado, 2.000 indios armados, y él manifestó su conformidad, prometiendo que siempre la tendría. Ya todo dispuesto, tomó 500 cristianos, dejó 300 en la ciudad de  Asunción, nombró capitán a Juan de Salazar, y enseguida emprendió la marcha aguas arriba del río Paraguay. Los indios tenían 83 canoas y nosotros, los cristianos, 9 bergantines. Llegamos adonde  los indios payagaes, enemigos nuestros, pero huyeron presto con mujeres e hijos después de haber quemado sus casas. Avanzamos unas 100 leguas más sin encontrar gente alguna, hasta que dimos con una tribu de indios guajarapos, que no quisieron saber nada con nosotros y huyeron de allí. Vimos luego a los indios sacocíes, en el lugar en que estuvieron antes tres navíos nuestros. Nos recibieron muy de a buenas, y nuestro capitán

les pidió información sobre otras tribus, y solo le dijeron que los carios estaban aún en su territorio, pero no era así. Después nuestro capitán mandó a la gente que se preparase, porque él quería marchar tierra adentro (26 de noviembre de 1543), y dejó allí 150 hombres con los navíos y víveres para 2 años, llevando consigo los 350 cristianos más los 18 caballos y los 2.000 carios, y se metió tierra adentro. Pero fue poco el provecho que sacó, porque no era el hombre apropiado para empresa tan grande. A esto se añadía que todos los capitanes y caballeros eran enemigos suyos, y era él quien había ocasionado  tal grado de enfrentamiento por  su modo de portarse con la gente de guerra”.

     Con sus últimas y duras palabras, Ulrico  nos ha anticipado por qué Álvar Núñez Cabeza de Vaca va a fracasar como Gobernador de Río de la Plata, y ha dejado clara su opinión de que, lamentablemente, la culpa de lo que le esperaba la tuvo él mismo. Nunca sabremos si Ulrico fue sincero, ya que había muchas rivalidades por el poder, pero resulta evidente que no le tenía simpatía a Cabeza de Vaca. Sigamos con la crónica: “Caminamos durante 18 días sin encontrar indios, y no eran muchos los víveres que nos quedaban, por lo que nuestro capitán tuvo que volver a los navíos. No  obstante, mandó a un español llamado Francisco Ribera que él siguiera adelante con otros 10 españoles durante 10 días, y, si durante este tiempo no diesen con indio alguno, regresaran a los navíos, donde nosotros los esperaríamos. Ellos encontraron una gran tribu de los indios que tenían maíz y mandioca, volvieron a nuestro campamento y se lo contaron al capitán general, que se dispuso a ir tierra adentro, pero se vio obligado a desistir porque se lo impedían las aguas. No obstante ordenó preparar un navío con 80 hombres, poniendo como capitán a Hernando Ribera, y nos envió aguas arriba del río Paraguay a descubrir una tribu de indios llamados xarayes, debiendo penetrar en sus tierras durante dos días y volver pronto con información sobre  ellos”.

 

     (Imagen) Ya que resultan bastante repetitivos los encuentros con los nativos, los resumiré al máximo, para llegar pronto al gran conflicto que padeció Álvar Núñez Cabeza de Vaca, del que Ulrico no parece apiadarse, a quien acabamos de ver salir de expedición con 9 compañeros, bajo el mando de un capitán llamado Hernando de Ribera, y con la orden del gobernador de que no tardaran más de diez días en volver. Pero ocurrió que, en una de las tribus que encontraron, les hablaron de la existencia de las siempre misteriosas, y nunca encontradas, amazonas, que se cortaban un pecho para manejar mejor el arco. Se añadía que su zona estaba llena de ricas minas, e incluso los informadores tenían joyas que decían ser de aquellos lugares, y les regalaron algunas. Les picó la curiosidad y cambiaron su itinerario, sin encontrar nada al respecto, pero alargando mucho el tiempo del viaje, que duró 30 días. Y, al regresar navegando por el río, surgió un serio problema: “Nuestro capitán general Cabeza de Vaca (nunca le llama gobernador) ordenó, so pena de muerte, que ninguno de nosotros  se moviese de los navíos, hizo prender a nuestro capitán, Hernando de Ribera, nos quitó todo lo que habíamos traído de tierra adentro, y, para colmo de todo, quería ahorcar a nuestro capitán. Pero nosotros, cuando supimos tal cosa, armamos un gran alboroto, juntándonos, con otros buenos amigos que estaban en tierra, contra Cabeza de Vaca, para obligarlo a que dejase libre a Hernando de Ribera, y a que nos devolviese lo que nos había robado. Cuando él vio nuestro alboroto, y se dio cuenta de nuestras malas intenciones, decidió poner en libertad a nuestro capitán, nos devolvió todo lo que nos había quitado y nos habló con buenas palabras. Solamente así quedamos satisfechos. Cuando ya todo se había sosegado, nos pidió que le hiciésemos una relación de las tierras que vimos y que le contásemos por qué nos habíamos demorado tanto, y, al explicárselo, quedó muy contento. Pero luego se le antojó al dicho capitán general, interesado por lo que le habíamos contado, marchar con toda la gente a la tierra que nosotros  habíamos visitado”. Y ahora va a ser implacable Ulrico: “Pero los soldados de ninguna manera quisimos consentirlo, y menos en esta estación, en la que la tierra está anegada. Además,  la mayor parte de la gente no solo estaba muy enferma y cansada, sino que tampoco tenía ya respeto a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, pues se trataba de un hombre que no tenía habilidad para mandar. Por este tiempo cayó gravemente enfermo, y quizá no se hubiese perdido gran cosa si esta vez hubiese fallecido, porque él era de muy poca valía para nosotros”. Es sabido que el ambiente social y militar en la gobernación de Río de la Plata fue especialmente duro y peligroso, pero llama la atención que Ulrico hable así de alguien que en La Florida demostró un coraje excepcional, aparte de ser un cronista extraordinariamente inteligente y culto.




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