viernes, 9 de septiembre de 2022

(1824) Nombrado gobernador de Río de la Plata Núñez Cabeza de Vaca, llegado a Brasil, tardó 8 meses en hacer por tierra el recorrido hasta Asunción. Ya no era el hombre humanitario con los indios de La Florida. Ahora tendrá que ser implacable.

 

     (1424) Bueno: pues el cronista da un buen salto en el tiempo, y ya nos presenta a Álvar Núñez Cabeza de Vaca a punto de llegar a Asunción. Resultará curioso conocer con qué ojos lo va a ver Ulrico. Sabremos si se muestra generoso con él o se coloca en el bando de los que lo apresaron y echaron de la gobernación de Río de la Plata (historia que ya conocemos): “Por entonces, llegó de España un gobernador y capitán general que se llamaba Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Venía con 400 hombres y 30 caballos en 4 navíos cuando arribó (29 de marzo de 1541) a un puerto de Brasil que se llama Santa Catarina. Queriendo conseguir provisiones, envió 2 carabelas a unas 8 leguas del puerto para buscar víveres, les sobrevino tal tempestad que las 2 se quedaron en el mar, y lo único que de ellas volvió fue su tripulación. Cuando el capitán general lo puso, ya no quiso exponer los otros 2 navíos que le quedaban, y fue por tierra hasta el Río de la Plata (en ese trayecto descubrió Cabeza de Vaca las cataratas de Iguazú). Luego llegó hasta nosotros, que estábamos en Asunción, trayendo solamente 300 hombres de los 400 que tenía, pues los demás habían perecido de hambre o de enfermedad. Este gobernador tardó 8 meses en recorrer el camino, que era de  500  leguas. Traía consigo de España el nombramiento otorgado por la Cesárea Majestad, y decía que Domingo Martínez de Irala tenía que entregare su gobierno y que toda la gente había de acatarlo”.

     Luego Ulrico deja un ligero y absurdo margen de duda sobre los derechos de Cabeza de Vaca: “Domingo Martínez de Irala y toda la gente declararon estar dispuestos a reconocer su autoridad, pero con la salvedad de que Álvar Núñez Cabeza de Vaca mostrase la prueba de que había obtenido la concesión de su Cesárea Majestad. Misterio este que no se pudo esclarecer, salvo que los sacerdotes y 3 oficiales lo verificaron, y, de este manera, Cabeza de Vaca tomó el mando”. Se nota en Ulrico un punto de suspicacia, y ya veremos si el nuevo gobernador va a ser santo de su devoción. No obstante, añade que, tras haber pasado revista Cabeza de Vaca y ver que contaba con 800 hombres, hicieron hermandad él y Domingo Martínez, y se juraron mantener la amistad. Los tres funcionarios que dieron por buena la documentación de Cabeza de Vaca fueron  Alonso de Cabrera, veedor, Felipe de Cáceres, contador, y Pedro Dorantes, factor: “Enseguida mandó Cabeza de Vaca preparar 9 bergantines para navegar por el Paraná aguas arriba, hasta donde se pudiese. Envió por delante 3 bergantines con 115 hombres, para que hallasen indios con provisiones, yendo bajo el mando de Antonio Cabrera y Diego Tabellino. Llegamos primero a la tribu de los suruchacuis, donde tenían maíz, pescado y carne. Los hombres usan en los labios una piedra lisa y grande como ficha de damas, y las mujeres andan con las vergüenzas por adorno. Con los de esta tribu, dejamos nuestras navecillas y nosotros nos metimos tierra adentro durante 4 días. Hallamos un pueblo de carios, y nos dieron buenos informes de aquella zona. Después volvimos a las navecillas y navegamos por el Paraná aguas abajo. Llegamos  a la tribu de los indios aracarés, y allí encontrarnos una carta de Cabeza de Vaca en la que decía que había que ahorcar a Aracaré, el indio principal de allí. Nuestro capitán obedeció la orden, y enseguida se armó una guerra grande, como se dirá después. Cumplido esto, emprendimos viaje aguas abajo hasta Asunción, y dimos cuenta a Álvar Núñez Cabeza de Vaca de lo que en este viaje habíamos hecho y visto”. Ocurría en febrero del año 1543.

 

     (Imagen) El nuevo gobernador, Cabeza de Vaca, inició de inmediato la conquista de aquellas tierras:  “Le dijo al principal de los nativos amigos, que estaban en Asunción, que tenía que facilitarle 2.000 indios y marchar con los cristianos aguas arriba. Ellos se ofrecieron de buena gana, pero le dijeron a nuestro capitán general que tendría que pensarlo bien antes de lanzarse tierra adentro, porque toda la provincia tabaré de los carios se había rebelado, y se disponían a marchar contra los cristianos. Ello se debía  a que su cacique, Tabaré, era hermano de Aracaré, el cual había sido ahorcado por los españoles, y quería vengar aquella muerte. Teniéndolo en cuenta Cabeza de Vaca, se preparó mejor, y renunció a encabezar la campaña. Le mandó a su ‘hermano de adopción’ (se habían prometido fidelidad) Martínez de Irala que tomase 400 hombres y 2.000 indios, marchase contra los tabarés  y expulsase o destruyese a todos ellos. Obedeció esta orden, partió con la gente de Asunción, avanzó contra los enemigos, y lo primero que  hizo fue requerir a Tabaré que se rindiera a la voluntad de su Cesárea Majestad. Pero no quiso ceder, y tenía mucha gente reunida, y su pueblo bien fortificado con tres muros hechos de maderos, y zanjas muy anchas. Pero nosotros ya sabíamos por experiencia qué valor darles a tales cosas. Acampamos hasta el cuarto día, y luego ganamos la primera ventaja. Tres horas antes de amanecer, entramos al pueblo, matamos a todos los que encontramos y tomamos a numerosas mujeres, que nos sirvieron de mucho después (para que los tabarés se rindieran). En esta escaramuza murieron 18 cristianos y muchísimos de los nuestros fueron heridos. También sucumbieron bastantes de nuestros indios amigos, pero los contrarios no nos llevaron ventaja, porque, de la parte de aquellos caníbales, los muertos llegaron a 3.000. No pasó mucho tiempo hasta que vino Tabaré con los suyos a pedirnos perdón y nos rogaron que les devolviésemos a sus mujeres e hijos, porque, de esa manera, también él, Tabaré, y sus indios nos servirían a los cristianos, y serían nuestros súbditos. Lo cual tuvo que concederlo nuestro capitán Domingo Martínez de Irala, porque así lo exigían las instrucciones establecidas por su Cesárea Majestad”. Parece ser que aplicaron la norma, dictada por el Rey, de perdonar dos veces las rebeldías de los arrepentidos, de manera que el castigo implacable les caería a los indios sublevados a la tercera. Cambia ahora radicalmente el escenario de Cabeza de Vaca. Triunfó como el famoso héroe que anduvo perdido, liderando a tres compañeros (Andrés Dorantes, Alonso del Castillo y el negro Estebanico), y conviviendo amigablemente con indios durante unos ocho años por territorio norteamericano. Pero lo vemos convertido en Gobernador de Río de la Plata, teniendo que organizar batallas muy duras e implacables contra los indios, y fracasará víctima de las rivalidades políticas.




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