jueves, 22 de septiembre de 2022

(1835) Sigamos con la segunda parte del primer informe (mostrado por el cronista alemán Ulrico Schmídel) del vasco Domingo Martínez de Irala, Gobernador de Río de la Plata.

 

     (1435) (Informe 1º-2 Domingo de Irala). Sigamos con el 2º trozo del primer informe de Domingo de Irala (está haciendo propaganda para los españoles que llegasen al puerto de Buenos Aires, y dándoles valiosa información): “También hay en Asunción setecientas indias que sirven a los cristianos en sus casas. Y Dios ha querido que sea tan abundante su servicio, que no solo lo hay para gente que allí reside, sino para más de tres mil hombres. Siempre que se quiere hacer alguna guerra, van en nuestra compañía mil indios en sus canoas. Si queremos ir por tierra, llevamos todos los que queremos. Con la ayuda de Dios y con el servicio de estos indios, hemos destruido muchas generaciones de otros indios que son enemigos, especialmente a los agaces, de los cuales hemos obtenido cantidad de plata y mucho oro. Hemos ido más adentro por tierra, hacia el oeste y el noroeste,  donde hemos hallado tanta gente, que me parece que somos pocos para acometerlos,  porque ellos son muchos, y tenemos falta de equipaje y de municiones. Con cualquier ayuda que nos venga, creemos que, Dios mediante, podremos gozar de cosas tan grandes, que Su Majestad pueda ser muy bien servido, y los cristianos, sus vasallos, muy beneficiados.  Los indios más importantes de los que tenemos cerca son los mayas, los chanes y los carcaras. Todos estos son los más ricos, más poderosos y mejor organizados. Todos los indios que hay río arriba viviendo en su ribera no siembran, y, si los bergantines están algo apartados, se puede hacer comercio con ellos, consiguiendo pescado, manteca y carne, pero es necesario evitar a los guaranís de las islas porque son mortales enemigos nuestros”. A veces la redacción de Irala resulta muy enrevesada, quizá por ser vasco, y es posible que no contara en ese momento con un escribano. Continúa dando nombres de otras tribus, y consejos a quienes, llegados al puerto de Buenos Aires, decidieran ir a Asunción. “Los que fuesen a buscarnos en bergantines, deberán navegar siempre por el río grande, sin meterse en pantanos, y sin comerciar con nadie, excepto con los indios macarotaes, y han de hacerlo con gran precaución. Han de andar con cuidado donde hallen barrancas, para que los indios no les flechen, especialmente en la zona de la tribu de los timbus, porque allí lo han hecho otras veces los indios quirandis. Pasado el territorio de los timbus y siguiendo las naves la carta de marear, hallarán la entrada al río Paraguay. Primero encontrarán una isla, y, siguiendo río arriba, se llega directamente, sin error posible, al poblado de los cristianos (Asunción), que está a sesenta leguas de allí. Encontrarán de paso el río Ipeti, donde viven los comanaguas, que nunca nos han hecho daño. Más arriba están los agaces, metereses, gueníes y otros indios que no son amigos nuestros, por lo que han de ir con mucho cuidado cuando lleguen a barrancas, para que no les causen daños”. (Segundo trozo del primer informe).

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